CAPITULO 29 SEÑORES SUPASIT

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-¿Boun?- pregunto el pelinegro sorprendido, viendo como el susodicho se acercaba a ellos con cara seria. -¿Qué haces aquí?
-Es lo mismo que yo te pregunto - le dijo viéndolos duramente.
-No nos han presentado, soy Yiwa- interrumpió la chica extendiendo su mano con una sonrisa en sus generosos labios.
-Se quién eres- contesto el rubio son tenderle la mano y mucho menos sonreírle.
-Yo, creo que me voy- dijo bajando su brazo y eliminando la bella sonrisa- gracias por todo Prem, y perdón haberte hecho venir desde temprano - tomo su bolso despidiéndose con la mano de su amigo, y se alejó sintiéndose bastante incomoda por la penetrante mirada de Boun, sabía que no la había dejado me observar.
-Pero ¿Qué te pasa? - dijo el pelinegro molesto- ¿Por qué fuiste tan grosero con Yiwa?
-Abandonaste nuestro lecho por venir con esa mujer- contesto con los labios apretados.
-Esa mujer es mi ex prometida- dijo, arrepintiéndose en el instante en que las palabras abandonaron su boca- quise decir que se convirtió en una buena amiga- trago saliva ante la mirada asesina de su pareja.
-Vamos- tomo su mano con fuerza y empezó a caminar con pasos decididos.
-¿A dónde vamos?- pregunto tratando se zafarse del agarre.
El rubio ni se molestó en contestar y lo subió en el coche.
-Te he preguntado ¿a dónde vamos Boun?- exigió Prem en cuanto el otro se montó del lado del conductor.
Pero de nuevo fue ignorado, así que bufo molesto, y se arrebujo en el asiento. No era la primera discusión que tenían, y sabía que el rubio era demasiado testarudo, pero él también lo era.
El mayor condujo como si lo persiguiera el demonio, hasta que llegaron y entraron a un estacionamiento subterráneo. Boun estaciono con maestría el coche en uno de los lugares vacíos, se bajó con rapidez, y abrió la otra puerta de la misma manera.
-Vamos- ordeno jalándolo del asiento.
-Espera- pido mientras trataba de igualar el ritmo de sus largos pasos.
-Te enseñare a serme fiel- rugió el rubio sin detenerse y haciéndolo entrar en un elevador.
-Pero, ¿te has vuelto loco? - pegunto incrédulo, logrando zafarse de su agarre y sobándose ese lugar.
-¿Loco?- se giró para verlo con mirada molesta- no soy el que ha sido infiel.- respondió con amargura.
-Realmente te has vuelto loco- lo acuso Prem dolido, al ver que realmente le creía capaz de hacerle eso.
El elevador siguió avanzando sin que ninguno dijera palabra, cuando las puertas se abrieron el pelinegro fue el primero en salir, giro a la derecha y empezó a caminar por el iluminado pasillo.
-Es por acá- anuncio el más grande con voz contenida.
Prem se dio la media vuelta mortificado.
-Ya que todo lo sabes, guíame- señalo molesto el otro lado del pasillo.
Boun empezó el camino del lado contrario, y al menor no le quedo más que seguirlo, eso sí sin dejar de rechinar los dientes. Ambos entraron en un enorme departamento élegamente decorado. El color dorado y blanco era lo que abarcaba todas las paredes.
-¿Qué es este lugar?-pregunto Prem muy a su pesar encandilado con el lugar.
-Mi departamento, es donde me quedo cuando vengo a la ciudad- le explico aun serio.
-Creí que te quedabas en la casa de tu hermano.
-No es así, pero eso no es lo que nos tiene aquí- se puso frente de él.
-Cierto- concordó el pelinegro, enfrentándolo - estamos en este lugar por tus ideas tontas.
-Nunca más me llames loco- exigió acercándose más y señalándolo.
-Es como te has comportado- respondió sin bajar la mirada- no sabes lo que realmente paso y solo estas sacando conclusiones- empezó a elevar la voz- ¿Cómo puede ser posible que creas que te fuera infiel? - presiono su dedo índice en el enorme pecho del otro- solo acudí al llamado desesperado de una buena amiga.
-¿Amiga?- dijo con cinismo- no lo parecía, se veían muy unidos- dijo con amargura, apartando la mano que lo señalaba.
-¿Es que acaso no tienes amigos?- pregunto molesto alejándose de él.
-Claro que los tengo, y muchos.
-Pues no lo parece- contraataco- Yiwa está pasando por un mal momento, uno realmente malo, y soy su único amigo en la ciudad.
-Pues se veían muy cariñosos en el restaurante.
-Es porque es mi amiga- grito el pelinegro- lo que viste, fue un vínculo de amistad. Has olvidado que gracias a ella estamos juntos.
-Hasta donde recuerdo, fue gracias a mi insistencia, sin mencionar que somos Destinados contesto furioso.
-No te hagas el tonto, sabes que yo fui un cobarde, que dejé que una chica buena e inocente se hiciera cargo del rompimiento de nuestro matrimonio. ¿Acaso lo olvidaste?
-No, no lo he olvidado, y no eres un cobarde.
-Lo soy- se opuso el pelinegro- la deje enfrentarse a sus padres y todos los que sabían de nuestro compromiso, y ella se hizo cargo de todo, por mí, por nosotros- enfatizo desesperado.
-No digas eso- lo tomo de los hombros- no has hecho nada malo, hiciste lo que creíste correcto, el que cometió el error fui yo. Te perseguí aun sabiendo que estabas prometido, incluso te seguí antes de eso- reconoció.
-¿Cómo?- pregunto desconcertado.
-Hace años que te sigo- empezó el rubio- pero eras demasiado pequeño, tenías unos veinte años- se alejó de él pensativo- estabas en la biblioteca de tu universidad en Tailandia, fuiste la cosa más bella que jamás había visto en mis ochocientos años- sonrió- y supe que las coincidencias no existían. Yo estaba en una reunión a la cual Ohm me había mandado, pero no podía concentrarme en lo que esas personas decían, así que salí del lugar, dejándolos con la palabra en la boca, y después de caminar si sentido, te vi. Estabas sentado, muy concentrado en un libro, y te observe desde las sombras.
-No… no creí que supieras de mi desde tanto tiempo- dijo sorprendido, ya que casi tenia treinta.
- Soy un vampiro- le sonrió tomando sus manos- y sé que es un milagro encontrar a tu “Destinata”, por eso cuando te vi por primera vez, me quedé estático. No podía creer que yo fuera tan afortunado, así que no quise estropearlo presentándome tan repentinamente.
-¿Esperaste tantos años?- pregunto sorprendido.
-¿Qué esperabas?- cuestiono- no podía acercarme a ti así de golpe. Por fin después de tantos siglos, había encontrado a mi pareja, algo en lo que nunca creí-  lo sentó en uno de los sillones.
-Te hubiera aceptado- dijo sentándose y mirándolo con desesperación.
-No es cierto- le dijo- tarde ocho meses en que me aceptaras- le recordó.
Prem se levantó y se alejó de él.
-Sabias de nosotros, y no me dijiste nada- le reclamo.
-Por que eras demasiado joven, además yo estaba asustado.
-¿Asustado, tu?- cuestiono sorprendido Prem.
-Obviamente que si- se volvió a acercar a el- no sabes lo importante que eres para mí.
-Tu eres igual de importante para mí- dijo apasionadamente- nunca me había enamorado hasta que te conocí, nadie me había hecho sentir lo que tu haces.
-Eso lo sé ahora- lo hizo sentarse de nuevo, y se acuclillo frente a él. – nunca tuviste ninguna cita y nadie te llamo la atención, siempre estabas concentrado en tus estudios, era lo único que te importaba.
-¿Y cómo sabes eso?, solamente supiste desde los veinte años-lo pico el pelinegro.
-Por qué te conozco- dijo seguro- sé que un chico que se mantiene en la biblioteca no es alguien que ande de fiesta, solo te importaba la universidad, solo te preocupaban tus estudios- le sonrió con cariño.
-¿Entonces por qué a estas alturas dudas de mí?- pregunto apretando las manos más grandes.
-Ella fue tu prometida, y tienen tan buena relación.
-Solo es mi amiga, y si, fue mi prometida, pero no por elección, sino porque así lo quisieron nuestros padres.
-Me revienta que te hayas ido sin avisarme y más para estar con ella.
-Pero no pasó nada, yo solo te amo a ti. - le sonrió conciliadoramente.
-También te amo, más que a mi vida- le regreso la sonrisa- y eso es decir mucho, ya que soy eterno.
-Siempre tan presumido- sonrió abiertamente.
-Solo un poco modesto- se levantó y se sentó a su lado- dime que quería decirte tu amiga, ¿qué te saco de mis brazos?
-No empieces- dijo haciendo un puchero.
-Está bien, lo siento- lo abrazo- pero si quiero saber para que te quería ver.
Prem le empezó a contar todo.
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Yiwa regreso al hotel donde se estaba hospedando junto con sus padres, no les había avisado que saldría, esperaba que no le dijeran nada por salir sin sus guardaespaldas. Desde que se había cancelado su matrimonio con Prem, sus padres se habían molestado mucho y la habían empezado a tratar duro, algo que nunca habían hecho. Entro silenciosamente en el pent house, y supo que la suerte no estaba de su lado cuando escucho a lo lejos las voces de sus padres.
-¿Qué vamos a hacer Harold?- pregunto la señora Supasit con voz queda, llena de angustia.
- No lo sé Gloria- contesto el hombre- el tiempo esta contra nosotros.
-Yo insisto en que le digamos todo a nuestra hija.
-Es impensable, tenemos la reunión con los Saetang, este matrimonio nos puede salvar.
-Puede salvar la compañía y el estilo de vida a la que estamos acostumbrados, pero no salvara la felicidad de nuestra hija.
-Ya hemos hablado de esto- contesto molesto.
-Pero yo no estoy de acuerdo- levanto la voz- no cuando la vida de nuestra hija está en juego.
-¿Y qué quieres que haga?- pregunto desesperado con la voz ahogada.
La menor escuchaba atreves de la puerta con el corazón en la garganta, se alejó del lugar con prisa, no sabía a donde iría, la única persona a la que podía acudir era Prem, pero ya le había causado muchos problemas, entro al elevador con los ojos anegados de lágrimas. Así que ese era el motivo por el cual la habían comprometido con Prem, su padre estaba en quiebra, y había hecho lo que creyó que era correcto, casarla con un multimillonario. Salió del hotel sin saber a dónde ir y que hacer, necesitaba tiempo para pensar, llamo un taxi.
-¿Puede llevarme a un lugar lejano y tranquilo?- pidió con lágrimas surcando su hermoso rostro.
-Claro señorita- respondió el hombre mirándola por el retrovisor acostumbrado a todo tipo de escenas.
El carro tomo camino en el gran tráfico de la ciudad, y se dirigió hacia una de las afueras donde había bellos bosques para turistas. Pobre chica se veía bastante devastada.
Tenía que haberlo visto, se decía la chica mientras miraba por la ventana, sus padres siempre amorosos y comprensivos con ella, y de repente le dicen que tiene otro matrimonio arreglado, la verdad se había sorprendido mucho, ya que nunca creyó que a ella le pasaría lo que le paso a la mayoría de sus amigas, ya que sus padres la respetaban demasiado como para obligarla a casarse con alguien que no amaba. Desde que nació, sus padres habían sido muy cariñosos, y la consentían en todo, era única hija, la habían tenido cuando ellos estaban algo mayores, así que cuando su madre quedo embarazada, ambos se habían vuelto locos de felicidad, eso fue lo que le contaron.
-Llegamos señorita- anuncio el conductor.
-Gracias- le tendió el pago aun ensimismada en sus pensamientos y salió del taxi.
El viento frio golpeo su rostro, así que ajusto su bufanda. Miro a su alrededor, era un lugar muy hermoso, leyó el letrero que quedo frente a ella, y sonrío a pesar de cómo se sentía. Empezó a caminar con las manos en los bolsillos de su saco, no se veían personas, era un día entre semana, y era muy temprano, eso era lo que necesitaba, un lugar tranquilo y con vista hermosa.
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-¿Seguro que quieres hacerlo?-pregunto el rubio acariciando el cabello negro que se recargaba sobre su pecho.
-Es lo correcto Boun- dijo Prem- nunca debí dejar que Yiwa se hiciera cargo de todo ella sola.
-¿Mi amor te ofusco?- pregunto con voz muy pagada de sí misma.
-Aunque te burles es cierto- le golpeo el pecho.
-Eso me encanta- lo apretó más a su cuerpo desnudo.
-Aparta eso de mi- ordeno tratando de alejarse de la erección de su pareja.
-Bien que te encanta- contesto sin soltarlo.
-Hablo enserio- logro apartarse y se levantó de la cama y empezó a buscar su ropa interior.
-Lo siento amor- también se levantó – solo sigo algo celoso - reconoció sin querer hacerlo.
-Ya te dije que no tienes por qué estar celoso- se acomodó la ropa interior.
-Trabajare en ello, lo prometo. - se acercó y lo abrazo.
-¿De verdad lo prometes?- regreso el abrazo hacia el cuerpo desnudo.
-Por ti, hare lo que tenga que hacer- respondió- te amo demasiado.
-Eso espero- amenazo dejando que el calor del cuerpo ajeno lo llenara- sabes que también te amo.
Ambos hombres llegaron al gran hotel.
-Buscamos a la familia Supasit- dijo el rubio a la recepcionista.
-Lo siento, pero no puedo darle esa información- contesto la joven con una sonrisa.
-Por favor- pidió el menor.
-Lo lamento, pero son políticas del hotel- se disculpó de nuevo la señorita.
-¿Prem?- pregunto la señora Supasit sorprendida al ver al ex prometido de su hija.
-¿Señora Supasit?- dijo tambien sorprendido el joven girándose hacia ella.
-¿Qué haces aquí?- pregunto molesto el señor Supasit detrás de su esposa.
-Me gustaría que me permitiera unas palabras. – pidió sintiéndose muy nervioso.
-No tenemos nada de qué hablar- tomo el brazo de su esposa para que lo siguiera.
-Harold- llamo a su marido deteniéndose - él puede saber dónde está.
-¿Dónde está quién?- interrumpió el rubio. -Soy Boun- se presentó.
-Vamos- dijo molesto el mayor, queriendo esquivar a los jóvenes.
-Ellos nos pueden ayudar- se soltó su esposa de su mano- Prem, ayúdanos, por favor- pidió desesperada.
-¿Ayudarlos?- pregunto Prem mirando a la pareja mayor.
-Tu abandonaste a mi hija- dijo con voz alta en señor- así que no te involucres.
-Es cierto- reconoció el pelinegro avergonzado- por eso me gustaría habar con ustedes.
-¿Sabes dónde está Yiwa?- cuestiono esperanzada la mujer.
-¿Yiwa está desaparecida?- exclamo el ex prometido.
-Calla- ordeno el señor Supasit a su mujer.
-Pero la vimos esta mañana- dijo sorprendido Prem.
-¿Dónde?, ¿dónde está mi niña?- pregunto Gloria angustiada tomando una de las manos del más joven.
-Me hablo temprano, y me pido que nos viéramos. - empezó Prem- nos vimos en un pequeño restaurante algo lejos de aquí.
-Burlo a los guardaespaldas- dijo sin creerlo el padre de la chica- ella nunca había hecho eso antes.
-¿Qué les parece si hablamos de esto en otro lugar?- les dijo el rubio viendo que varias cabezas se giraban hacia ellos.
-Vamos- les dijo molesto Harol, haciendo que lo siguieran al elevador.
Todos subieron en la caja metálica, veían como hipnotizados como las teclas de los pisos que iban subiendo, se iluminaban.
-Por aquí- les indico llevando del brazo a su esposa.
Entraron en el pent house.
-Siéntense por favor- les ofreció la mujer mayor con voz temblorosa.
-Entonces, ¿saben dónde esta nuestra hija?- cuestiono el canoso.
-Lamento decirle que no sabemos dónde esta, creíamos que ya estaría aquí, con ustedes.
-Pero, ¿para qué quería verte Yiwa?- hablo la madre de esta.
-¿De verdad quieren saberlo?-les dijo el rubio sarcásticamente.
-Boun- lo reprendió Prem dándole un golpe en la pierna.
-Por favor, dinos todo lo que sabes- pidió Gloria.
Y así fue, Prem les conto todo lo que había hablado con su amiga.
-¿Mi Yiwa te dijo todo eso?- la mujer estaba sorprendida de que su hija haya sido tan sincera con su ex prometido, y que se sintiera tan atrapada.
-Esto es todo mi culpa- el señor Supasit se levantó del sillón- mi pobre hija esta pasando por todo esto por mi ineptitud.
-No digas eso Harold- pidió su esposa congojada.
-Es cierto Gloria- dijo desesperado- si no hubiera confiado en Saeli, ese maldito- termino de decir con furia.
-¿Saeli?, ¿Los dueños de Tecnología Saeli?- cuestiono Prem ya que los conocía, eran conocidos de su padre.
-A Saeli lo conozco desde hace bastante tiempo, pero solo lo que se puede conocer por rumores entre empresarios, nunca habíamos tenido negocios – empezó el padre de Yiwa.- se enteró que nuestra empresa estaba teniendo problemas- reconoció sin querer hacerlo, ya que nunca creyó estar en esa posición.
-Entonces Saeli no solo se enfoca en sus negocios, si no en salvar a otras empresas.- concluyo Prem.
-Hace creer que las salva- dijo con los dientes apretados el señor- pero solo las absorbe, y se queda con todo.
-¿Con todo?- pregunto sorprendido el pelinegro.
-Estamos arruinados- anuncio la mujer con voz quebrada- ese hombre se aprovechó de nuestra crítica situación.
-¿Es por eso que ustedes planearon el acuerdo matrimonial?- cuestiono Boun.
-Si- confeso la mujer- sabíamos que tú eras un buen hombre, con buena educación, responsable y de buen corazón- sonrió con ternura- eras perfecto para nuestra Yiwa.
-Lo lamento tanto- interrumpió el señor Supasit- si no nos hubiéramos sentido obligados, jamás hubiéramos optado esto del matrimonio arreglado.
-Lo importante en este momento, es encontrar a

SOLO MÍO (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora