Los Dos Hijos

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Mark se había despertado aturdido.

Los algodones que le servían para detener la sangre en la nariz le dificultaban respirar, así que lo primero que el canadiense decidió hacer al despertar fue deshacerse de ellos.

No sabía dónde estaba, pero podía oler el olor de Kun cerca. Estaba confundido y revuelto de recuerdos en su cabeza, pero se sentía más consciente de sí mismo, como si hubiera recibido una señal de su pasado que, durante su tiempo en el circo, había sido completamente desechado.

—Papi... —Mark murmuró, pensando en voz alta.

Kun se volvió hacia el más joven con aprensión. ¿Mark estaba realmente hablando sobre su padre?

—¿Qué pasa, Mark? — el mago se acercó cautelosamente, acariciando el brazo del niño postrado en cama.

—Papá... ¡Papá ven! ¡Padre, estoy aquí!— Mark se desesperó, golpeando el aire con sus brazos. Sus piernas quemaban como si estuviera en llamas, el corazón palpitaba de desesperación. Su memoria había sido reactivada, pero ahora creía que había vuelto al día en que Simón se lo había llevado.

Kun no sabía qué hacer para calmarlo. Si Mark no estuviera débil debido a la hemorragia, sin duda estaría luchando para alejarse de ese lugar. La preocupación de este era más que genuina.

—Él no está aquí... Desafortunadamente tu padre no está aquí, Mark.— Con calma, dijo Kun con voz firme, sosteniendo al niño de vuelta a la cama. —Necesitas calmarte...

El canadiense se estremeció de pies a cabeza, mirando los ojos oscuros de Qian. Quería sentirse tranquilo, pero creía que estaba volviéndose loco. Las lágrimas le lavaron la cara, pero el miedo lo manchó por dentro. —Está bien... Esta bien...— Con las manos deslizándose sobre los cabellos del pequeño, Kun trató de traerle paz. —¿Recordaste? ¿Recordaste quién eres...?

Mark asintió mientras el mago uso su propia bufanda para secar sus lágrimas. —¿Recuerdas lo que pasó después de eso? ¿Recuerdas lo que hiciste después de que Simon te manipuló?— Kun estaba preocupado, sabiendo que Hyuck estaba emocionalmente involucrado con los recuerdos que habían construido, estaba seguro de que el Lee más joven se sentiría afectado si el canadiense olvidara lo que habían vivido juntos.

Como una puñalada en el pecho, Mark rápidamente sacudió la cabeza negativamente. Kun no podía sentirse peor por el chico. ¿Cómo podía decirle que había pasado un año desde que Simon lo había secuestrado? ¿Cómo se sentiría al haber perdido una parte importante de su vida lejos de su familia?

El mago no estaba en absoluto preparado para darle al joven ese tipo de información, pero cuando pensó que no podía empeorar, Donghyuck apareció en la puerta, buscando al canadiense.

—¿Estás bien, Mark...?— Donghyuck pronunció aprensivamente, sus dedos meneándose incontrolablemente. —No sabía que te marearias cuando miraras por la ventana, siento no haberlo sabido antes.

Inocentemente, Haechan se acercó al otro, tratando de mostrar que estaba triste y arrepentido. No sabía por qué, pero quería tocarlo.

El canadiense no sabía de qué hablaba el otro, pero estaba inmensamente feliz de verlo despierto. Pensó que Simon podría haberlo lastimado ese día y sintió alivio corriendo por su cuerpo. Sentía que debía abrazarlo y lo hizo.

Donghyuck podria quedarse entre los brazos de Mark para siempre, pero no tenía idea de por qué le estaba dando ese afecto cuando databa ahí por su culpa. ¿Mark ya lo había perdonado?

No lo sabía, pero estaba inmensamente feliz de tenerlo cerca.

El amor crecía dentro del corazón del pequeño, y sus cuernos rosados hicieron que lo notaran.

Kun estaba asustado, nunca había presenciado tal evento con los cuernos del pequeño monstruo brillando de otro color que no fuera rojo escarlata.

Podrías haber estado preocupado, pero viendo a los dos chicos, no tenía duda de que el color rosa transmitía algo positivo y encantador.

Cuando los dos chicos se separaron, el mago todavía sonreia, porque estaba seguro de que aunque Mark no recordaba lo que habían vivido, recordaba que Donghyuck era el chicos a quien amaba.

El momento podría ser perfecto, pero no podía ser para siempre. Simon había llegado, soltando amenazas a todos lo que se le cruzara en frente.

Cuando Kun lo vio por la ventana, rápidamente pidió a los chicos que se escondieran, sin olvidar susurrar al oído del mayor la siguiente guía:
No lo confrontes y di que sí a todas sus peticiones, no puede sospechar que te recordaste..

...

Los Zhongs habían huido muy lejos, pero nunca podían imaginar que lo que más les atormentaba los perseguiría durante tanto tiempo.

Al final, elegir Canadá como el último destino resultó no ser la mejor de las opciones. En una sola semana allí se encontraron no solo con los que más temían, sino también con el padre del niño que juraron proteger.

El Sr. Zhong se sentía estresado, recordaba a menudo el pasado, culpándose por creer que sería una buena idea confiar en ese hombre del sombrero de copa. Si hubiera sabido que las cosas afectarían a su propio hijo, nunca se habría arriesgado con ese tipo de contrato.

Esa noche del 9 de julio, cuando disparó a una figura humanoide con cuernos, nunca habría imaginado que traería consigo un bebé de exactamente tres días. No sabía a quién acudir, no sabía con quién contar. La única persona que venía a la mente era el padre de Mark.

Los hombres discutieron sobre el futuro del niño durante una semana. El Sr. Lee señaló que el niño merecía una familia, los cuernos y la cola de estaban allí, pero Donghyuck todavía tenía un corazón que latía como cualquier otro ser humano. La verdad es que en ausencia de la presencia de su propio hijo de una edad similar, trataría con gusto al pequeño si no estuviera tan ocupado con el servicio militar.

Pero Zhong tenía otros planes, y para cuando Lee ya se había enamorado del niño, hasta el punto de darle al pequeño su propio apellido, Simon ya estaba allí, dispuesto a arrebatarselo por la fuerza.

El señor Lee mo había olvidado a Donghyuck, ni por un segundo, y por eso, cuando recibió esa misteriosa carta dirigida a él, tuvo que leerla dos veces para creer lo que había leído.

Simon no solo había robado a uno de sus hijos, sino a dos.


𝐂𝐈𝐑𝐂𝐔𝐒 - ᵐᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora