𝗱𝗶𝗲𝘇 - 𝗌𝗂𝗀𝗅𝗈 𝖷𝖷𝖨𝖨𝖨

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Llegamos a un edificio, quizás una fábrica, al ingresar había partes del techo que se habían caído, pero otras que no, corrimos al lugar donde había un techo sin agujeros y nos quedamos ahí, refugiados de la lluvia, el ruido del agua caer no es agradable y tampoco lo es cuando veo a Tobias, Tori y Caleb con el rostro cubierto del líquido rojo, como si los hubiesen golpeados y se estuvieran desangrando. Me quito mi mochila y saco una botella de agua, le ofrezco un poco a Tori y ésta junta sus manos, le doy agua ahí y se lava el rostro, Tobias hace lo mismo y yo igual, a Caleb le costó un poco así que como quedaba poca agua le decidí echar directamente de la botella y él se restregaba el rostro con sus manos.

—¿Cómo sabrán donde estamos? —pregunta Caleb al estar de pie con sus brazos abrazándose por el frío, sus ropas cordiales no lo ayudan.

—Esperaremos a que deje de llover, enviaremos una señal que les dará nuestra ubicación, entonces sabrán por donde vamos dice Tori al mostrar una pantalla móvil que sacó de su mochila.

—¿Por qué esperar hasta que deje de llover? —pegunta Caleb al observar a Tori. Él es curioso.

—Porque también avisaremos a los que están dentro del muro de nuestra ubicación, por eso es que debe dejar de llover, si no seremos atrapados. —comenta Tobias.

Caleb asiente, parece un niño pequeño curioso por todo, abierto a aprender ¿sería la descripción de los verdaderos eruditos? Jeanine no lo manipuló aquí, logró estar a salvo y no perder a sus padres, pero quizás él debería salir del refugio de abnegación, es más erudito de lo que jamás creí.

Una hora completa pasó, según el reloj de Tobias eran las diez de la mañana. Ya me preguntaba yo ¿por qué tengo tanto sueño? Y fue porque sólo dormimos cuatro horas.

—Grecia, hay que irnos—abro mis ojos, no me di cuenta cuándo me dormí, Tobias me acaricia la mejilla y sonríe al verme, no puedo evitar devolverle la sonrisa y juntar nuestros labios fugazmente—. Ya dejó de llover tenemos que movilizarnos rápido.

—¿Qué sucedió? —digo al levantarme del húmedo suelo, mi ropa se siente húmeda, es incómodo, pero al ser negra no se nota mucho las manchas de la lluvia sangrienta.

—Nos llegó una señal, es de Tris, tenemos que apresurarnos a ir donde ellos.

—Bien —digo. Veo a mi alrededor y Caleb junto a Tori ya estaban afuera del edificio, la lluvia había cesado, pero dejó un paisaje más rojizo del que antes había, suspiro y comenzamos a caminar en dirección al norte. Mis pies comenzaron a doler después de un tiempo, y descansábamos de vez en cuando para beber agua y dejar a respirar a Caleb, quien tenía menos resistencia.

—¿Cuánto falta? —pregunta sin aliento Caleb, estaba sentado en una piedra mientras apoyaba sus codos en sus piernas, Tori observó su pantalla y miró a su alrededor.

—Allá, me dice que están cerca—Tori sigue avanzando.

—Vamos —dice Tobias al levantar a Caleb—, queda poco.

Seguimos a Tori y entonces nos detuvimos, el paisaje seguía rojizo, pero ahora había muchas estructuras, eran casas y edificios, algunos estaban destrozados y otros aun reconocibles, la calle que lo cruzaba era recta hasta el fondo y reconocí la forma, siempre que venía en el autobús la recordaba.

—Kennedy Expy—dije, me apresure a avanzar a los edificios rotos, a las casas en estado abandonado, son las mismas que alguna vez vi hace años, sería imposible por lo que dijo Caleb, sobre los doscientos años que han transcurrido, pero es que sí son.

—¡Grecia espera! —decía Tobias detrás de mí, pero no esperé, corrí cruzando la avenida Newcastle, más allá estaba mi casa. Mis piernas comenzaron a doler mucho, mis músculos estaban tensos y parecía que me iba a dar un calambre en cualquier instante, pero no podía pensar en nada, no, necesito verla con mis propios ojos. Llegué a W Higgins, vi las estructuras y algunas casas estaban destruidas, pero recuerdo su ubicación, corrí hacía mi izquierda y me detuve a media cuadra, mi corazón latía hasta en mis oídos, el suelo qué antes era de un verde pasto hoy es rojo sangre, la estructura de la casa sigue en pie, es concreto y ladrillo después de todo, las ventanas están más que deshechas, voy a girar el pomo de la puerta cuando esta se siente tan dura e imposible de abrir, retrocedo un poco y de una patada la puerta se abre, polvo sale de esta. Me adentro y tengo cuidado con los pedazo de madera, vidrio, metales y más en el piso, se ve el lugar donde estaría el living que mi madre tanto cuidó, las escaleras para el segundo piso estaban rotas a la mitad y habían ciertos agujeros en el techo, mostrando la poca estabilidad del piso, pero aun así atraje la mesa como pude y me subí a esta, subí las escaleras casi gateando y vi las habitaciones, estaba todo negro de suciedad, las puertas abiertas pero porque nunca pudieron cerrarse debido a la oxidación de las bisagras. Camino por las orillas del pasillo, si piso al medio siento que me caeré, llego a la que alguna vez fue mi habitación, hay una cama, las tapas están desordenadas y tiesas de tanto tiempo que ha transcurrido, el olor a humedad me golpea cuando me acerco un poco, veo a mi alrededor y todo es tal cual lo recuerdo, excepto por el mal estar de todo.

—¿Grecia? —escucho la voz de Tobias en la calle, salgo con cuidado, tal cual como ingresé— ¿Grecia qué... sucedió? —Mis ojos arden.

—Tobias, esta era mi casa—digo al fin—, yo vivía ahí.

—¿Qué? Tu dijiste que —se queda un instante en silencio, mira la casa y después a mi—. Dijiste que somos un mundo ficticio. Que vienes de otro mundo diferente.

—Yo sí lo creía así—digo al observar la casa—, pero esto me confirma que no, que realmente esta es la realidad. Tobias este mundo es el mismo que el mío, y sólo el tiempo ha cambiado—digo al recordar lo que nos han enseñado—. Han transcurrido doscientos años desde que Chicago tomó como experimento, sumándole unos años más... Estamos en el siglo XXIII.

—¿Siglo XXIII? —Él frunce el entrecejo, aquí dentro el tiempo no se cuenta como lo hacíamos antes, antes y después de Cristo.

—Sí, yo viví en el Siglo XXI. Es complicado porque tendría que decirte qué existió un hombre que marcó el mundo, y quedó como referencia a un antes y después de él—Tobias me ve confundido, así que solo sonrío—. Pero eso será algo que te podré comentar después.

—Entonces tu no vienes de otro mundo, sino que del pasado ¿no? —me pregunta.

—Se podría decir que sí, mi mente recuerda hechos históricos que me enseñaron en la escuela, pero ¿Por qué leí era historia en un libro? Es ilógico, porque entonces esa persona habrá visto el futuro, pero uno que abarca doscientos años.

—Esto es confuso.

—Lo sé, no entiendo nada—digo, paso mi mano por mi cabello y hay lugares en los que se siente tieso debido a la lluvia sangrienta. Un ruido sonó y vi a Tobias sacar una pantalla táctil del bolsillo, la observó— ¿Qué sucede?

—Tori, nos dice que ya encontró a Tris, y Christina viene cerca, hay que reunirnos con ellos.

—Vale. 

𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐔𝐓𝐒𝐈𝐃𝐄 - 𝖫𝖾𝖺𝗅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora