Dicen que los opuestos se atraen...
¿Opuestos de qué exactamente?
Tal vez debamos hablar los extremos contrarios
SE TRATAN TEMAS FUERTES, POR FAVOR MANTENER LA RESPECTIVA DISCRECIÓN
⚠ HISTORIA TOTALMENTE MÍA ⚠
Todos los derechos reservados para la a...
ADVERTENCIA: Aquí veremos a un personaje con una sordera parcial (casi total pero remediable) debido a un trauma acústico. No estoy familiarizada de manera personal y de primera mano con esta situación, pero investigué bastante para, sin convertir esta discapacidad en la única característica de Juju, formara un rasgo importante en él.
Pido disculpas por cualquier error o imprecisión que pueda incomodarlos. Les amo ✨💕
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— ¡¡¡WHEN THE WAVE HAS COME!!! — cantó alegremente el chico mientras acababa de acomodar aquellas latas de sopa en la repisa, vaya que adoraba Ah Puh, era definitivamente su canción favorita, y amaba que la pasaran seguido en la radio.
O por el momento, era su preferida.
Probablemente la siguiente semana tendría una nueva canción favorita del momento para disfrutarla, aunque en la soledad.
Como solía pasar.
— ¡Oh! ¡Lamento mucho las molestias causadas! — exclamó apenado, haciendo una reverencia al ver como una joven lo miraba con fastidio. La chica solo se dirigió a otro pasillo con su carrito de compras, dejando a Keonhee con un muy mal sabor de boca.
Era la cuarta vez en la semana que le pasaba aquello mientras ordenaba los víveres, bueno, al menos esta vez no había intentado rapear una canción de Eminem.
Y no había sido golpeado por el bastón de una viejita que pensara que estaba invocando seres infrahumanos con su intento de rap.
Lee Keonhee era alguien a quien sus allegados podían definir como extravagante, estrambótico o algo caótico, pero era una muy buena persona y lo amaban mucho.
Pero quienes no lo conocían mucho más allá de un par de encuentros, lo definían como alguien totalmente irritante, hastioso y desagradable.
El chico rubio prefería no acercarse a alguien ajeno a su limitado círculo de amistad, así se evitaba malos ratos realmente.
Hace tiempo que había tenido que aprender a aceptar la soledad que le había sido impuesta.
Ojalá su carácter fuera diferente.
Ojalá y la gente no le tuviera tirria apenas y lo conocían.
Sería un poco más agradable...
Momento.
¡Él conocía esa espalda!
Aunque Dongmyeong tenía el cabello castaño y un poco más largo. No plateadito y corto.
— Con razón no te vi en la mañana, tienes tiempo de pintarte el cabello pero no para ayudarme a abrir caja — molestó alegremente llegando a abrazarlo de los hombros, aunque el menor se apartó casi con molestia ante aquello — ¿Te asusté? Me la debías después del espanto que me pegué después de que me hayas tirado todas las fundas de papitas. Creo que ya estamos a mano — Keonhee empezó a desvariar un poco en aquella memoria que tanto les había divertido en una de sus primeras semanas siendo compañeros.
