〘 ᴍʏ ᴍᴀʟᴜꜱ 〙

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ADVERTENCIA: Se usará el recurso de los donceles, eso significa que el chico puede quedar embarazado pero sigue siendo un varón. No tomaré todas las características de feminidad que evocan porque me gusta más interpretarlo en este sentido. 

Si no les agrada la temática, sean libres de saltársela :3

Yyyyyy el periodo de tiempo es la Corea Imperial. Y SÍ, HABÍA LA IMPRENTA YA

 Y SÍ, HABÍA LA IMPRENTA YA

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Érase una vez...

— ¿Eh? ¿Y mis flores? — se preguntó aquel joven tras haber vuelto de los jardines reales, llevaba algunas flores de cicuta, flores que el príncipe menor adoraba y la reina había designado fueran puestos en los jarrones cercanos a la alcoba de este.

Había hecho un arreglo con aquellas flores blancas y unas cuantas hojas de helecho y palma, pero las flores habían desaparecido. Aunque bueno, realmente se las había llevado el príncipe Dongju.

Dedujo eso a raíz de divisar aquel hanbok blanco que los príncipes usaban diariamente, y los largos cabellos oscuros del joven perderse tras la esquina del pasillo.

Keonhee solo atinó a sonreír con diversión y a devolverse en busca de más flores.

Dongju asomó su cabeza tímidamente por la pared, viendo con una alegre sonrisa como el joven jardinero se había ido ya, por lo que rápidamente corrió a sus aposentos, buscando aquel libro que guardaba como un tesoro.

El joven príncipe adoraba plisar flores entre las páginas de los libros, y tenía varios de esos ejemplares que los europeos ya empastaban gracias a la imprenta que aún no daba luces de llegar a su imperio, pero su padre el emperador había mandado a traer esos libros para él.

Pero no plisaba flores comunes.

Únicamente conservaba aquellas que provenían del joven jardinero que las cortaba para poner en los floreros del pasillo que llevaba a su alcoba.

Era más fácil pedirle al chico Lee que le regalara unas cuantas flores de vez en cuando, ciertamente, pero eso le quitaba la diversión de ver sus ojos abiertos en sorpresa y sus labios semi abiertos mientras buscaba con la mirada al ladrón de florecillas.

Dongju siempre adoró ver esa bonita expresión en el rostro de su enamorado...

Desde su niñez adoraba admirarlo desde la lejanía del pasillo o desde lo oculto de su ventana, aunque eso no fuera muy de la realeza por parte suya...

Y aunque en un principio esos sentimientos intentaron ser fuertemente desterrados de su corazón por la misma razón, no podría estar con él nunca, cuando su adolescencia avanzó, y el jardinero también demostró muy sutilmente tener sentimientos hacia él, ninguno se detuvo a pensar en alguna consecuencia.

Solo permitieron que sus corazones latieran al compás que el amor marcaba.

Y es que hace mucho tiempo que esconder su debilidad, su miedo y su inocencia bajo esa coraza de soberbia y esa sonrisa presuntuosa había dejado de ser solo un disfraz para el príncipe Son Dongju.

My Malus Is... (ONEUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora