Capítulo XII

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Tengo los ojos cerrados, pero siento que puedo percibir todo de mejor modo. Me duelen las muñecas y las manos. La cabeza me punza ligeramente y siento el cuerpo con cierta pesadez. Escucho un pitido familiar. ¿Estoy en el hospital? Huele como a antiséptico. Siento cierto sabor metálico en la boca que me desagrada. Estoy luchando por moverme y, apenas, logro mover los dedos de la mano izquierda, con dicha mano siento que estoy tocando algo. Abro con mucho esfuerzo los ojos. Siento un ojo tapado con algo, como con una telita suave. Me la quito con la mano derecha y noto que todo está entre las sombras, pero algunas luces de máquinas que entra por la puerta del lugar, hace que todo sea un poco visible. Estoy en un cuarto blanco de hospital entre las penumbras.

Miro a mi derecha y noto que mi madre está acostada cubierta con una cobija azul, mi cobija azul. Sin poder contenerme, salen mis lágrimas con fluidez mientras estoy en silencio entre el pitido de aquel aparato. Me duele un poco el pecho y se intensifica un poco el dolor de cabeza. Cierro nuevamente los ojos por varios segundos tratando de calmarme. Volteo mi rostro a mi derecha y lo veo.

Una maraña de cabello pálido recostado encima de la orilla de la camilla mientras me tiene la mano en la suya. ¿En serio él? Me tiene tomada de la mano. Su cálido toque lo siento tan confortante en mi piel. Me sale un sollozo bajito de forma involuntaria, me cubro la boca con mi mano derecha para no despertarlos, pero Matteo se sobresalta y me mira atentamente.

-¿Estás bien? -dice con voz ronca.

Yo quito mi mano de mi boca y le cubro la de él rápidamente para callarlo y asiento con la cabeza. Miro a mi madre para hacerle entender que no haga ruido y no despertarla. Él asiente en entendimiento y noto, con pesar, que tengo ambas muñecas vendadas. Reviso mis tobillos y están igual de vendados. Él me observa con preocupación.

Esto no fue una muy fea pesadilla, esto fue real. Esto pasó. Me empiezan a picar los ojos y se me cierra la garganta.

-Tienes... -él susurra cauteloso -. La mitad del rostro inmóvil. Creo que no puedes cerrar un ojo.

-¿Me podrías pasar un espejo o tu cámara del celular, por favor? -. Mi voz sale ronca.

Él, rápidamente, rebusca en sus bolsillos y me tiende su celular desbloqueado en la cámara. Activo el flash del selfie y me tomo una foto tratando de hacer una mueca. La luz me ciega un poco y me molesta haciéndome doler un poco la vista. Al ver bien la foto, noto que estoy demacrada. Mi cabello es un desastre. Las ojeras acentuadas, los ojos un poco hinchados, la piel pálida y los labios resecos. La mitad de mi rostro izquierdo está inmóvil, sin expresión, mientras que la otra mitad puedo hacer la mueca con la boca, mejillas y labios. Parálisis facial. Dios, qué destruida me siento y Matt viéndome aquí en el peor momento luciendo hermoso incluso con el cabello enmarañado.

Respiro profundamente de manera rítmica y lenta varias veces. Me siento fatal, me siento asquerosa, me siento horrible. Me tiembla el labio inferior y lo muerdo para evitar que se mueva más. ¡Me siento tan patética! No soy la chica fuerte que aparento ser, pero a pesar de ello, trato de no llorar con las pocas fuerzas que me quedan. Mi cuerpo se siente miserable.

-¡Hey! Joy, ya todo pasó. Puedes dejar salir todo. Estás aquí y estás segura -. Él toma, dudoso, mi mano fría.

Su toque es cálido y siento quebrantarme un poco, pero puedo mantener la compostura y niego con la cabeza.

-No, no quiero llorar. Me duele mucho la cabeza y si lo hago, me dolerá más. Además, mi madre está durmiendo, seguramente no ha podido dormir bien... -. Me paso la mano libre por el cabello enmarañado tratando de aplacarlo en vano -. Por cierto, ¿Cuánto tiempo estuve dormida o inconsciente?

Él me observa a los ojos como tratando de leerme a través de ellos. Con cuidado, me aprieta cariñosamente la mano antes de hablar.

-Casi 48 horas. Te han estado suministrando suero y medicinas para combatir cualquier infección en las heridas por las esposas y analgésico.

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora