El auto que nos esperaba probablemente vale más de lo que me costaba la renta anual del departamento. Y sé que es Nueva York, aquí hay muchos autos elegantes, pero jamás había visto uno como ese.
¿Acaso el amigo de Mateo era un empresario o un delincuente millonario? Pues no parecía ninguna de esas dos cosas, porque cuando nos vio acercándonos, se bajó del auto y nos recibió con los brazos abiertos. Literalmente.
Era un chico normal, quizá algo menor que Mateo. Era más pequeño, definitivamente, y había una alegría tan genuina en sus facciones que me costó creer que ese ser fuera amigo de alguien tan desagradable.
—Hola —saludó, muy animado—. Soy Santiago.
Me tendió la mano, y después de unos segundos en los que me costó reaccionar, la estreché.
—Mae.
—Un placer —noté que miró de reojo a su amigo, pero él seguía en silencio—. Mateo me dijo que iríamos a cenar.
—Sí, eso me dijo también.
Yo también lo miré, haciéndolo reaccionar al fin.
—Vamos, entonces.
¿Qué estaría pensando en ese momento?
Ni Santiago ni yo dijimos nada más, él solo se giró de nuevo a su auto y ambos lo seguimos. Me subí a la parta trasera, escuchando al cuero de los asientos quejarse bajo mi peso.
Mierda, ese auto estaba muy cómodo.
Ya cuando todos estuvimos adentro, Santiago empezó a conducir. Se notaba que lo disfrutaba, y que claramente no le importaba mucho su vida porque en plena avenida iba a más del límite de velocidad. Lo único que me faltaba era que nos detuviera la policía.
—Así que... —inició él—. ¿Estás en la academia también?
—Sí. Desde hace tiempo.
No entendí esa extraña necesidad de aclarar que yo tenía más tiempo en la academia de Mateo, pero no me detuve a averiguarlo.
—¿Y fuiste elegida para la liga?
Inevitablemente, me tensé al recordar el tema.
—Sí.
—Llega al restaurante de siempre —Mateo interrumpió nuestra conversación—. Y apúrate.
Así que él también era de esos que sobrepasaban el límite de velocidad. La verdad es que no me sorprendió entonces, ni ahora.
—Claro, y la próxima comida que comas será la de la prisión.
—No soy yo quien va conduciendo.
—Tienes licencia, ¿verdad? —tuve que preguntar.
Sentía una verdadera preocupación por mi vida, pero Santiago solo se rio.
—Claro que sí. Y antes solía ser responsable, pero si quieres llevar a Mateo a algún lado, debes conducir como si quisieras provocar un accidente.
Volteé los ojos y miré por la ventana.
¿De verdad era tan jodidamente irresponsable?
No se lo dije, pero la confesión de su amigo, definitivamente le restó puntos. Aunque quizás si lo supo, porque escuché que le siseó en voz baja.
—Cierra la boca.
—Pero... en fin —sin embargo, continuó—. ¿Qué música escuchas, Mae?
Hice un mohín pensativo.
ESTÁS LEYENDO
Golpe Bajo [✔]
Roman pour AdolescentsMaeve Lesser ha mantenido un perfil bajo durante años, viviendo con las consecuencias de sus errores, ganándose el respeto de las personas y dejando que su potencial en el boxeo definan quién es. Mateo Reece ha pasado toda su vida intentando averigu...