43. Influencias

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Narra Matt

Una curva cargada de satisfacción se refleja en mi rostro. Estar en medio del pasillo, con Cayden Collins frente a mí, un grupo de agentes tras mi espalda y otros dirigiéndose a nosotros por medio del pasillo al otro extremo del casino.

Ellos llegaron justo a tiempo. Por poco, Liz y yo no la contábamos. Cuando Dmitri y yo estábamos en la oficina de Drew Morgan, extrayendo toda la información de su ordenador, las alarmas sonaron, las luces se encendieron, y perdimos comunicación con Liz. Podía escuchar, el caos desatándose en el piso subterráneo gracias al micrófono que Liz o Frank debieron instalar en la sala, Collins regodeándose y Liz haciendo tiempo para que llegara la ayuda, pero su voz no.

Me desesperaba no escucharla.

Dmitri llamó a la oficina de Las Vegas, yo a Zambrano, pero ella no contestaba en absoluto. Su vía también estaba en completo silencio.

—La caballería está en camino —afirmó Dmitri, pero yo ya estaba frente al ascensor que se reveló gracias al mismo Drew Morgan que yacía muerto en su silla.

Mi impaciente aumentó al ver que la puerta no se abriría sin la huella dactilar de su dueño. Dmitri me ayudó a cargar el cuerpo y colocar su dedo índice en el panel, pero del otro lado era el mismo procedimiento.

—Maldito hijo de perra.

Busqué en mi traje mi navaja Suiza y cuando la encontré, Dmitri me miró preguntándose que planeaba, pero sin hablar, le respondí al alzar la mano de Drew mientras sujetaba de la punta del dedo y mi amigo aguantaba todo el peso muerto. Debió ser toda la adrenalina de mi cuerpo que me permitió hacer un corte limpio y regresar al ascensor.

—Te volviste loco, viejo.

—No voy a cargar con ese muerto —le aseguré, a la vez que presionaba el índice de Drew en el panel del interior del ascensor—. Y voy a superar tu cifra. Otra vez.

—Hijo de pe...

Las puertas se cerraron, logré mi objetivo, y no solo superar la cifra de bajas humanas que hemos logrado en nuestra trayectoria en el Ejército y luego el FBI, sino tener a Liz de nuevo entre mis brazos.

Ella podía cuidarse sola, lo sé, pero un revólver no carga las suficientes municiones como lo haría una glock, la misma que dejó en su bolso y por obvias razones no podía llevar.

Ahora ella no está en el edificio. Salió disparada en cuanto vio a Nora Wells salir detrás de Frank. Desearía haber ido con ella, pero mi responsabilidad está aquí, controlando la situación en el casino con agentes tácticos por todo el lugar mientras yo estoy diciendo las palabras que he deseado decir desde que supe que él estaba detrás de todo.

—Cayden Collins, estás jodidamente arrestado.

Collins se alza sobre sus pies y cuando hace el movimiento de voltear, puesto que me da la espalda, las armas de todos, a excepción de la mía, se hacen escuchar. Mi sonrisa se ensancha a medida que me aproximo a él.

—Se te imputan cargos por homicidio, secuestro, conspiración, terrorismo, robo y filtración de información clasificada y podría seguir pero me tomaría toda la noche.

Los hombros de Collins caen y yo le agarro ambas muñecas para deslizar las esposas que recibí del jefe de la unidad táctica que llegó en nuestro auxilio.

—Yo no cantaría victoria todavía —masculla Collins cuando las esposas hacen clic, asegurando su privación de libertad.

Río entre dientes.

—Asúmelo, Fox. Jaque mate.

Tiro de Collins, decidido a encerrarlo por fin en una celda y sin comunicación de ningún tipo, pero un agente me llama empleando mi nuevo cargo.

Operación Bloqueo [Operaciones Especiales #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora