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Era ya el tercer día

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Era ya el tercer día.

De la cuarta semana.

De esos tres meses en los cuáles Geonhak había empezado a frecuentar "La Tacita de Peonias" con algo más de constancia.

Y recordar a su amada Sujin ya no era la principal razón...

Y eso estaba causándole conflicto...

¿Qué le sucedía? No tenía idea... Pero no quería oponerse tampoco. Era agradable, de cierto modo. Aunque fuera incomprensible para él.

— ¿Nuevamente por aquí? Te he visto seguido últimamente... — bromea aquel simpático rubio que ahora se había atrevido a saludarlo más directamente cuando le fue a tomar la orden — Bienvenido a "La Tacita de Peonias". ¿Con qué puedo servirte hoy? — inquirió con una leve sonrisa, alistando su libretín, uno que tenía las letras Y y H hechas en fieltro blanco en la portada y una etiqueta con su nombre en el bolígrafo.

Aquellos detalles le dieron algo de gracia a Geonhak, arrancándole una pequeñita sonrisa.

— Uh, no te había visto sonreír nunca, deberías hacerlo más seguido — halagó con naturalidad, devolviéndole el gesto mientras lo miraba — Te recomiendo el pie de manzana, está en temporada y es muy bueno, pero no digas que te lo comenté yo — le guiña el ojo antes de devolver su mirada a la libreta.

— Gracias, creo — sonrió algo apenado el mayor — ¿Sí? Confiaré entonces en tu consejo... Un pie de manzana y... Un café con leche — pidió sin borrar su gesto.

— Perfecto, vuelvo enseguida — asiente volviendo al mostrador, donde Geonhak vio cómo le entregaban una charola con varios platos, además de darle algunas tazas en otra. El bajito se veía algo contrariado realmente...

Caminaba patosamente, tambaleaba mientras avanzaba por el lugar. No era un local enorme, pero para Hwanwoong, era un suplicio cuando, a falta de un compañero que se ausentaba por A o B motivo, él debía convertirse en un pulpo para poder servir a más mesas al mismo tiempo.

Sin embargo, ni bien pudo terminar de servir a una de las mesas del fondo, sus pies trastabillaron por el piso de piedra y cayó estrepitosamente al suelo, y con él, los platos.

Geonhak lo miró apretar fuertemente los ojos mientras se incorporaba y comenzaba a recoger los platos y tazas rotos, mientras que su compañero en el mostrador se había acercado a ayudarle a limpiar la comida que se había desparramado en el suelo.

Había sentido algo de pena por el chico, en todo ese tiempo que había frecuentado el café, jamás lo vio tener algún problema, pero ahora el supervisor parecía estarle advirtiendo alguna situación, porque el mesero parecía avergonzado.

Una pena...

Los minutos trascurrieron convirtiéndose en horas, todo volvía a fluir con normalidad para todos los presentes, para quienes se retiraban, para quienes permanecían, y para quienes recién arribaban.

My Malus Is... (ONEUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora