𝘁𝗿𝗲𝗰𝗲 - 𝗉𝖺𝗉𝖺́

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Las puertas se abren, veo una gran habitación con ventanales como pared, avanzo y entonces suena otro pitido, me giro y veo a Matthew irse en el ascensor. Respiro profundamente y junto mis manos, estoy nerviosa, avanzo y escucho pasos, me giro.

—Hola —dice él, es un hombre de unos cincuenta años, su cabello es blanco o quizás muy rubio, viste un traje formal negro y extiende su mano cuándo está frente a mi— Soy David, es un placer conocerte. Debes de tener muchas preguntas ¿no?

—Hola —estrecho su mano y después la suelto, él camina hasta un escritorio que hay en la habitación y se gira al verme.

—Toma asiento, recientemente te han dado de alta, no es bueno forzar las cosas —aparenta ser amable, me siento y él igual, pero del otro lado del escritorio—. Natalie me habló de ti, de que dijiste que me conocías y fuiste enviada a Chicago, sin embargo, estoy seguro de que las grabaciones que tenemos de la ciudad muestran que naciste ahí. Entonces, ahí viene mi duda ¿Cómo sabías que estábamos aquí afuera?

¿Qué digo? La mentira se ha caído.

No sé qué hacer.

—Yo creo saber que sucede —dice él al apoyar sus codos en el escritorio y su mentón en sus manos—. Una parte de ti viene del exterior, eso se puede ver desde tu crecimiento, demostraste ser alguien muy ágil, una chica muy inteligente que podría destacar, pero no lo quisiste así.

Mis manos sudan frío, siento que apenas puedo respirar.

—¿Qué? —logré decir con un hilo de voz.

—Grecia o Grace Fairlaw, te he observado desde que eras pequeña, has mostrado un avance genético muy grande como pare pertenecer a Chicago, eres pura completamente, tal cual eran las personas antes de la guerra de purificación —dice él, entonces sonríe—. Entiendes lo que quiero decir ¿no?

Sigo en silencio, estoy temblando y me sujeto a los reposa brazos de la silla para no demostrar mi temblor.

—No ¿Qué significa? —pregunto.

—Significa que todo recae en tu padre —mi corazón vuelve a latir—, investigamos y tu padre biológico provenía del exterior de Chicago, no sabemos cómo ingresó, porque no tenemos las grabaciones de hace más de veinte años atrás, pero por los registros manuales descubrimos a una persona que antes no estaba y después apareció como miembro de osadía —respiro más calmada—. Se llamaba Charlie y cuando el maestro de Jeanine mataba a los Divergentes, él fue una de sus víctimas. Lo siento.

—No se preocupe, al final no lo recuerdo bien —digo, y es la verdad, porque podré haber sido consciente desde que nací, pero mis recuerdos son tantos que mi mente los borra o quizás oculta. Sabía que tenía un padre, pero mi madre nunca lo mencionó, ella estaba casada felizmente con otro, que ni siquiera recordó que yo tenía otro padre.

—Lo sé, hace dieciséis años, sin embargo, sí teníamos ya activadas las primeras cámaras puestas por Osadía y Erudición, y como agradecimiento a que abriste la caja, te quiero entregar esto —me entrega una caja del tamaño de mi mano, es negra y al abrirla tiene dos objetos y un círculo que muestra el rostro de un hombre joven, de unos veinte años o más—. Es tu padre, quiero que sepas que, a pesar de todo, él resultó ser muy valiente, lo recordamos porque por su sacrificio nadie descubrió que eras Divergente.

—¿Sacrificio? —David asiente.

—El que Jeanine cazara Divergente es algo heredado de su maestro, él quería matar a todos los que creía "anormales" así que siendo profesor de la escuela sumergía a los niños pequeños en sueros leves, a quienes les afectaba eran los "normales" y quienes no, eran Divergentes, así si los niños morían no se revelarían ni perjudicarían las facciones —suena algo convincente, casi creíble ¿Cómo confiar?

𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐔𝐓𝐒𝐈𝐃𝐄 - 𝖫𝖾𝖺𝗅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora