Operación Bloqueo [Operaciones Especiales #2]

14. Lágrimas de Sangre

Alice se movía con destreza frente a su salón mientras explicaba la clase que, según le había indicado el profesor de arte y suplente en su materia, les tocaba a los adolescentes recibir. El profesor intervenía cada tanto, por lo que la clase se convirtió en algo más dinámico y que motivó a los más jóvenes a participar con soltura.

Shawn y Victor la observaban desde el final del salón aunque cada tanto miraban hacia la ventana que tenía una vista perfecta hacia el pequeño jardín que los estudiantes de la clase de botánica habían levantado y a la puerta cuya ventanilla permitía ver a quienes pasaban por el pasillo.

Ambos se quedaron asombrados, nuevamente, de presenciar la cantidad de conocimientos que se albergaba en el cerebro de su protegida, sin embargo, aquel momento se vio empañado al darse cuenta de la presencia de un adolescente con mala pinta pasando más de tres veces afuera del salón con la mirada puesta en la maestra. Alice también lo notó, más no le dio importancia, no era la primera vez que alumnos de otros salones deambulaban por los pasillos hasta que algún profesor los obligaba a entrar a su respectiva clase.

Victor no se quedó tranquilo. Dirigiéndole una mirada a su compañero, salió del aula, no sin antes regalarle una sonrisa tranquilizadora a Alice.

En el pasillo, no se encontraba nadie más que el conserje del colegio que trapeaba el piso con audífonos puestos. Victor se acercó a él para interrogarlo, y a su vez, revisar el pasillo que conectaba con el que él transitaba. No vio a nadie y el conserje solo se encogió de hombros, y le dijo:

—¡Chicos! Ellos siempre buscan una excusa para salir de clase, como si eso les fuera a solucionar la vida... —y continuó quejándose sobre lo desdichado que era por no aprovechar las oportunidades que la vida le dio cuando joven.

Victor decidió que volvería al salón cuando de pronto, a medio camino, escuchó los gritos de varios jóvenes, en conjunto con sus pasos y luego disparos. Actuó rápido, giró sobre sus talones hacía donde sabía que provenía el escándalo: el pasillo contiguo.

Su sentido de héroe nacional, tal como le había ocurrido estando en el ejército, motivó a sus piernas a avanzar, pero se detuvo en cuanto vio al conserje caer antes de poder huir. Se escuchaban gritos, más no de los que huían despavoridos.

Una sola idea se le vino a la cabeza: resguardar a Alice. Victor tenía muy claro en su cabeza que la única forma de protegerla era eliminando al enemigo. No podía permitir que ese sujeto, quien fuese, hiciera mayor daño, después de todo, sabía que eso le afectaría a su Mamá Oso.

Con cuidado, pisando lo más suavemente que podía, avanzó hasta la esquina y se refugió contra la pared. Una ráfaga de disparos resonaron en el pasillo del cual él se escondía. Hubo una pausa y luego de nuevo. Estaba usando una ametralladora, comprendió.

Se cansó de estar escondido.

Mientras un adolescente, lo supuso por la estatura y musculatura, que usaba una máscara antigás, disparaba sin con un fusil de asalto a la cabeza de uno de tres adolescente en el piso y la sangre se expandía por la cerámica, Victor se mostró ante él con una smith and wesson en las manos y apuntaba al pecho del adolescente. Este, al percatarse de la presencia del desconocido, detuvo su actividad y lo imitó al hombre, sin embargo, su arma no disparó. Solo realizó un sonido hueco cada que apretaba el gatillo. Se había quedado sin munición. Aún así, actuando impulsivamente, se lanzó contra el hombre.

Victor había acabado con la vida de otros adolescentes en medio oriente, pues era muy común que esos países usaran a menores de edad como soldados. Y tanto él como su pelotón debían disparar a matar sin detenerse a pensar en la vida de quién estaban acabando. Ese momento no era la excepción. Su dedo apretó el gatillo y del cañón de su arma fue expulsado un proyectil que impactó en el corazón del adoelscente.