Epílogo

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Mientras tanto después de la tormenta...

—¡Déjame el termo de café ahí! —grita Joanna bajando con su libro por las escaleras platinadas de su espacioso hogar dirigiéndose a la cocina.

—¡Quería tomar un poco! —se queja Laura desde el desayunador.

Faltan un poco más de un mes para que Laura se vaya a Japón, donde realizará sus estudios y trabajos como programadora y creadora de videojuegos.

—En la cafetera tienes un poco —dice la morena de cabello rizado.

—No pues, gracias. Me ahogaré con esas diez gotas de café —comenta irónica Laura.

Joanna se dirige hacia la puerta de la casa para ir, como suele hacer las mañanas de los domingos, a leer bajo la sombra de los árboles, el canto de las aves y su termo de café caliente.

—¿Puedo ir contigo? —pregunta la chica de cabellos largos con mirada suplicante.

En otras circunstancias, Joanna se hubiese negado porque tener a alguien consigo implica no poder leer, pero sabe que su hermana está nerviosa y que dentro de poco se irá lejos por un año. Será la primera vez que se separan. Joanna con sólo pensar en esto se le hace un nudo en la garganta.

Joy asiente con la cabeza hacia Laura y se van juntas caminando hasta el parque. Hay un largo silencio desde que salen mientras andan con lentitud por las aceras.

—¿Qué sucede, hermana? —habla preocupada Joanna.

—No puedo creer que me vaya y no los pueda ver por tanto tiempo.

Joy sonríe y la toma de la mano.

—Ya sabía que era eso... Yo tampoco me siento preparada, pero sé que será bueno para ti, para cumplir tus sueños y serás la mejor. Tú sigue haciendo lo que amas, todos estamos orgullosos de ti, incluso Jesús que viene casi a diario sólo a sentarse a hablar por horas en la sala contigo o a hablar con todos nosotros en la hora de la cena.

—Me da miedo todo, pero confío en que todo será bueno.

—¿Miedo a qué? —. La mayor la mira pasible.

—Un lugar nuevo, hablar un idioma que no es mío en medio de tantos nativos, las personas, el tiempo, cómo me sentiré allá, sin ustedes y sin Jesús... Todo eso me da miedo.

Laura traga saliva y se le oprime el pecho. A veces ha llorado en su habitación por lo que puede suceder en el futuro, siente esa sensación extraña de que está teniendo un pesado sueño, pero sabe que es la realidad.

—No estarás sola. De alguna forma te apoyaremos desde la distancia y sabes que un año pasa rápido. Tendrás a algunos de tus compañeros contigo y conocerás un lugar muy distinto al que estamos acostumbrados acá. Sé que sonaré como mamá, pero sólo te pido que no cometas locuras y que te centres en lo que tienes qué hacer, si vas a disfrutar tu estadía, que sea de una forma sana. No te la pases sola en los lugares afuera y mantenme siempre informada. Cualquier cosa me lo puedes decir, no quiero que te sientas perdida en tus pensamientos teniendo a una hermana que puede ayudarte en esos momentos. Jesús te adora, está pendiente de ti y el amor que se tienen es bonito. Él te demostrará cuánto te ama en este año de lejanía. Créeme, si hace algo malo...

—¡No le hagas nada! —dice Laura con los ojos bien abiertos.

—¡No prometo nada! —responde la otra entre risas.

—Sí, sé que será bueno —dice suspirando y viendo hacia arriba al cielo tintado de un hermoso y claro azul —. Quiero que mi relación llegue a ser como la de ustedes.

—¿Cómo así? —pregunta Joanna con el ceño ligeramente fruncido.

—Ustedes se entienden en la convivencia, nunca pelean y siempre son risas. Hacen todo juntos y siempre ha sido así desde que empezaron a tener un noviazgo. Además, buscan la forma de progresar juntos. El éxito de uno, es la alegría del otro. No son egoístas entre ustedes, la confianza es buenísima y sus miradas son... Todo entre ustedes transmite amor e intimidad.

Joy sonríe negando con la cabeza.

—Primero, que no nos vean discutir no quiere decir que no tengamos diferencias, sólo que la hablamos con calma y llegamos a un acuerdo. Segundo, tuvimos suerte en correspondernos, pero decidimos amarnos todos los días porque, a pesar de nuestras sonrisas, tenemos días pesados o a veces hay momentos en que nos sentimos desganados, en estos momentos es crucial el apoyo mutuo y si uno de los dos está mal, el otro siempre buscará la forma de alegrarle el momento y buscar soluciones juntos. Sé que también tienes confianza con Jesús, pero no todas las relaciones son iguales. Tú disfruta tu relación que no tiene nada qué envidiar de la mía con Matt. Ambas somos afortunadas.

Laura le aprieta un poco la mano mientras su sonrisa crece de a poco.

—Tuvimos mucha suerte, hermana.

No sólo las relaciones de pareja tienen que ser buenas, también las relaciones de familia y no me refiero sólo a aquellas personas que llevan la misma sangre, a veces la familia son los amigos o compañeros de clases o de trabajo mientras que, en algunos casos, los parientes consanguíneos pasan a ser desconocidos. La familia te apoya, te ayuda a crecer, te edifica y te brinda amor.

Joanna y Laura tuvieron suerte de ser amigas y hermanas. Amar es algo natural del ser humano y encontramos amor en donde menos lo esperas.

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NOTA DE AUTOR>>>>>>>>>>

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora