23. Alivio

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Lenna se ve incómoda mientras esperamos que la ginecóloga analice los resultados de las pruebas que nos hicimos.

que no le gustan los médicos, pero fue el único pretexto con el que pudimos salir de su casa sin que todos quisieran venir. Nadie consigue deshacerse de la paranoia que mi tío dejó tras él.

Trato de prestar atención al médico. Cada tanto veo de reojo a Lenna, rogando en silencio que haya una pequeña posibilidad; ella quiere una familia numerosa y yo no tengo problema en disfrutar de hacer tantos bebés con ella como desee.

—Las probabilidades son bajas, tu útero tiene un par de cicatrices.

—¿Cuáles son las probabilidades?

—Eso depende mucho de tí, de como te cuides. Por lo general aumentan el riesgo de  un aborto espontáneo y problemas en la implantación.

Aprieto la mano de Lenna.

—Ya sabemos el problema, ahora quiero saber que tenemos que hacer para intentarlo —no está todo perdido y estamos juntos en esto.

Salimos del consultorio tomados de la mano. Hay algo que la tiene distraída, sospecho que Ivashkov al fin ha ido a visitarla.

En su momento Lenna va a contarme, por ahora es suficiente con tenerla a mi lado.

Todos los días, apenas abro los ojos, no puedo evitar pensar en lo que pude hacer para ayudar a Giovanni.

Duele no haber podido hacer más.

Abrazo a Zoe, quien decidió dormir en mi cama como cuando era más pequeña.

—Papi, tengo hambre.

—Pero si aún no abres los ojos bien, mi vida —la abrazo más fuerte encantado de escuchar su risita.

Después de lo de Giovanni ha sido inevitable pensar en que cada segundo es oro.

El olor a waffles hace que mi hija corra a la cocina. Papá lleva algunas semanas en mi apartamento y, todavía es extraño verlo en la cocina. No tenía idea de que supiera hacer algo más que encender el microondas.

—Yo quiero ese, Lolo —papá acaricia la cabeza de Zoe mientras le da el waffle elegido —. Gracias.

Ambos miramos con curiosidad y algo de miedo la manera en que mi niña devora los waffles.

Seis. Seis waffles preparados con fruta.

—Zuzu, ¿estás lista para conocer a tu hermano?

Lo piensa unos instantes.

Es una niña de seis años extremadamente inteligente y, no lo digo porque sea mi hija. Zoe es inteligente, casi de miedo

Lenna y yo hemos tocado el tema antes, pero optamos por dejarla vivir sus etapas por ahora.

—¿Es un bebé? — asiento— Está bien, —hace una mueca.

—Vamos, es hora de comer.

La mañana pasa volando, Zoe escoge un vestido voluminoso de colores y canturrea algo sobre una hormiga una y otra vez camino a casa de Julia.

—¿Va a ir también la abuela?

—Nop, aquí está tu hermano —bajamos en silencio.

Mi hija se aferra a mi mano, incluso cuando Julia sale a recibirnos no me suelta.

—Hola, Zoe —Francia está en la sala con Zaid en brazos. Se ve horrible.

Dejo un beso en su frente.

—Hola, Francia, te traje esto. —saca un chocolate de la bolsita de juguete por la que tuvimos que regresar. A diferencia de la última vez que se vieron Zoe sonríe — No supe que traerle al bebé.

Ahora su atención se concentra en Zaid. Por unos minutos no habla, toma la manito de su hermano que está dormido.

Sin decir nada deja un beso en la mejilla de Zaid y cuando voltea a verme me da una gran sonrisa, pero como la niña que es tras unos minutos más se aburre y sale corriendo al patio.

—¿Todo bien? —Francia asiente —¿ Haz hablado con Ana?

—No responde —hago una mueca, porque hace unos días hablé con ella y según su versión Francia es quien la ignora.

—¿No quieres que te lleve a verla? —parece genuinamente emocionada con la idea —Podemos ir a algún otro sitio después.

—Como si estuviéramos juntos —sus ojos se inundan —. Quieres jugar a la casita.

Medito bien lo que quiero decir. Es evidente que el elefante en la sala es el tema del divorcio, pero con la situación como está no puedo arriesgarme a qué me aleje.

—Solo quiero que comiences a salir y pasar un día agradable... Pero si quieres podemos quedarnos sentados aquí todo el día.

Niega y me deja con Zaid para irse a cambiar.

—¿Supongo que no estoy invitada? —Julia se sienta a mi lado.

—No —es una respuesta firme y no tengo nada de ganas de hablar con ella.

— ¿De verdad vas a dejar a Francia por la zorra aquella?

No quiero morder el anzuelo.

—Julia, no hagas esto. No es algo en lo que puedas influir, puede que Francia no lo vea pero tú y yo sabemos que no estás haciendo esto desinteresada.

—Tu papá fue el amor de mi vida.

—Vladimir no es mi papá, Robert sí.

—No saliste de allí, Adrián. Cuando dejes de negar la verdad y veas a tu papá como el hombre maravilloso, con errores que fue...

—Fue un tratante de blancas, no olvidemos el lavado de dinero, los nexos con el narcotráfico y pederasta violador — mi mejilla arde antes de que pueda siquiera reaccionar.

—¡Tú no lo entiendes! —está gritando como una loca —¡Ella lo convirtió en eso!

Tal vez fue el shock de saber que Julia en verdad lo cree pero estoy frío. Por suerte Zaid, pese a removerse un poco sigue dormido.

—Lenna tenía 13, Julia.

Cuando vuelve a hablar lo hace casi con ternura, así es como sé que Francia volvió.

—¿No vas con nosotros, Julia?

—No, preciosa, yo tengo otras cosas que hacer.

Salgo casi corriendo con mis hijos, Zaid en mis brazos y Zoe tomada de mi mano.

Aseguro a cada uno a su silla en el auto. Francia ocupa el asiento del copiloto, ajena a lo pasado hace apenas unos minutos.

Llegar a casa de Ana, me distrae lo suficiente.

Está tan emocionada con Zaid, aunque al mismo tiempo hace sentir en casa a mi hija, casi como si también fuera su abuela.

Aprovecho cuando Francia y Ana se pierden en una habitación para mensajear a Lenna.

«No puedo dejar que regresen con Julia»

—¿Podrías siquiera esperar a dejarnos en casa para hablar con ella? — no escuché cuando se acercó y, me sentí como un niño descubierto en medio de una travesura.

—Lo siento —ninguno de los dos tuvo claro el porqué de la disculpa, pero tras un suspiro y una sonrisa triste me pidió que me fuera—. De verdad lo lamento.

—Solo vete, Adrián.

—Te llevo de regreso.

—Hoy me voy a quedar aquí —fue la primera vez en el día que un alivio genuino me alivió, tal vez si pasaba más tiempo con Ana ya no querría volver a casa de Julia.

Tras una rápida despedida tomé a Zoé y la llevé a casa.

En ésta no (#3 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora