𝘂𝗻𝗼 - 𝖾𝗑𝗈𝗇𝖾𝗋𝖺𝖽𝗈𝗌

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Abro los ojos y la celda está oscura, apenas veo mi mano por la falta de luz, de seguro movieron algo y eso provocó algún apagón, o quizás quisieron apagar el mensaje en todo Chicago. Doy un suspiro.

—¿No duermes? —me pregunta Peter, ambos estamos en la cama, solo que él duerme del lado contrario al mío, sus pies a mi cabeza y vise versa.

—No, simplemente necesito distraerme, dime algo que no sepa, alguna información —digo, descanso mi brazo sobre mis ojos y hay silencio, hasta que Peter intenta hablar.

—Creo —comienza a hablar algo bajo, siento como mueve sus manos nervioso—, creo que me gusta Tris.

Me levanto de golpe e intento fingir que lo veo al rostro en la oscuridad— ¿Qué?

—Acuéstate, no me verás, aunque te acerques a mí —tiene razón, me vuelvo a acostar, esta vez con mis manos sobre mi abdomen y jugando entre mis dedos.

—¿Cómo —trago saliva—, ¿cómo te diste cuenta de que, ya sabes?

—No lo sé, es una estirada, desde el comienzo ha aparentado debilidad cuando en realidad es una chica fuerte e independiente —la voz de Peter sonaba casi de desprecio si no lo conociera, está confundido, en duda de si realmente siente lo que siente.

—Peter —río—, estás enamorado. —Él me da una patada, me quejo, pero sigo riendo, después de instantes escucho su risa junto a la mía, pese a todo lo vivido recientemente, él es una buena compañía. Después de unos minutos u horas hablando con Peter, el sueño llega a nos y nos dormimos, al despertar levanto un poco la vista y veo a alguien con un chaleco negro y una banda gris en su hombro izquierdo, tiene un símbolo que no logro ver bien.

—La comida —dice al dejar una bandeja con una botella de agua y pan, se va y me levanto, el agua al menos está sellada, pero el pan esta duro.

—¿Trajeron algo? —pregunta Peter adormilado, se sienta en la cama.

—Pan duro y agua —digo al verlo— ¿mitad? —él asiente, parto el pan y le doy la mitad, bebimos el agua, igualmente mitad cada uno, al menos es suficiente para no desmayar en lo que resta del día.

—Bueno, aparentemente debemos estar otro día aquí ¿qué sigue en nuestra conversación? —le digo al sonreír, él se acuesta simulando desmayarse. Hemos estado al menos tres días aquí, y a diferencia de Jeanine, con Evelyn a penas nos dan comida, no nos han ofrecido ni una ducha, que mal servicio.

Yo sigo vistiendo la ropa que me dieron la última vez, un pantalón holgado celeste y una camiseta sin mangas blanca, lamentablemente estoy descalza, ya que no me dieron zapatos.

La puerta se abre y ahora es el chico Líder del tren ¿Cómo es que se llamaba? Nunca pregunté su nombre.

—Evelyn los llama a su oficina, de prisa, vamos —dice, Peter y yo nos levantamos, me mareo levemente, pero igual avanzó.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté al líder, íbamos caminando por los fríos pasillos de Erudición, algunos pasillos estaban manchados de tierra y sangre seca, al menos no había cadáveres.

—Edgar —dice él, llega a la habitación y abre la puerta.

—Gracias —digo al ingresar a la habitación, es una oficina blanca con un escritorio en medio, Evelyn está sentada al otro lado del escritorio.

—Hola Grecia, Peter. Tomen asiento —nos sentamos, Evelyn se inclina un poco hacia delante y apoya los codos sobre la mesa—. Tobias me contó que ustedes no sabían cuál era el mensaje, y que lo expusieron inocentemente.

Observo a Peter de reojo y después veo a Evelyn —No, no sabíamos de lo que trataba, y cuando lo vimos solo sentimos la necesidad de compartirlo.

—Pues esa "necesidad" es un problema —Dice Evelyn.

𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐔𝐓𝐒𝐈𝐃𝐄 - 𝖫𝖾𝖺𝗅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora