15. Redención

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Creo que me he vuelto loco. Llevo un par de minutos mirando dormir a Lenna. Gracias al cielo logré hacerla entrar en calor.

"Puedo vivir así toda la vida" pienso antes de abrazarla y quedarme dormido de nuevo.

-Vete -mamá sonríe victoriosa.

-Deberías hacerle caso a mi hijo -Lenna la ignora con dificultad. La observó tensarse y apretar los puños. No ha dejado de verme a los ojos desde que dejó de hablar hace unos minutos.

-No le dije a ella. No es a Lenna a quien quiero lejos.

Dicen que hay calma después de la tormenta, sin embargo nadie habla de los destrozos que quedan.

Hay un frío y tenso silencio en el apartamento. Inclusive no noté cuando Ivashkov desapareció llevándose a Zoe, mi hija, con él. Lenna y yo seguimos congelados en el mismo sitio desde hace un par de horas.

Veo la ventana percatandóme de que la luna apareció. Ella solo está allí, viéndome de la misma forma en que lo hizo cuando volvió de la muerte. Cuándo intentó seguir con la vida como era.

Cuando nos quebramos.

—No me lo ibas a decir —intento que las palabras salgan claras pero al hablar siento el sabor metálico de la sangre en la garganta y por un instante dudo que ella me escuchara.

—No, no iba a hacerlo.

Quiero gritarle.

Quiero romper cosas.

Incluso creo que necesito alcohol más que cualquiera de esas cosas. Pero me recuerdo que debo estar sobrio por mí, por mi hija y porque no quiero más problemas.

—Vladimir es mi papá, Lenna. Es por eso que no volviste conmigo.

Por primera vez desde que nos dejaron solos aparta la mirada.

»Lo supiste desde mucho antes —acuso y ella no intenta negarlo — ¿Qué tanto te recuerdo a él?

Vladimir nunca fue malo conmigo, incluso recuerdo a un tío amoroso y consentidor. En mi niñez solía ser mi ídolo. No recuerdo nada más que querer ser como él... hasta que pasó lo de Lenna y se volvió el ser más despreciable del mundo.

De haber tenido la oportunidad yo habría terminado con su vida sin duda alguna.

—No eres ni un poco parecido a él —esta vez trata de no apartar la mirada—. No te lo dije porque no le ví sentido a hacerlo; Robert siempre ha sido tu papá, no importa que alguien más te haya engendrado.

—¡El hombre que me engendró te violó! —grito y me acerco a ella—. ¡El hombre que me engendró mató a su hijo!— me detengo cuando siento su aliento— ¡El hombre que me engendró te destruyó, Lenna!— levanta la mirada viéndome con firmeza— ¡Y tú, precisamente tú, eres quien dice que eso no importa!

Intenta hablar, pero la interrumpo.

»¡Júrame que no tuvo ni un poco que ver el que él sea mi padre con que tú estés con Ángel!

Sus manos en mi rostro me toman por sorpresa y sus labios aún más cuando se posan con desesperación sobre los míos. Su lengua pide acceso a mi boca y con gusto accedo. La tomo por la cintura y camino hasta que su espalda está contra la pared y sus piernas me rodean.

La beso, la toco con desesperación, pero no intento ir más allá porque algo, una voz, grita desde el fondo de mi ser, que ella se arrepentiría por la mañana.

¡Solo lo hace para que te sientas mejor!

Me alejo tan repentinamente como comenzó el beso. La observo. Sus mejillas sonrojadas, sus labios rojos, su cabello revuelto, sus ojos oscurecidos y su expresión de confusión.

Deja de rodearme con las piernas volviendo de nuevo a estar parada. Me obligo a alejarme. Retrocedo como si ella quemara. Y más que eso es como si matara. Me desgarra entender que ella hubiera estado dispuesta a lo que sea con tal de "curarme".

—No vamos a volver a estar juntos, Lenna —me dejo caer sobre mis rodillas y abrazo sus piernas—. No después de saber esto.

—Adrián —me acaricia con ternura el cabello.

—Te voy a amar por siempre, Lenna Abbott. Pero esto es más grande que yo. Que nosotros. Nunca podría reparar lo que él ha hecho.

Me suelto a llorar como un niño. Me abrazo a ella aferrándome a sabiendas de que se irá y esta vez para siempre.




Lenna no ha intentado llamar y se lo agradezco.

Yo no he intentado llamar a Francia y eso me hace sentir como un cabrón.

Mamá llamó tantas veces que terminé por cambiar de número y apartamento.

No logro sacarme de la cabeza que soy hijo de un jodido violador, asesino y una mierda más grande de lo que puedo soportar. Lo único que me hace sentir orgulloso es que no he tocado ni una gota de alcohol.

No podía desaparecer como hacía cada vez que algo se me iba de las manos. En lugar de eso me decidí a entregarme por completo al trabajo. Lenna me dio una oportunidad y aunque no quiero verla no voy a fallar en esto.

Miro a mi reloj.

Llevo 15 minutos esperando al chico que ayudaré. Cuando decido que no va a llegar y estoy por irme aparece.

Es un chico desaliñado, con negro y revuelto cabello que cubre sus ojos. Camina con la mirada al piso.

Se acerca a la mesa donde estoy y se sienta.

—¿Cuántas preguntas son? —me ve con desconfianza

—Solo una.

Su rostro revela lo joven que es. No pasa de los 16.

Mierda. Él debería estar jugando Xbox, o saliendo a alguna fiesta con sus amigos. Tal vez debería estar con alguna chica tratando de enamorarse como loco por primera vez; sin embargo, está aquí, con la vida complicándose a cada paso.

—Mi testimonio — Su mirada ojerosa y cabello despeinado confirman que no ha tenido buenos días.

—¿Te molesta que lo grabe?

—Esas son dos preguntas —contesta brusco.

—Solo una. La otra no la hice —un amago de sonrisa se desvanece con la misma velocidad con la que apareció.

—Comienza a grabar —dice y cuando le pido que hable lo hace.

Todo el tiempo parece sumido en la historia como si lo reviviera. Sus gestos son como si el dolor volviera.

Contiene el llanto mirando fijamente el servilletero.

Trato de no presionarlo cuando parece trabajo costarle seguir y espero hasta que termina sin hacer algo mas que apretar los puños. No creí muchas cosas de su testimonio escrito hasta que conocí al niño, porque eso es.

«Esta es la manera en que vamos a reparar un poco del daño que Vladimir hizo.» pienso creyendo que tal vez esto me traiga un poco de redención.

—Te voy a ayudar —digo antes de que él se vaya—. Y te juro que voy a hacer que el cabrón lo pague por el resto de su vida.

Lo veo suspirar con alivio antes de salir del lugar sin despedirse.

En ésta no (#3 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora