CAPÍTULO 3

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"Primer problema"

Aysel

Llevo caminando a la deriva por más de veinte minutos y ya estoy empezando a desesperarme.

Estar en una escuela tan grande como está empieza a generar ansiedad en mí. Estoy a punto de rendirme y buscar una salida para volverme a casa cuando de repente visualizo un umbral lleno de flores moradas y rosadas, de ellas resaltan pequeñas hojas de varios tonos de verde. Es hermoso no cabe duda.

Mientras más me acerco más fascinada me encuentro, es como si todo el lugar estuviera compuesto de un magnetismo tan grande que me atrae hacia él.

El lugar está lleno de árboles y rosas por doquier, a lo lejos se observan dos bancas de color marrón, aunque el color empieza a perderse de lo desgastado que está.

Por más que el lugar sea hermoso, mi atención se dirige a otra parte. En el centro, se puede visualizar una pileta con un ángel en el medio, de ella desprenden chorros de agua.

Lo que más me atrae de esa pileta es la particular silueta del ángel, pues este tiene un ala rota el cual reposa en lo profundo de la pileta. Me pregunto si el desgaste del material hizo que se agriete y caiga visualizando la evidente ruptura o si alguien con intención lo rompió.

¿Habrá alguien que lo haya intentado reparar?

¿Por qué este lugar está oculto si es hermoso?

Muchas preguntas vienen a mi mente, pero todas se desvanecen al sentir una presencia a mi espalda.

Estoy a punto de retroceder, pero su voz me detiene.

- ¿Qué haces aquí? -musita

Su voz es gruesa y grave como si estuviera afónico, aunque se escucha sexi.

Doy media vuelta y me topo con esos ojos color marrón que ya había visto antes.

¡El cabrón del autobús!

Si es él

Tomo aire pausadamente para que mi ira no aflore y le estampe mi zapato en la cara.

- ¿¡Te interesa!? - menciono con un toque déspota

El cabrón del autobús como he decidido llamarlo a partir de ahora, me queda mirando con el seño fruncido, parece debatirse en si responderme de la misma manera o irse por donde sea que entró.

Los minutos pasan y empiezo a sentirme incómoda tras esa mirada tan imponente que tiene.

Decido cortar este tiempo de incomodidad y avanzó tres pasos con la intención de irme, pero me detiene del brazo lo cual hace que me exalte tras el toque imprevisto.

Lo miro fijamente y muevo mis ojos hacia abajo para que entienda que no quiero que me toque. El contacto no dura mucho y me suelta de inmediato.

El aire empieza a ser muy pesado para mí.

Joder cálmate Aysel, no pienses.

Mis manos empiezan a sudar y sé que en poco tiempo empezaré a sudar, debo irme, debo salir de este lugar de inmediato.

- ¿Eres nueva? – menciona

Su pregunta me saca de mis cavilaciones, aunque mis manos siguen sudando.

No confío en mi voz así que solo asiento a manera de respuesta.

Me queda observando nuevamente. Esto empieza a tornarse incómodo.

Tu y yo siendo un terrible comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora