Capítulo XIII

4 2 13
                                    

Up!

Siento que pasó mucho tiempo desde que no entro a casa y tan sólo fueron unos días.

Voy con un suéter grande y con la capucha sobre mi cabeza ocultando mi rostro mientras mi madre va detrás de mí.

—¡BIENVENIDA! —dicen todos cuando entro a la sala de estar.

Levanto un poco la cabeza y río. Sólo dejo que me miren un poco porque realmente me da algo de vergüenza que me vean con el rostro de este modo.

Está Laura, Ximena, Emilio y Elías con la sala decorada con globos blancos y dorados. Las letras de BIENVENIDO en diversos colores llamativos en un cartel grande en la pared y con un montón de aperitivos en la pequeña mesita que está en medio.

Cada uno me abraza con alegría dándome palabras de apoyo que aprecio mucho porque sé que la dicen de corazón.

—¡Pensé que te ibas a morir! —dice afectada y de forma dramática Laura —. Ya no sabía quién me diría qué hacer o quién me regañaría.

—De todo lo que me han dicho, tú has sido la mejor en ello —digo abrazándola mientras suelto una risita.

Nos sentamos a hablar de todo, menos de lo ocurrido. Agradezco que hagan lo posible por hacerme agradable el día.

—De verdad agradezco muchísimo que estén aquí. Gracias de todo corazón, pero creo que iré a descansar un rato, aunque se pueden quedar hablando sin mí mientras duermo. Me acabo de tomar el tratamiento y el efecto del mismo hace que tenga muchísimo sueño.

—Está bien, mi niña bonita. Cualquier cosa, sabes que estamos para ti, ¿Vale? —dice Ximena con una gran sonrisa.

Yo asiento con la cabeza y con un nudo en la garganta.

—Gracias, señora Ximena —digo sinceramente.

Apenas la miroo para ocultar mi parálisis.

Me dirijo a mi habitación con la cabeza gacha y siento que alguien me sigue. Ya puedo suponer quién es. Cuando entro a mi habitación y me voy directamente a mi cama, él se acuesta a mi lado.

—Gracias, Elías. Mi mamá me dijo que estuviste pendiente de mí en todo momento. Gracias por tu anillo rastreador —. Río desganada mientras le entrego la prenda —. Y de verdad gracias por ser mi mejor amigo. Creo que sin ti no sé dónde estaría.

Él niega con la cabeza dando a entender que me quede con el anillo. Me lo quita y me lo devuelve al dedo donde estaba puesto.

—Te amo muchísimo, Mio Amore. Haría lo que sea por ti. Eres una persona sensacional y no hay forma que me hagan creer lo contrario. En el hospital no me dejaron entrar porque yo no era familiar, pero Matt sí pasó porque se hizo pasar por tu novio. No es justo, yo te vi crecer, te cambié los pañales sucios a limpios y te daba de comer. Yo sólo le doy gracias a los espíritus chocarreros por no permitir que te pasara nada más.

Me río y me limpio la nariz con la manga de mi gran suéter. Siento un sinsabor en todo, como si algo faltara, pero no es nada material, es algo dentro de mí que falta. Es como estar en estado neutro: ni frío ni calor.

—¿Dónde está Jafeth?

—Se murió.

—¡Elías!

Él hace un puchero y se cruza de brazos.

—No lo sé. Según Liliana él dijo que no quería estar cuando llegaras porque sabía que te alteras cuando está él. Por lo que sé, él y tu madre han estado en muy malos términos. En tu ausencia, ella lo corrió, pero no se ha ido. Creo que ahora sí se molestó tu madrecita linda.

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora