Nunca había subido a un avión. Me parecía algo muy arrogante del ser humano que creyera que podía ir por los aires, sentado, y muy seguro. Pero ahí estaba, en un avión, rodeada de personas que me daban dolor de cabeza y otras que también lo hacían, pero al menos no los conocía.
Estábamos viajando a Seattle, los combates iniciarían dentro de dos días y teníamos que estar a tiempo para el pesaje y la conferencia de prensa. Ya no me sentía emocionada por nada de eso, porque aunque me pesara poder provocarle un nuevo disgusto a mamá, incluso en la tumba, sabía que todo eso no era lo que quería.
El boxeo solía encantarme, vivía por él. Me gustaba la destreza y el poder que me provocaba estar encima del ring. Me encantaba que mamá me ayudara y poder compartir tiempo con ella, porque para mí siempre fue muy importante encontrar algo que nos uniera, y ella al ser tan deportiva fue la única idea que se me ocurrió. Pero estuve tanto tiempo aferrada a eso que al final terminé por dañarlo. Como todo lo demás. Fue horrible, y decepcionante, darme cuenta cómo había tirado toda mi vida decidiendo que ya no quería hacerlo más, pero esa era la verdad. Y no hay nada peor en el mundo que vivir justo como no quieres hacerlo. Traté de esforzarme, de pensarlo bien y no tomar una decisión apresurada que luego me costaría muy caro. No quería ver mi vida atrás y darme cuenta de que me había equivocado. Pero no lo había hecho.
No hice las cosas bien con mamá, tal vez debí darle indicios poco a poco, o simplemente sentarme a hablar con ella y decirle que ya no me apasionaba. Me equivoqué, pero ya no volvería hacerlo.
Tomé decisiones pésimas, trascendentales para la vida de muchos, y sabía más que nadie como ese tipo de decisiones podían salir mal, y ya no estaba dispuesta a soportarlo.
Yo no quería la liga, pero Mateo sí, y yo se la daría.
Sabía que iba a tener problemas con todos, mucho más con Carol porque ella tenía todo en sus manos para meterme en prisión, y aun así estaba dispuesta a arriesgarme. Solo podía pensar en hacer lo correcto. Nada más importaba.
Mateo había estado conmigo todos esos días. Iba al departamento y estaba muy atento conmigo. Incluso dejó de lado todo el asunto con Gian, y aunque no hablaba con él, al menos no volvió a parecer molesto por su presencia. Lo que contaba era que estaba ahí, algunas ocasiones simplemente en silencio, pero ahí estaba. Como en ese momento. Estaba de lado del pasillo, durmiendo, con una de esas almohadillas en el cuello que Maite le compró.
Ella también había estado muy cerca de mí todos esos días. Realmente se estaban esforzando para hacerme sentir mejor, pero yo sentía que aunque yo tratara de hacerlo, eso ya no iba a ser posible. Había perdido mucho, y eso siempre deja una cicatriz. Iriel también se mostró muy atento, y trató de rechazar el cheque que le llevé a su oficina por el trabajo, pero después de insistir mucho finalmente cedió. Y Gian, bueno, solo se despegaba de mí cuando iba a la academia o cuando Mateo estaba en el departamento. Yo nunca lo había visto tan atento a alguien.
Rodeada de ellos, las cosas eran más fáciles de sobrellevar, pero eso no quiere decir que desaparecieron. Al contrario, su esfuerzo por hacerme sentir menos mal, me hacía sentir más mal. Aunque no era culpa de ellos, sino mía. Fue también una de las razones por las cuales decidí ir al viaje y no quedarme ahí sin hacer nada.
No sabía como iba a resolverlo, ni que le diría a Mateo, pero ya lo sabría sobre la marcha. Lo único que quería era compartir tiempo con él y olvidarme por algunos segundos lo difícil que estaba siendo mi vida.
Después de unas tres horas finalmente llegamos a Seattle. El aeropuerto estaba abarrotado de personas, y apenas podía escuchar mis propios pensamientos. Tuve que aferrarme al brazo de Mateo para no perderme porque nos estábamos moviendo para recoger nuestro equipaje. Ambos solo llevamos una maleta, así que salimos antes que todos los demás. El cielo estaba nublado afuera y cada vez que aparecía una brisa, olía a tierra mojada.
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Golpe Bajo [✔]
Teen FictionMaeve Lesser ha mantenido un perfil bajo durante años, viviendo con las consecuencias de sus errores, ganándose el respeto de las personas y dejando que su potencial en el boxeo definan quién es. Mateo Reece ha pasado toda su vida intentando averigu...