23 Algunas respuestas llegan sin buscarlas

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FINAL

De camino a la habitación me preparé mentalmente para la conversación que tendríamos. Buscaba la manera en la que sonara menos intensa. No quería que creyera que estaba demasiado dispuesta a todo hasta el grado de dejar el boxeo por él. Quería explicarle cada una de mis razones y decirle que eso de alguna manera aseguraría su futuro. Él abrió la puerta, y estaba dispuesta a soltarlo todo de golpe porque sabría que solo así diría todo lo que quería decir, pero cuando él encendió las luces olvidé todo lo que quería decirle.

La habitación estaba repleta de pétalos de rosas rojas. El suelo, la cama, cada superficie. También había velas que le daban un toque cálido a la habitación y una botella de vino. Olía delicioso y mi cuerpo reaccionó automáticamente.

—Mateo —susurré, pero no supe que más decir.

Él se giró hacia mí con una sonrisa.

—¿Te gusta?

—¿Tú hiciste esto?

Estaba que no me lo creía.

—Sí. Bueno, no. Pagué para que lo hicieran porque no iba a poder irme y que no lo notaras.

—Joder, Mateo, esto es hermoso —entré más a la habitación, admirando todo mejor. El corazón me estaba latiendo demasiado rápido y la respiración ya estaba acelerada—. Es lo más romántico que han hecho por mí.

Sonrió con satisfacción y mucho orgullo.

—Gracias. Mi ego necesitaba más de ti.

—¿Tu ego es lo único que me necesita?

Alzó una ceja y su sonrisa se convirtió en una más coqueta y... sexi. Mierda, todo en él era sexi. Lucía así cada vez que hablaba, cada vez que entrenaba o respiraba.

Estaba loca por él.

—Todo mi cuerpo te necesita, Maeve —se acercó a mí y empezó a acariciar mi brazo lentamente con su dedo índice—. Necesito tu piel. Y tus besos. Tu calor. Necesito tus gemidos. Necesito todo de ti.

Solté un suspiro tembloroso, apenas soportando el calor que sus palabras me estaban provocando.

Desde esa noche en la fiesta de Cris no habíamos estado junto. Con todo lo que había pasado ni siquiera tuve tiempo para pensarlo, pero en ese momento era lo único que estaba en mi cabeza.

Lo quería tanto.

Lo deseaba tanto.

—¿Qué harás al respecto? —susurré.

Su toque fue subiendo hasta la curva de mi cuello y mi hombro. La piel me estaba ardiendo, y era casi imposible que él no lo notara. Todo mi cuerpo le estaba diciendo que lo deseaba más que a nada en el mundo.

Caminó hacia mí hasta que nuestros pechos se tocaron, yo mantuve la mirada en su cuello, sin el valor de mirarlo a los ojos luciendo tan vulnerable.

—Voy a follarte, Maeve Lesser.

Ni siquiera pude parpadear cuando me levantó en el aire, sujetándome por el trasero. En cuanto reaccioné, enredé mis piernas a su abdomen y lo besé con fuerza. Besarlo en ese momento fue como volver a casa. La familiaridad, el deseo, la conexión, todo eso parecía... magia. No podía ser de ese mundo todo lo que provocaba en mí.

Sentí que caminó hacia atrás y luego la cama debajo de mi espalda, tomé entre mis puños los pétalos y los puse sobre su cabeza, haciéndolo sonreír.

—¿Fue demasiado?

—Es perfecto —respondí, embelesada.

Mateo lucía hermoso bajo la luz de las velas y con el deseo apoderándose de sus ojos. Él también me deseó en ese momento, probablemente más de lo que me deseó jamás.

Golpe Bajo [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora