Siento los brazos de Natalia alrededor, apretando como si temiera que la dejara en la noche. Tan pronto abro los ojos observo su cabello rojo alborotado cubrir su rostro y darle un aire tranquilo, lo cual resulta impresionante. Esta es la primera vez que me detengo a admirar a mi chica.
—¿No te han dicho que observar a las personas mientras duermen te vuelve automáticamente un psicópata? —su acento español es aún más notorio cuando está casi dormida.
—Vale la pena— sus mejillas adquieren un tono rosado que me excita—. Ser tomado por un loco si la vista es así de espléndida es todo un placer.
En cuanto Lenna despertó y me encargué, con consentimiento de León Abbott, de que aquel bebé fuese registrado y enterrado como si fuese hijo mío, corrí lejos. A España para ser exactos. No quería ver en lo que Lenna se convertiría después de lo que ocurrió y justo cuando creí que no podía estar más perdido conocí a Natalia.
Cada centímetro de ella me fascinaba. Su piel bronceada y sus labios carnosos eran imposibles de ignorar. Desde el principio fuimos conscientes de lo poco que duraría lo nuestro y cuando aquella tarde después de la universidad recibí aquella llamada supimos que era el final.
Camino al aeropuerto nos mantuvimos en silencio. Cuando nos despedimos no hubo lágrimas, sólo un beso que duró una eternidad y un adiós. Subí al avión dejando atrás a la chica que me había ayudado a recordar el sabor de la vida para reencontrarme con la persona por la que estaba loco.
Sólo esperaba que la chica que tenía mi corazón me amara algún día también.
«Revisa el periódico»
El mensaje de James distrae mis pensamientos. Sé perfectamente a que se refiere y paso las manos por mi cabello.
Esto se ha salido de control. Los abogados del bufete para el que trabajo han convocado a una reunión y finalmente decidieron que aunque mi carrera fuera impecable mi vida personal no lo era y me dieron una liquidación con unos cuantos ceros de más para evitar un escándalo. Aún con ello sé que muchos de los clientes me seguirán.
En cuanto envío a mi secretaria a empaquetar las cosas que tengo en la oficina y enviarlas a mi casa salgo del edificio donde se encuentra el corporativo y me detengo en la entrada para respirar profundamente. No debería sentir el alivio que siento; sin embargo, es como haberme quitado un par de cadenas de encima. Tomo mi auto y me dirijo al edificio donde trabaja Maxwell. Entro a su oficina sin llamar con una de las irritables secretarias detrás disculpándose mientras maldice continuamente. La escena hace que gane una mirada divertida del pelirrojo, quien de inmediato deja los papeles que estaba revisando para enfocarse en mí. Después de la boda de Hanna y Ernesto, Maxwell se había alejado del círculo de Lenna para pasar a ser mi amigo incondicional.
—Buena la nota de esta mañana, Adrián —señala el asiento frente a él—. Apuesto a que Lenna está hecha una fiera.
Me remuevo incómodo en el asiento, Lenna no es algo en lo que había pensado.
—Últimamente se molesta por todo—me encojo de hombros fingiendo que no me importa.
—Estuvo aquí esta mañana. —Responde con una sonrisa llena de melancolía— Llevaba meses sin verla, pero se ve... decaída.
—¿A qué vino? —Dije al tiempo que analizo lo que acaba de decir—Creí que ya no se hablaban.
—No hablo con Hanna ni el resto de los chicos, Lenna es distinta—aguardo en silencio esperando que continúe—. Vino a rogarle al juez Stark que ignorara lo de esta mañana. —siento mi corazón detenerse al escuchar el apellido del juez encargado de lo familiar, el mismo que dictaminó nuestro divorcio— Abogó por ti con fiereza. Algo que ambos sabemos no mereces... No después de lo que le dijiste a la niña.
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En ésta no (#3 PeR)
Literatura KobiecaUn divorcio, una mujer que nunca se aleja del todo y tener el corazón roto son una combinación letal. Después de su divorcio, la muerte de su hermana y la inminente derrota ante alguien que siempre pareció joderlo y arreglarlo todo en un parpadeo, l...