CAPITULO 35 BANSHEE

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Habían pasado dos meses desde la desaparición de Fluke, la búsqueda exhaustiva en todos los clanes no había dado resultados, simplemente era como si el pequeño se hubiera esfumado. Habían logrado mentirle a la madre de este, diciéndole que había obtenido una beca de un Doctorado en Perú, y como era un internado muy exclusivo no podía estar comunicado con nadie, al principio esta había estado en estado de shock ya que su hijo menor ni si quiera se había despedido de ellos. Después de esa tarde donde se estaba midiendo los trajes para la despedida de solteros, no lo había vuelto a ver, ya que él y Ohm habían viajado a Grecia por unas semanas, y de improviso se había ido a ese doctorado en Perú, diciéndole a Ohm que los despidiera de todos, eso era muy extraño, mas no tenía por qué desconfiar de su yerno, y menos que Prem y Earth le aseguraban que todo estaba bien, pero algo dentro de ella le decía que algo estaba mal.
Y como si eso fuera poco, hacia una semana le habían llegado los papeles de divorcio de parte de Boston, nunca se imaginó que el haría eso. Ella había estado hablando con un abogado por ese mismo asunto. ¿Desde cuándo Boston sabía dónde estaban?, ella juraba que habían desaparecido de su radar, ya que se había alejado de los círculos que él podría frecuentar, había mantenido un perfil bajo ante la sociedad de alta alcurnia.
Cuando un abogado llego a la mansión Thitiwat preguntando por la señora Samantha Natouch, Martjha se había sorprendido, ya que nadie buscaba a la señora, y ninguno de los hombres estaba en casa en ese momento.
FLASH BACK
Pannin estaba en el cuarto de lavado, que se encontraba al fondo de la mansión, y Martjha se encontraba horneando unos panecillos para la cena, cuando el timbre del portón de la mansión sonó. El guardia había interrogado al recién llegado, y cuando comprobó sus credenciales, llamo a su majestad.
-Mi Rey, tengo al abogado Richard Walter en la entrada, dice que le trae unos papeles importantes a la señora Natouch.
-¿Comprobaste su identidad?- cuestiono este.
-Si su majestad, él es quien dice ser- contesto viendo el monitor de la computadora.
-Déjalo pasar, pero no lo pierdan de vista, que uno de los hombres lo acompañe en todo momento, yo en este momento no puedo ir.
-Está bien- corto la llamada, presiono el botón para abrir el portón y salió de la caseta.- Adelante - le dijo al rubio. En cuanto el coche del abogado paso, se comunicó con dos de los guardias reales para avisarles del recién llegado y que no lo perdieran de vista.
El hombre se bajó de su coche sin saber que era vigilado diestramente, tomo el maletín del otro asiento y se dirigió hacia la enorme puerta de madera de la mansión, toco el timbre que estaba incrustado al lado de esta. Una mujer mayor le abrió la puerta después del segundo intento.
-Buenas tardes- saludo Martjha abriendo la puerta.
-Buenas tardes señora- contesto el recién llegado- busco a la señora Samantha Natouch.
-¿Usted es? – lo interrogo.
-Perdón por no presentarme antes- se disculpó el hombre, sacando una tarjeta de presentación- soy el abogado Walter, Richard Walter- le dijo entregándole esta.
-Adelante por favor- se hizo a un lado para que pasara, cerró la puerta- por aquí por favor- pidió guiándolo hacia la sala de té.-Tome asiento en un momento anunciare su llegada- dijo formalmente la canosa.
El abogado tomo asiento, dispuesto a esperar.
Martjha subió las escaleras con presura, y se dirigió a la recamara de la señora y toco suavemente la puerta.
-Adelante- dijo Samantha entrando desde la terraza.
-Señora Natouch, abajo la espera el abogado Walter- anuncio.
-¿El abogado Walter?- pregunto sorprendida reconociendo al abogado que usaba su esposo en América.
-Si señora- respondió.
-Bajo en un momento- dijo con el corazón encogido, la había encontrado. ¿Pero por qué mandar a Walter?, ¿Qué estaba tramando? Con la mirada llena de miedo se miró en el espejo del tocador tomo aire y se armó de valor.
-Buenas tardes- dijo Samantha entrando en la sala, tratando de mostrarse lo más tranquila posible.
-Un gusto volver a verla señora Natouch- se levantó de su asiento el hombre.
Samantha le hizo una inclinación de cabeza y tomo asiento frente de él, con lo cual el rubio la imito.
-¿Qué lo trae por aquí?
-El señor Natouch me pidió que le entregara esto- tomo su maletín y saco un sobre grande de él, y acercándose a ella, le extendió los documentos.
Samantha tomo el sobre con manos temblorosas y se volvió a sentar. Lo abrió lentamente y saco las hojas, empezó a leer y sus ojos se abrieron con asombro. Boston no solo le daba la libertad, si no que le ofrecía la mitad de toda su riqueza.
-¿Esto es una trampa?- pregunto furiosa levantándose del sillón- ¿Qué es este juego?, ¿a qué demonios están jugando?
-No es ningún juego señora Natouch, simplemente es lo que dice en los papeles- simplifico el abogado sin inmutarse por esa muestra de rabia de parte de la señora.
Samantha se le quedo mirando incrédula, Boston no daba nada tan fácilmente, esto debía de tener alguna trampa. Metió de nuevo las hojas en el sobre y lo cerro.
-Hare que mi abogado revise los documentos- le dijo con los labios apretados.
-Tome mi tarjeta- le pidió este, ya que el señor Natouch no permitía que su esposa tuviera ninguna información, totalmente aislada, ella le daba algo de pena, siempre se lo dio, pero el que paga es el que manda – cuando su abogado lea los documentos, que me llame. – se despidió y salió del lugar.
En la puerta de la sala estaba la mujer canosa que le sonrió, y en la entrada se encontraba otro hombre esperándolo para guiarlo a su auto. Thitiwat no se andaba con juegos pensó Richard, sonriendo en su interior, la señora Natouch y sus hijos estaban a salvo de Boston Natouch. Subió en su coche y salió de la propiedad.
El guardia que había dejado entrar al hombre, se comunicó de inmediato con su majestad y le informo que todo estaba bien, que el señor Natouch había enviado los papeles del divorcio, pero que no sabían la razón.
-Has que Rodríguez se contacte con la señora Natouch de parte mía.
-Está bien majestad.
FIN DEL FLASH BACK
Ohm se había trasladado a México, desgraciadamente las responsabilidades no esperaban, y no podía dejar de lado a todos los que dependían de él.  Creía que se volvería loco de no tener a su “Destinata” a su lado, el sufrimiento casi no lo dejaba pensar, todas las noches lloraba como niño pequeño, el nunca había derramado una lagrima por nadie y por nada. Era la primera vez que le dolía tanto su  alma y corazón, pero en cuanto salía el sol, tenía que seguir teniendo el porte de Rey, ya que eso era, era el Rey, era su obligación, y millones de vidas dependían de sus decisiones.
Boun y los demás estaban esforzándose por encontrar a su Polcino. Muchos creían que ya no estaba con vida, pero él sabía que estaba vivo, si él no lo estuviera, él lo sabría, por algo era el Rey Ohm Thitiwat.
Asistió a la reunión que tenía ese día con Tritón, y trato de concentrarse lo más que pudo, sin poder dejar de pensar en Fluke.
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Kao se secó el sudor de la frente, estaba en Panama hablando con los Ashwinders, serpientes delgadas de color verde pálido y con ojos resplandeciente. Era la tercera vez que visitaba su nido, y desgraciadamente no sabían nada.  Su teléfono sonó, sabía quién era.
-Hola- contesto.
-¿Tienes noticias?
-No saben nada Ohm- siguió caminando por la selva.
-Maldita sea- exclamo furioso.
-Lo siento- se disculpó su amigo.
-No te disculpes-  pidió- pero sabes que no nos daremos por vencidos.
-Muchas gracias- dijo sabiendo que en él era raro disculparse y dar las gracias.
-Sabes que te creemos, no importa lo que digan los demás, si tú dices que Fluke está vivo, es porque lo esta- le aseguro.
-Sabes que lo agradezco de corazón- hizo un amago de sonrisa.
-Iré con los duendes, así que hablamos después.
-Seguimos en contacto- corto frustrado la llamada y se dirigió hacia el auto que lo esperaba.
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Fluke buscaba por la noche un alma en pena de su amor perdido, ya que era cuando las personas dejaban salir su sufrimiento y para ello se encontraban solos, pero no encontraba nada, gracias a Dios, no le gustaba el dolor de los humanos.
Su cabello antes corto y castaño, hoy le llegaba la cintura y era de color platinado, y sus ojos antes cafés eran grises, además de que ahora era más pálido de lo que antes era, sus uñas eran largas, filosas y puntiagudas, y sus colmillos eran caninos, para poder morder con facilidad.
Se suponía que era un Banshee, su misión era encontrar personas que habían perdido a su pareja, y devorarles el corazón, pero no podía. No es que no encontrara a humanos con ese dolor, simplemente no podía quitarles la vida, comerles el corazón. ¿Cómo podía darle más sufrimiento a alguien que ya tenía roto el corazón? Eso nunca lo comprendería. Sabía que sus hermanas no entenderían lo que él pensaba.
-Dean, ¿Qué estás pensando?, siempre en la nubes- dijo Phoebe con su característico alegre humor.
El volteo al escuchar su nombre.
-¿Qué haces Phoebe?- pregunto saliendo de su ensimismamiento.
-Te quedaste en la luna hermano Dean- le dijo sonriendo.
-Lo siento- se disculpó este devolviendo la sonrisa.
-Eres bastante despistado- lo abrazo por el cuello.
-Lo siento- se disculpó de nuevo.
-Eres tan tierno- le revolvió el cabello- vamos. - lo insto a levantarse y que la siguiera.
Dean la siguió, sabía que había fallado de nuevo, nunca podía hacer las cosas bien, se dijo apesadumbrado..
Phoebe lo tomo de la mano y empezó a correr sin dejar de reír.
Llegaron a la mansión, el cielo ya había estado tronando, así que se resguardaron.
-Ve y toma un baño y nos vemos abajo. -indico Phoebe frente a la puerta.
Dean le sonrió en agradecimiento y entro en su habitación.
Se dejó caer en su cama, esas expediciones lo dejaban agotado. No entendía por qué quitar la vida a alguien que ya había sufrido tanto, el mundo era injusto, entendía que su propósito era que sus víctimas murieran para que dejaran de sentir el dolor su perdida, ¿pero por ellos, los Banshees tenían que tomar esa decisión?, ellos no debían de decidir por alguien más, si querían morir, o seguir con vida. Se obligó a tomar una ducha, ya que no solo le limpiaban el cuerpo, sino también el dolor del corazón.
Asistió a la reunión semanal donde daban el puntaje de humanos salvados de su dolor. Tomo asiento y espero la ceremonia, donde él tendría cero comparado con sus otros hermanos. Nada había sido diferente de lo que él lo había esperado, lo único que lo molestaba era que no veía a Phoebe, ella siempre lo consolaba.
Se levantó lentamente del asiento y siguió a los demás.
-Dean no te vi- exclamo Phoebe abrazándolo de la cintura, haciendo que se estremeciera de susto.
-Phoebe, ¿Dónde estabas? -exigió respuesta.
-Por haya-señalo unos lugares más abajo.
La siguió, saliendo del lugar.
-Sé que no estas satisfecho con tus resultados, pero también sé que podrás lograrlo- lo trato de consolar.
-Cero no es un resultado- se quejó el más pequeño.
Llegaron hasta el dormitorio del pequeño.
-Descansa pequeño, ya tendrás otra oportunidad en la noche- se despidió guiñándole un ojo.
¿Pequeño?, ese apelativo le hacía desear algo más que solo chupar la vida de otros. Se fue a tomar otra ducha, se sentía sucio la mayoría del tiempo, no entendía por que. Se secó y se puso la ropa de dormir, reviso que estuvieran bien cerradas las pesadas cortinas, ya que el sol empezaba a salir y se dirigió a su cama, la cual le daba mucha paz.
Soñó con una madre y hermanos biológicos, había un hombre que lo amaba más que su vida, pero no se le permitía estar con él. Todos ellos eran felices, y también el, eran tan felices, pero nunca podía ver sus rostros ni escuchar sus voces.
Se acurruco abrazando la almohada dejando que los brazos de Morfeo le arrullaran.
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La señora Natouch seguía viendo las hojas como si fueran su peor enemigo, nada tenía sentido. Se levantó y empezó a caminar en círculos dentro de la habitación. No entendía que estaba pasando, ¿Cómo era que Boston le daba una salida tan fácil?, no podía confiar en él. ¿Y si quería dañar a sus hijos?, no lo permitiría, ya no más.
Dejo los documentos sobre una mesa y salió de la habitación.
-Pannin- llamo alzando la voz, corrió por el pasillo – Pannin- grito desesperada.
-Mi señora- respondió alarmada esta.
-Pannin- sollozo acercándose a su buena amiga.
-¿Qué sucede?- pregunto angustiada llegando hasta ella.
-Estoy asustada- la abrazo, sin dejar de llorar.
-Dígame que pasa por favor- pidió abrazándola preocupada y con cariño.
-Boston me ha pedido el divorcio- apretó el abrazo.
-¿Qué?- cuestiono alarmada- Eso es bastante extraño- respondió sin soltarla.
-Te necesito junto a mi-pidió.
-Siempre estoy para usted- le acaricio la espalda.
-Gracias- sollozo agradecida.
Así estuvieron sin moverse por unos largos segundos, hasta que Samantha se tranquilizó y se dejó llevar a la cama.
-Descanse, después se sentirá mejor- la arropo, y estuvo a su lado hasta que esta se quedó dormida.
Pannin, estaba muy asustada, hubiera querido preguntarle a su señora sobre el divorcio, pero la había visto muy alterada, por eso la había instado a dormir. Con sigilo salió de la habitación.
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-Despierta perezoso.
-Oso, cinco minutos más-pidió apretando mas la almohada que abrazaba.
-No soy tu oso- dijo divertida la chica.
Fluke abrió los ojos de golpe.
-Bello durmiente- exclamo muy sonriente Phoebe- ¿Por qué me llamaste oso?- cuestiono acercándose mucho al rostro del menor.
-Ya estoy despierto- grito empujando a su amiga por los hombros.
-Está bien- se levantó de la cama entre sorprendida y divertida-  solo tenemos media hora para estar listos y bajar a tomar nuestro tratamiento antes de irnos.
-Te veo fuera en diez minutos- anuncio Dean levantándose de la cama.
-Ni un minuto más- le advirtió esta dirigiéndose a la puerta.
Cuando salió de la recamara, se reunieron al pie de las escaleras y se dirigieron a hacer fila para entrar en el laboratorio, donde varios de sus compañeros los saludaron.
-¿Ya estás listo para otra noche de acción?- pregunto Phoebe a su joven amigo.
Este solo la fulmino con la mirada.
Dean había llegado hacia poco más de un mes, había perdido a todos sus hermanos Banshee, y el había sido el único sobreviviente, además había sufrido de perdida de memoria. Phoebe había sido la encargada de instruirlo y cuidarlo, ya que era una de las encargadas de los cuatro cuarteles. Eran poco más de doscientos Banshee en ese pueblo internado en la Sierra Tarahumara, Batopilas era su nombre. Lo más extraño de todo, era que los cuarteles a los que Dean pertenecía estaban en Mongolia, todos se preguntaban como este pequeño Banshee había llegado hasta México, y nadie podía llegar a la respuesta.
Eso no le importaba a Phoebe, obvio tenia curiosidad, pero no le molestaba no saberlo, el pequeño e infructuoso Dean se había ganado su corazón. Tenía una mirada demasiado transparente para los de su naturaleza, y eso era bastante peculiar, no había conocido a nadie como el.
Todos sabían que ellos no habían nacido Banshees, ya que su especie se creaba del sufrimiento excesivo de la pérdida de un ser amado, no es que lo recordaran, pero se los habían dicho en la plática de introducción, y lo aceptaban, ya que su vida pasada no significaba nada para ellos, no podían extrañar algo que no rememoraban. Mas sin embargo, Dean parecía estar entre lo que fue y lo que era ahora, eso nunca había pasado, al menos en la historia que estudiaban.
Por fin pasaron y se dejaron guiar hasta las capsulas, eran una estructura de cristal que media tres metros de altura, y un metro y medio de anchura, con cuatro mangueras más dos orificios inferiores por donde pasaba el agua tratada por los ancianos. Este era un líquido rojo, compuesto por agua, sustancias desconocidas especiales que les ayudaban como alimento, y así sus cuerpos quedaban totalmente sumergidos, mientras estaban conectados a esas cuatro mangueras, que se colocaban dos en su cien, otra en el pecho, directo al corazón, y la última al estómago.
Dean lo odiaba, y lo sabía por que él se lo había dicho, decía que sentía como si le robara su esencia, pero su única esencia era la Banshee, ya que, al convertirse, todo lo demás desaparecía. Su pequeño amigo, era de lo más extraño, pero por ello le había tomado cariño, él era como una brisa fresca.
Salieron de sus diez minutos dentro de la capsula, ya secos y limpios.
-¿Todo bien?- lo abrazo para salir por la puerta trasera.
-Si- contesto en voz baja sintiéndose agotado.
-Te dejare dormir veinte minutos- le dijo Phoebe sabiendo que esas sesiones en lugar de darle más energía, agotaban a su pequeño pupilo.
Dean asintió dejándose llevar hacia su habitación. A Phoebe le gustaría que el pudiera asistir a la capsula mucho antes, para que pudiera descansar suficiente, pero todo estaba programado, y lo mejor que podían hacer era tomar fila.
Lo acompaño, ayudándole a subir las extensas escaleras hasta su dormitorio.
-Descansa que ya yo vengo por ti- le dijo con una sonrisa.
-Gracias Phoebe- le regreso una sonrisa triste, y entro a su dormitorio.
Se dejó caer en la cama como si no hubiera dormido nada. Recordaba sus primeros días en Batopilas, se sentía bastante desubicado, agradecía que Phoebe fuera su jefa de cuadrilla, ya que era bastante comprensiva y cariñosa a su manera, eso le había ayudado a integrarse.
Abrazo una de las almohadas, por no decir que la estrujo, y se concentró en descansar agradecido de que pudiera dormir a esa hora y en esas circunstancias. 
-Ohm- susurro quedándose dormido- oso.- y los brazos de Morfeo lo envolvieron de  nuevo.

SOLO MÍO (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora