8: Responsabilidad

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Veo a Lenna correr en dirección a mí. Discretamente observo el reloj en mi muñeca suspirando tras los quince minutos de retraso. Odio esperar. Le doy una calada al cigarrillo mientras llega hasta mí.

Lamento llegar tarde su respiración en agitada, de inmediato mi mente vuela a una escena donde el aire le falta por algo más intenso que un par de minutos corriendo. Me metí en problemas sus palabras hacen que vuelva a la realidad con una mueca de disgusto.

¿Gustas?tomó sin dudar un cigarrillo- ¿fuego?

¿Qué ocurre?me observa atenta, esperando que no haya malas noticias.

Yo... Creo que debo explicarte el porqué del que haya decidido reanudar nuestro compromiso.

No entiendo porque lo hiciste, pero supongo que por alguna buena razón.

—Tú de verdad me gustas— me encanta la manera en que sus ojos se abren con sorpresa. Es bastante mala intentando ocultar sus emociones— pasamos mucho tiempo juntos de pequeños hasta que... Recuerdo a Vladimir y todo lo que hizo. Si el hijo de puta siguiera vivo...

No lo digas por favor— ruega—. Sé que te he tratado mal, y de verdad lo lamento, pero no deseo lastimarte. Estoy... no estoy preparada para esto.

¿Podríamos intentarlo al menos?

Yo... ¿estás seguro?— puedo ver como busca la trampa en mis palabras.

¿Quieres casarte con un completo desconocido?

No eres exactamente uno.

Lo sé— cuando lo noto los labios de Lenna se unen a los míos con temor, el beso es lento y tierno aún así jamás había sentido mi corazón descontrolarse de tal manera. Tuvieron que pasar años para finalmente ser libre de besarla. Se separa apenas lo suficiente para soltar un suspiro cargado de melancolía.

Joder, nena, jamás me cansaré de ti cada parte de mi ser aun vibra pero ella no escucha cuando llega el profesor Ivashkov a interrumpirnos atrayendo por completo la atención de Lenna. 




























Veo correr a Lenna hasta que la pierdo de vista, su hermano toca mi hombro y toma la cartera que ella ha olvidado para comenzar a correr.

—¿Estás bien? —el rostro de Francia me recibe desde el blanco y frío consultorio.

—Eso creo— entro siguiéndola y me coloco en la silla en la que estuvo Lenna— ¿Algo va mal? —señalo en dirección a la puerta y me inclino con sutileza esperando dar una pequeña mirada al expediente.

—Es confidencial —con agilidad Francia cierra el folder y lo guarda en un cajón del escritorio —. Así que decidiste venir.

Asiento.

—¿Cómo es que terminaste embarazada? —señalo el consultorio—Se supone que con tu trabajo tendrías esa parte bajo control.

—Mi ex pareja era estéril —se remueve incómoda recostándose contra el asiento tanto como le es posible—, después de los exámenes de rutina los anticonceptivos no fueron necesarios.

—Yo siempre uso condón, maldita mierda—hace una mueca de disgusto ante mi vocabulario.

—Estábamos demasiado ebrios—suspira—. Esto no estaba en mis planes, yo no quería compromisos con nadie, estaba bien con mi vida—dejo que siga. Ambos necesitamos desahogarnos—. Cuando supe del embarazo ya era tarde para interrumpirlo.

En ésta no (#3 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora