Capítulo VI

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¿Qué enseñanza quiere dejarme? ¿Se repetirá?

Ella me escucha con mirada atenta mientras termino de dar mi explicación.

—De esta manera, logro encajar la pieza sin que nada sobre y nada falte —. Encajo la pieza que faltaba.

Estuve tan absorta que no me había percatado que la señora Sullivan me sonreía satisfecha.

—Bien, muy bien, Joanna —dice aplaudiendo con elegancia—-. ¿Cómo aprendiste tan rápido?

—Esteban me enseñó. A veces, en algún tiempo libre, lo veía trabajar mientras estaba al pendiente de la cámara si llegaba algún cliente. Incluso, cuando empezaba a entender algo, me animaba a ayudarlo. Se me hizo fácil entender todo. Él es un buen maestro.

La pelinegra pálida de ojos cafés me observa con su radiante sonrisa. Ella parece siempre estar de buen humor y habla de cosas muy interesantes. Al contrario de su esposo, es grande, robusto y con voz áspera, pero es buen jefe también.

—También ayuda el hecho de que captas rápido y eres buena en esto. ¿No te importa ensuciarte o lastimarte las manos en el proceso?

Ella es más bajita que yo, pero su carácter es fuerte, a pesar de ser una persona amable y atenta.

—Claro que no, señora Sullivan. Me gusta el hecho de construir o reparar cosas.

—¿Te gusta la mecánica?

Lo pienso un poco, pero sé qué es lo que tengo en mente y lo tengo claro.

—Me gusta poder arreglar y crear cosas, ayudar a las personas, poner las cosas en su lugar... quizás sea eso, el querer todo en dónde debe ser y bien hecho. No sé si me explico... —. Río algo nerviosa.

—Podrías llegar a ser buena en ingeniería o en algún tipo de arte. Quizás en alguna ciencia de la conducta. Ya sabes, antropología, pedagogía, psicología, sociología...

Mi corazón da un vuelco de alegría.

—¡Sí! —digo demasiado emocionada y trato de calmar un poco esto —. Bueno... me gusta mucho la psiquiatría y la cocina, aunque el hecho de ayudar a otros me da fuerzas. El hecho de motivar, hacer cosas que alegren a los demás... —. La miro apenada por la confianza que me he tomado y noto que me sonríe con cierto afecto —. Disculpe, no quise empezar a extenderme, pero básicamente es eso.

Le sonrío y me limpio las manos de la grasa que contenían las piezas.

—Me gusta que te apasiones por estas cosas. Nunca es tarde para comenzar a hacer lo que quieres. ¿Quién sabe? Te gusta el deporte y puede que algún día te conviertas en alguna entrenadora y moldees cuerpos, una motivadora, puede que también te conviertas en chef y hagas platillos innovadores. El amor que comienza con comida, empieza bien.

Niego con la cabeza sonriente antes de escuchar el timbre electrónico de la puerta. La señora Sullivan es quien mira la cámara. Suelo hacerlo yo.

—Ya le abrí a un chico por el botón. Atiéndelo, por favor.

—Enseguida, señora Sullivan.

Casi voy corriendo a punto de tropezar con Esteban quién ríe.

—Cuidado, niña.

El moreno de treinta y tantos ríe y desaparece.

Cuando estoy sonriendo para mirar al cliente, quedo en shock. Siento un vacío horrible en el estómago. Ese malestar de que algo está muy mal y sabes que irá peor, lo sientes desde la boca del estómago y baja hasta el vientre. La garganta se me cierra un poco y el pulso se acelera.

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora