18. Camino a la redención

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Soy consciente de lo mucho que me gusta Lenna, también sé que todo comenzó mal.

Y aquí estoy como un perro callejero esperando me regale un poco de atención, una caricia, una mirada, lo que sea... Todo esto al tiempo que estoy sentado frente a Ivashkov ,quien no parece querer disimular que están juntos.

Lenna se queja un par de veces, para al final dar una pobre excusa sobre ir al tocador. Ambos ponemos nuestra atención en ella que se tensa cuando mira su teléfono.

—¿También te están llegando mensajes a tí , Ivashkov? —seguimos viendo al lugar por el que desapareció.

—Es una mierda —asiente. Nuestros teléfonos vibran en sincronía.

Siento calor y frío al mismo tiempo cuando veo a mi tío en el apartamento de Lenna. Levanto la mirada para comprobar que él tiene la misma expresión.

—¿Qué pasa?— Ángel le muestra la imagen a Lenna y a partir de allí todo es una locura.

Contrario a cómo llegamos Lenna se va conmigo. Por el momento no hay lugar más seguro que la casa que estoy remodelando para nosotros.



Me encargo de que Francia vuelva a casa a salvo.

No hay nadie en la sala de espera y James está cuidando a Zoe.

—No le avisaste —vuelvo a la habitación con un par de golosinas de la máquina.

—No estamos en buenos términos —acepta el chocolate.

—¿Se van a separar?

—Eso parece —toda su atención está en el chocolate

Los cólicos del medicamento pararon hace un tiempo y Francia aseguró que "el producto" había sido expulsado. Solo le administró un poco de medicamento para el dolor y dió la orden de darla de alta por la mañana.

—Es un idiota — la conversación no es tensa pese a la situación.

—Tengo debilidad por ellos, al parecer — me sonríe. Una sonrisa cansada, pero real—. Yo no busqué este último.

Le creo, antes de esto tenía una duda de cual porcentaje había sido un "accidente" y que tanto ella lo había buscado.

—¿Qué va a pasar ahora, nena? —la cama es lo suficiente grande como para acurrucarme con ella.

—Programé la OTB. No puedo pasar por esto una vez más.

—No sería mala idea que él se haga la vasectomía —levanta una ceja —. Solo estoy esperando a tener un par de días libres —confieso—. No sé si va a funcionar con Francia, pero por ningún motivo voy a traer a otro niño al mundo.

—Parece que ahora, al fin nos vamos a volver adultos responsables — después de eso la conversación va de un tema a otro hasta que ambos nos quedamos dormidos.






Francia está en casa. Entona alguna canción en español y puedo escucharla moviendo cosas en la cocina.

Me acerco sin hacer ruido. No recuerdo haber visto a Francia tan tranquila antes.

—¡JESÚS! —grita cuando se percata de mi presencia.

—Nop, pero también hago milagros —le doy un guiño coqueto.

—Eso es blasfemia —trata de mantenerse sería, pero una sonrisa se asoma.

—No soy religioso —le doy una gran mordida a una manzana y un poco de jugo escurre por la comisura de mi labio.

En ésta no (#3 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora