Capítulo XXIII

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Todo estará bien

No quiero que me estén señalando, he trabajado mucho para tener seguidores de una forma divertida y sana, no quiero que me tengan lástima. No quiero. No quiero que me miren como si fuera una enferma, yo soy una persona corriente con metas, así no tenían que ser las cosas.

—¡Joanna! ¡Despierta! ¡Aquí! —dice Elías chasqueando los dedos frente a mí.

Es de noche, estoy en mi cama con las piernas recogidas hacia mi pecho en la esquina que da hacia la pared. Elías me trajo a casa y no se ha ido, son casi las diez de la noche. Mi madre nos hizo de comer junto con Lau mientras hablábamos los cuatro sobre la situación en la que estoy. Esto no es correcto, esto no debía ser de carácter público. No podría creer que esto haya sido obra de mi familia, Elías o Matt, con este último, hablé hace menos de una hora porque vio el revuelo en las redes, me dijo que en cuanto saliera de la sesión de fotos y vídeos publicitarios en la que está trabajando, vendría a verme, le insistí que no y obviamente mantuvo su punto. No ha llegado, quizás notó que ya se está haciendo tarde. Ni siquiera he dado la cara en ninguna de mis cuentas, me da terror que salgan con comentarios lastimeros. ¿Quién podría ser después de tanto tiempo?

—Elías, y si... —. Lo miro levantando las cejas —. Creo que sé quién podría ser. Dios, era tan claro, pero no sé si es posible...

—¿Quién? —. Me mira curioso mientras se sienta más cerca de mí tomando uno de mis pies con su mano.

—¿Es posible que haya sido Kevin?

Él me mira con el ceño fruncido asintiendo con la cabeza.

—Podría ser. Eso depende qué tanta flexibilidad tenga en la cárcel, quizás tenga el dinero suficiente para sobornar y tener electrónicos consigo.

—Sí, él tiene dinero porque sus padres son ganaderos, adoran a su único hijo, y sus tíos ingenieros que están en Estados Unidos, ellos son consentidores con él desde siempre.

—Un hombre mimado —dice negando con la cabeza —. Déjame hacer una llamada.

Elías sale de mi habitación mirando su celular, pero la puerta no se cierra sino que se vuelve abrir y entra el rubio hermoso que me tiene enamorada. Tiene el cabello alborotado, una camiseta verde oscuro y un pantalón deportivo negro, tiene el rostro ruborizado y con expresión preocupada.

—Hola, Joy. ¿Cómo estás? —dice subiendo a mi cama a gatas, me planta un seco beso en los labios y se sienta a mi lado.

Yo recuesto mi cabeza en su hombro estirando mis piernas. Llevo un conjunto de pijama ancho y largo de color amarillo con azul, empiezo a jugar con el dobles de la camiseta.

—Quiero desaparecer, ya estoy cansada de que siempre pasen cosas.

Me toma de la mano acariciando mis nudillos mientras habla con tranquilidad.

—No te puedes rendir tan fácil, hormiga. Nunca he visto una hormiga sin hacer nada, siempre están haciendo algo, están trabajando y nunca se rinden.

—A esta hormiga la aplastó un zapato, ya no sirve para trabajar —digo riendo desganada.

—Ya veo porqué Elías y tú se llevan muy bien, son igual de pesimistas en los momentos tensos.

Me río con más ganas y lo empujo con mi hombro.

—Es verdad, Matt. Siempre hay algo que quiere joderlo todo.

—Miremos la situación... —empieza diciendo mientras Elías entra a la habitación, quien no lo interrumpe porque nota que está explicando un punto —. Alguien filtró esa información privada, eso lo veremos luego. La gente se enteró del TEI...

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora