Capítulo XV

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Quiero hacer las cosas bien.

Es relativamente temprano, en comparación a las veces pasadas que he salido con Elías y llegábamos de madrugada. No nos fuimos a mi casa, preferimos venir directamente a la casa de Elías y llamar a mi madre para decirle que me quedaría con él. Son las 10:30 de la noche apenas, pero no soy muy buena bebedora. Sólo unas cuantas copas, algunas cervezas y ya estoy un poco mareada. No creo querer beber más por mucho tiempo, pero me siento extrañamente feliz, no sólo por la celebración, quizás sea el alcohol también, pero creo que es por...

—Ten cuidado, Joy —dice Matt tomándome de la cintura mientras me bajo del auto de Elías.

Sí, Matt está aquí. Él vino detrás de nosotros en su auto mientras yo iba en el auto de Elías como copiloto. Matt me mira con el ceño fruncido porque di un traspié al bajarme del vehículo.

Suelto un risa divertida y coloco mis manos en sus hombros. Le doy un beso en la mejilla.

—Siempre estás ahí para salvarme, por eso estoy tranquila.

Me suelto de él y camino al lado de Elías que está como si nada. ¿A ellos no les hace nada beber licor? No puedo creer que sea la única borracha aquí, aunque tan borracha no me siento.

—Eli, tienes... —. ¿Cómo se llamaba? —. Uhm...

¡Dios! ¿Cómo era? Creo que era gel.

—¿Qué cosa, Joy?

—¿Gel limpiador? O sea, gel facial, ya sabes, no tengo nada conmigo, pensé que me iría a mi casa...

—Mamá tiene, borrachita linda —dice pasando mi mano por su brazo para que me sostuviera de él —. ¿Algo más?

—¿Crema hidratante para el rostro? —le digo sonriendo.

—Yo tengo una que uso siempre todas las noches. Es para piel mixta.

—Me sirve —le respondo reposando mi cabeza en su hombro.

Matt viene detrás de nosotros sin decir nada, pero observándome con atención. Le sonrío cada que volteo a mirarlo y él me devuelve la sonrisa con los labios cerrados. Se ve tan tranquilo e introspectivo, parece pensativo.

Antes de subir las escaleras, me quito los botines y siento un alivio delicioso en las plantas de mis pies. Voy subiendo de a poco las escaleras mientras que Elías me pasa al lado casi corriendo y Matt va detrás de mí, quizás cuidando que no me caiga. Nunca habían sido tan protector conmigo y es algo que me encanta. Es raro, pero me siento cómoda con Matt siendo tan cuidadoso a mi alrededor.

Termino de subir los escalones y sale Elías de su habitación con ropa en sus manos.

—Ten —. Me ofrece unas prendas —. Es lo más pequeño que conseguí. Creo que debe quedarte bien. En el baño de huéspedes están ya el gel y la crema facial. Y toma, Matt —. Le ofrece una prenda también —. Somos de tallas similares, así que no creo que haya problema.

Matt solo es unos dos o tres centímetros más alto que Elías, del resto, son de contextura similar.

-—Gracias —decimos Matt y yo al unísono.

—Vale, vale —dice Elías negando con la cabeza —. Yo me ducharé para ir a dormir también. Buenas noches, niños.

—Buenas noches, estúpido —le digo refunfuñando.

Sin mirar a Matt, me dirijo rápidamente a la habitación de huéspedes y me encierro en el baño. Me ducho quitándome la suciedad que siento en mi cuerpo y luego lavo mi rostro. Mi cabello está intacto porque no lo mojé. No puedo lavarme el cabello a diario porque tiende a resecarse por ello. Me visto con una camiseta que me llega un poco más arriba de la mitad de los muslos y un short de algodón que me queda cuatro dedos más arriba de la rodilla. Doblo mi vestido y lo demás para dejarlo en un estante de acá en el baño.

Después De La Tormenta [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora