19. Límites

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Lenna corrió a Ivashkov, admitió frente a su papá que está asustada y parece haber salido del shock.

No mostró ningún sentimiento hasta que el avión despegó. Entonces se recarga en mi pecho y llora.

No tengo palabras para decirle. No se supone que deba consolarla por tener el corazón roto y, sin embargo, aquí estoy.

Hay un par de escalas antes de llegar a nuestro destino. Un vuelo directo habría Sido un peligro para nuestra seguridad.

-No pude volver por nada a casa -su voz es triste pero su mirada no se despega de la ventanilla.

-Lo lamento -tomo su mano-. Cuando volvamos ...

Ella solo asiente.

París es bonito, no es un lugar que ame, lo que sí me gusta es como Lenna parece disfrutar genuinamente del lugar

Las llamadas de mi hermana y mamá no han parado, pero contestar no es una buena opción. Claude insistiría en venir y, egoístamente, estoy disfrutando tanto de la compañía de Lenna que no pienso repartir su atención.

-Tienes que responder en algún momento -Lenna está acurrucada en mi pecho mientras se reproduce Crepúsculo en el televisor. Odio la película, el concepto en general, pero si ella lo disfruta puedo sacrificar un par de horas.

-Se supone que nadie debe saber en dónde estamos.

-Seguramente tu mamá está vuelta loca- se endereza y quedamos frente a frente -. Sólo dile que estás bien.

Me quedo mirando sus labios. Aún no la he besado en el tiempo que llevamos aquí y, tampoco estoy seguro de cuánto tiempo más lo quiero posponer.

Mi teléfono vuelve a sonar y bajo su atenta mirada contesto.

-¿Por qué no me dijiste que iban a huir juntos? - Claude nisiquiera me deja responder antes de darme una cátedra.



-¿Sigues molesta? -Francia da un respiro profundo.

-¿Por qué habría de estarlo?

No puedo culparla, las notas sacando de contexto la situación con Lenna no han dejado de aparecer y, como cereza del pastel, alguien averiguó que ella e Ivashkov están separados.

-No está pasando nada con Lenna.

-Oh, claro, porque eso es lo que se ve -está frente al espejo acomodando cada uno de sus cabellos en una coleta alta-. Seguro que todos somos idiotas.

-Oye, -me acerco con cautela a ella- estamos casados. -me da una mirada a través del espejo y la abrazo por la espalda. Mis manos descansan en su vientre - Estoy comprometido en esto.

-¿Por cuánto tiempo?

-El que sea que dure, Francia. -dejo un beso en su cuello- De verdad lo estoy intentando, jodidamente lo hago.

-Es un asco verla rondando siempre cerca.

Ella no es quien ronda alrededor de mí, pero eso no me va a traer menos problemas.

-Trabajamos juntos -doy otro beso en su cuello y su piel se eriza-, tenemos una hija- otro beso más -, es casi imposible que no nos veamos - le doy un beso más y gira.

-Intentas hacer que se me olvide con sexo.

-¿Funciona? -hablo contra su boca.

-Puedes intentarlo.



Pitufina está en la oficina de Max, aparentemente están teniendo algo.

Carraspeo con la clara intención de incomodarlos.

En ésta no (#3 PeR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora