Capítulo XIV

5 2 30
                                    

¡Esto parece un sueño!

Regresar a mi rutina me hizo bastante bien. Me siento nuevamente cómoda conmigo misma.

Termino mi rutina de estiramiento y estoy sudando de manera casi exagerada. Elías y yo acabamos la práctica de Defensa Personal, es viernes y todo parece estar en orden. Sólo hemos sido mi familia, mis trabajos, estudios, mis actividades físicas, mi mejor amigo y yo. Todo está en orden, todo está estrictamente marcado y priorizado. He estado tomando mis medicamentos y estoy de maravilla.

—Pensé que tu redonda retaguardia se desaparecería. Estabas adelgazando y créeme que, aunque es normal en el proceso, nunca deja de asustarme. Eso de la alimentación es bien... Delicado.

Lo miro mientras estamos caminando hacia la salida mientras me seco el sudor con mi toalla y le sonrío. Él no me mira, pero forma una pequeña sonrisa en sus labios.

—Vaya forma tan linda de decirme que mi culo es de tu agrado visual —. Lo empujo suavemente con el brazo —. Sabes que todo irá bien, Elías. Ya todo está mejor. Creo que, esta vez, sí será mucho mejor.

—Lo sé —dice mirando al cielo cuando estamos afuera —. Pero mientras tú te desmoronabas, yo lo hacía por dentro. Me dolía en el alma verte mal, luchar contra tus pensamientos, tus cambios de humores que tú misma sabías que era a causa de todo. El querer aislarte y no dejarte ver era algo que me dolía aún más. Estabas tan frágil...

Se le quiebra la voz y cierra los ojos.

—¡Ay, Eli! —. Lo miro melancólica tratando de no llorar también —. ¡Yo te decía siempre que te apartaras en este tipo de procesos! Yo, aunque no lo demostrabas, sabía que te dolía y me dolía aún más a mí saber que yo era la causa de todo ello —. Le tomo la mano con cariño mientras nos sentamos en la acera frente al gimnasio.

—Es que se me hacía imposible apartarme. Creo que me hubiese dolido mucho más alejarme de ti. El no saber tu estado actual de salud y de ánimo era lo que quería saber cada día, además... No éramos los únicos que la pasamos mal. Bastante mal, la verdad.

Yo lo miro con el ceño fruncido.

—¿A qué te ref...? —. Abro los ojos en asombro y me cubro la boca con una mano en entendimiento.

—Sí, Joy. Él tampoco la pasó bien. Cada día me llamaba, cada día me iba a visitar. A veces sólo podía estar cinco minutos y en esos cinco minutos podía ver que no estaba bien. No sé qué le pasaba a veces por su cabeza, pero le preocupabas. Le preocupas. Se veía agotado y triste, él no es así, Joy. Él es una estrella radiante y siempre está sonriendo, pero verlo así... no era el chico que yo conozco.

Yo me miro las manos pensativa. ¿Él estaba mal por mí? ¿Habría sido mejor incluirlo en mi proceso? ¿Algún día querrá volver a verme a pesar de que lo alejé? ¿Qué estará pensando en este momento? Eran preguntas que siempre rondan por mi mente cada que estoy sola divagando en mis pensamientos. Siempre he sido una chica de voluntad fuerte, y aunque se me ve bastante bien ahora, me da una puntada de nostalgia al pensar en Matteo. La última vez que lo vi estaba viendo hacia el techo de la habitación del hospital y respiraba rítmicamente logrando que su sonido me tranquilizara hasta dormirme. En ese entonces, él estaba triste y perdido en sus pensamientos. Ya han pasado dos meses desde aquella vez y parece que hubiese sido hace muchísimo más. Es algo extraño lo que siento en el pecho cuando pienso en él, me hizo creer que aún quedan chicos de lindas intenciones en este siglo carente de calidad, valores y lleno de superficialidad, haciendo de las relaciones de algo barato.

Sonrío al recordar sus gestos alegres y sus ocurrencias que me alegraron el poco tiempo que pasé con él, es una persona que sin duda quisiera en mi vida, pero lo que no estoy segura es qué tan dispuesto está de incluirme en la suya. Matt pudo observar y analizar todo el caos que llevo encima y no es nada fácil para quién está involucrado, de un modo personal, conmigo. Elías, a pesar de ser fuerte y de buenos sentimientos, le afectó. A mi madre le afecta más que a nadie, mi hermana se vio afectada también. Son siempre ellos los que han estado para mí sin importar qué, pero ha sido un largo y arduo trabajo.

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora