CAPITULO 18 HUIDA

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Kao y Earth entraron en la mansión.
-Bienvenido Joven- les dijo el ama de llaves.
-¿Dónde están mis padres?- pregunto el rubio.
-Su madre está tomando el té en el salón y su padre no ha llegado todavía- contesto.
-Vamos- el menor tomo la mano del mayor y lo guio. Al llegar a la puerta doble, toco un par de veces y abrió.
-Hola madre- saludo el pequeño.
-Earth- la mujer se levantó para recibir su beso.
Su hijo beso su mejilla.
-¿A qué hora llegara mi padre?
-No lo sé hijo, ya sabes que con él nunca se sabe - y por primera vez miro al chico alto que estaba al lado. - ¿Y tú eres? - le pregunto, mirándolo inquisitivamente.
-Buenas tardes señora Natouch, soy Kao NoppaKao- le extendió la mano.
- ¿Eres tailandés? - le pregunto estrechando su mano.
-Mis padres lo eran, yo nací en Gran Bretaña señora.
Llamaron a la puerta.
-La cena esta lista señora. - anuncio un hombre mayor.
Los tres siguieron a este, y tomaron su lugar en el comedor.
-¿A qué te dedicas Kao?- pregunto la mujer poniéndose una servilleta de tela en su regazo.
-Soy pediatra- le dijo tomando la mano de su pequeño, bajo la mesa. Lo sentía temblar, sabía que estaba nervioso.
-Así que compartes el gusto por la medicina con mi hijo. - dijo mirándolos muy atentamente. - por lo que dijiste antes, ¿tus padres ya no viven? - tomo una copa con jugo.
-Ellos fallecieron hace muchos años. – confirmó.
La madre de Earth asintió con la cabeza y comenzó a comer. Los más jóvenes la imitaron, no quedaba mas, suponían que así era la primer comida con sus suegros.
- ¿En dónde trabajas? – siguió el interrogatorio.
-Tengo un pequeño hospital en Londres, y otro en Bangkok. Nos especializamos en niños con necesidades especiales, pero también tenemos un área para pediatría común.
-No solo es un pediatra cualquiera- le dijo su suegra sin dejar de verlo- ya veo que mi hijo eligió bien, doctor Noppakao. – les sonrió satisfecha.
-Madre, yo cuando lo conocí, no sabía quién era el- le dijo orgulloso el rubio.
Kao le apretó un muslo tratando de tranquilizarlo.
-Tienes buen ojo, al igual que todos los Natouch.- le dijo orgullosa.
-Al parecer mi padre ya no llego a tiempo- dijo incomodo el rubio, tratando de cambiar de tema.
-Si no llega a las nueve, ya no llego, o llega en la madrugada- dijo de lo más tranquila, ya acostumbrada a estar sola todo el día, y la noche.
-Pero le avise con tiempo- dijo bajito en tono desanimado el rubio.
-Ya sabes cómo es tu padre Earth- se limpió con la servilleta, la comida inexistente en la comisura de los labios. - se mantiene ocupado para darnos este tipo de vida.
Esta vez se supo más rojo, su madre al igual que su padre, eran muy materialistas, y se avergonzaba por ello. Pero quería que sus progenitores conocieran a Kao, que supieran quien era el hombre que amaba.
Con sus anteriores relaciones, era verdad que había sentido que los amaba, pero nunca se le había pasado por la cabeza, presentárselos a sus padres, hasta que conoció a este hombre que estaba a su lado.  Además, lo que había sentido por los otros, no se comparaba por lo que sentía por el pelinegro. Esto era nuevo para él, con este, sentía que, que si no lo tenía cerca, lo extrañaba como loco. Al principio, se había asustado de lo intensos que eran sus sentimientos por ese hombre alto y guapo que había llegado a su vida. Su primer pensamiento fue alejarse de él, pero Kao no lo había permitido. Se lo había encontrado todos los días, en diferentes lugares, ya sea en el hospital o fuera de este. Y aquí estaban, con su madre, sus preguntas y comentarios incomodos.
-Tu postre favorito- le dijo la mujer al menor, cuando les llevaron unas pequeñas copas con flan. –todo por mi pequeño hijo- le sonrió.
La cena transcurrió entre más preguntas típicas de una madre que conoce al novio de su hijo, y otras tantas incomodas, que al caso es lo mismo. Earth acompaño a la puerta a su novio, ya que su madre se había excusado, y los había dejado solos en el comedor después de terminar de cenar.
-Lamento todo- dijo el rubio en la puerta principal.
-No te disculpes amor- le tomo las manos- sabemos que el conocer a los padres siempre es así.
-Pero mi madre, es un caso especial, y mi padre ni se dignó en aparecer.
-Ya tendré tiempo de conocerlo- le dijo con ternura, atrayéndolo hacia él.
-Lo siento- dijo de nuevo apretándose de nuevo al cuerpo más grande.
-Todo salió bien conejito. - le acaricio el cabello.
-Gracias por ser tan comprensivo- le dijo sobre su pecho.
-Todo por mi amor- lo apretó más, inhalando el olor de su “Destinata”, lo embriagaba.
-Me gustaría irme contigo- dijo con voz chiple.
-Hoy no es apropiado conejito- contesto resignado, también le gustaría esa noche tenerlo entre sus brazos. - pero mañana prometo que no te escaparas.
-Más te vale- rio el menor contra su camisa.
-Hasta mañana bunny.- contesto levantado su pequeño rostro y le dio un breve beso en los labios que tanto le embrujaban.
-Hasta mañana mi guerrero- se despidió el rubio y entro dirigiéndose hacia su recamara. Quería dormir para que fuera el día siguiente pronto.
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Fluke estaba sentado en el piso, su espalda estaba recargada en las puertas corredizas de la terraza. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero Ohm había cumplido, y lo había dejado solo.
Se sentía traicionado y decepcionado. Levanto su rostro, y se dio cuenta que el sol se estaba metiendo. Se limpió los ojos hinchados por el llanto, le dolía la garganta. Con piernas temblorosas se levantó lentamente. Tenía que irse de ahí, no sabía cómo, pero retomaría su vida donde la había dejado.
Fue hacia el guardarropa, y empezó a guardar sus pocas pertenencias. Tenía que apresurarse, no quería ser interceptado por él. Cuando ya tenía todo dentro, se sentó al lado de esta, el llanto no quería parar, de nuevo. Después de unos veinte minutos y sintiéndose un poco más calmado, se volvió a levantar, cerro el zíper, y la tomo de su agarradera.
Tratando de calmar su tristeza, se dirigió a la puerta principal de la habitación. La abrió lentamente, para cerciorarse de que nadie estaba fuera. Salió con pasos rápidos, hacía mucho frio, no se había arropado lo suficiente, más bien no se había arropado, solo traía un suéter puesto.
Tenía que haberse puesto un saco encima, el frio había golpeado su cuerpo, quitándole la respiración. Después de caminar por un buen rato, dejando lejos esas cabañas, soltó la maleta dejándola junto a un enorme árbol. Con manos entumidas abrió la maleta, y saco una chamarra con relleno de plumas, se lo puso con el cuerpo temblando de frio, también tomo la bufanda que Ohm le había puesto el día anterior. Tenía que seguir caminando. Tomo de nuevo la maleta, no sabía ni por que la llevaba, no tenía comida ni agua en ella, así que después de caminar por algún tiempo decidió tomar solo lo necesario que le cupiera en los bolsillos de la chamarra.
Con pesar se quitó el calzado, para ponerse otro par de calcetines, y saco un par de zapatos todo terreno que un día antes de le habían sido dados por Ohm. Se los puso, ignorando las lágrimas que caían sobre sus mejillas.
Se puso la gorra y siguió con su camino. Había empezado a nevar de nuevo, eso no lo ayudaba. Logro llegar a un camino, se acomodó la bufanda que el viento quería llevarse, se dio la vuelta para que el aire no lo golpeara en la cara, abrió su chamarra para meter las extremidades de la bufanda en esta, eso le ayudaría a que no se moviera.
Siguió caminando sobre ese terreno de tierra, con la esperanza de encontrar a alguien que le diera ayuda, pero no había tenido suerte. Aun así no paro, a pesar de no sentir los pies y las piernas, le hormigueaban, también su rostro y el resto del cuerpo estaba helado. Pero no podía darse por vencido, encontraría la manera de regresar a los suyos, y todo lo que había pasado sería un sueño, un muy mal sueño.
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Habían pasado más de cuatro horas, se había refugiado en el bar del lugar. El alcohol no le había afectado, a menos que tomara cantidades exorbitantes, y ahí no podía hacerlo. Tenía que regresar con su Polcino, se levantó después de haber tomado dos botellas de wiski.
-Vaya Ohm, no creí encontrarte aquí. - dijo sentándose a su lado.
-Saint- dijo mirando a su amigo.
-Tienes una cara- le dijo sonriendo y tomando su vaso en las manos.
-Ni que lo digas, Fluke está molesto conmigo.
-¿Alguien se puede molestar con su majestad?.
-No te burles de tu Rey- dijo con tono serio.
-No me burlo de mi Rey, si no de mi amigo- le dijo omitiendo la mirada seria de Ohm.
-¿Qué no es lo mismo?- le pregunto tratando de no sonreír.
-Claro que no su real Majestad, mi Rey- se burló el rubio.
-Eres un idiota-exclamo el mayor levantándose del banco- solo no abuses- bromeo.
-Nunca mi Rey- hizo reverencia con su cabeza con una enorme sonrisa, viéndolo alejarse.
Ohm salió de ahí y se dirigió a la cabaña que ocupaba con su Polcino, le había dado espacio más que suficiente. Entendía como se sentía, aunque su pequeño dijera que no, él también había sido alejado de su familia, por eso había logrado estar lejos de el por tanto tiempo.
Cuando llego a la cabaña, tomo su tiempo para poder entrar, estaba bastante nervioso, nunca se había sentido de esa manera. Desde que había conocido a Fluke, nada había sido lo mismo. Su sonrisa lo había cautivado, y esos ojos lo habían atrapado, suspiro y abrió la puerta con lentitud.
El lugar estaba a oscuras, y se veía vacío. Entro con paso sigiloso, y se dirigió a la recamara. Prendió la luz, y se quedó de piedra ante lo que sus ojos veían, el guardarropa estaba abierto, y la cama deshecha. Su ropa estaba esparcida por todo el lugar. Empezó a sentir pánico, Fluke no podía haberse ido, él no podía. Busco en el baño, y salió de nuevo a la recamara.
-Polcino no- dijo en voz baja saliendo al resto del recinto. No podía creerlo. Él lo había abandonado.
-No. Noooo- grito desesperado. - tu no me puedes haber dejado. Estamos destinados-  Dijo desesperado sin poder creerlo.
Salió corriendo de la habitación, y se dirigió hacia el bar donde sabía que estaba Saint. Lo vio sentado en el mismo lugar donde lo había dejado.
-Saint- exclamo desesperado, llegando hasta él.
-¿Qué sucede?- pregunto con los ojos bien abiertos, al notar a su Rey fuera de sus cabales.
-Fluke, él no está- le dijo.
-¿Cómo que no está?
-Se fue, ayúdame a encontrarlo- pido con los ojos llenos de pena.
-¿Llamaste a la guardia?- pregunto refiriéndose a los guerreros vampiros a cargo de la protección del Rey.
-No- reconoció con pesar.
-¿Y que estas esperando?- pregunto tomándolo de los hombros-Tienes que llamarlos. Ohm, que la preocupación no te ofusque- lo sacudió.
-Ya lo hago- le dijo saliendo del lugar.
Era la primera vez que el rubio veía de esa manera a su amigo, el siempre había sido frio y ubicado. No podía creer que su Rey se hubiera olvidado de llamar a la guardia en este asunto tan importarte, tratándose de su “Destinata”. Tomo camino, siguiendo a su Rey. La nieve golpeo su rostro, pero no dejo de caminar. Encontró a Ohm con las manos sobre su cien. Estaba tratando de tener concentración con la guardia.
-Ellos vienen en camino- anuncio Ohm, bajando sus brazos.
-Todo estará bien- le dijo Saint acercándose- ahora tenemos que resguardarnos, y esperar.
-Tengo que ir a buscarlo- le dijo soltando su brazo.
-Ohm- exclamo el menor, sin saber que decirle.
-Nada me detendrá, es mi “Destinata”- exclamo mirando seriamente a su amigo.
-Te sigo- dijo resignado, con la seguridad de que la guardia los encontraría.
Ohm empezó a seguir el olor de su Polcino, encontraron la maleta a un lado de un enorme árbol. El mayor se inclinó y tomo una prenda para acercarla a su nariz.
-Por aquí paso- anuncio a su amigo para que lo siguiera.
Siguieron su rastro, el rubio había tomado una de las prendas de la maleta, para reconocer su olor, y poder ayudar a su majestad.
-¿Cómo pudo andar tanto?- pregunto Saint sorprendido.
-Lo marque- dijo el mayor sin dejar de avanzar.
-Eso lo explica- siguió el rastro, hasta que llegaron a un camino. – ¿Crees que alguien lo haya recogido? - pregunto volteando a todos lados.
-No lo creo- dijo caminando- este camino no es muy transitado.
-Es un chico inteligente- le dijo.
Ohm sonrío satisfecho.
-Eso no está en discusión. - dijo sintiéndose orgulloso de su Polcino.
-Que presumido-susurro el rubio siguiendo a su Rey.
Frente a ellos se aparecieron varios vampiros.
-Mi señor- reverenciaron los hombres.
-Llegan muy tarde- dijo molesto su Rey.
-Encontramos a su “Destinata”- anuncio uno de ellos.
-¿Dónde está?- pregunto Ohm.
-Síganos, por favor-contesto haciendo una reverencia.
Todos los presentes se desvanecieron en humos de diferentes colores, el único color carmesí fue su mandatario. Terminaron el camino frente un granero.
-Él está aquí, mi señor- dijo el guardián que los había interceptado.
Ohm avanzo atreves de la nieve hacia la construcción de madera. Empujo la puerta, haciendo que esta chirreara. Entro mirando a su alrededor, todo estaba en penumbras, pero no dejo de avanzar, su amado estaba ahí. Lo olía, y lo sentía.
-Polcino- llamo aun sin poder verlo. Sabía que estaba ahí, el olor era muy fuerte, ¿Por qué no lo encontraba?
Sabía que la guardia estaba tras de él. Frente estaba una puerta, así que fue hacia ella. La abrió, y por fin lo encontró, su pequeño estaba acurrucado.
Se acercó, y levanto su pequeño cuerpo entre sus brazos, se giró. Los miro dando su orden con la mirada. Todos hicieron su desaparición al mismo tiempo.
Ohm puso el pequeño cuerpo sobre la cama. Estaba frio, lo cubrió, y se acostó a su lado abrazando el pequeño cuerpo. Sabía que, siendo un humano normal, solo sentiría más frio, viniendo de un vampiro, pero Fluke ya no era un humano común, era su “Destinata”, y eso hacia la diferencia, su calor era el mismo. Se dejó llevar por el cansancio.
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Fluke abrió los ojos, la luz le molestaba, se sentó en la cama, y miro alrededor, estaba de nuevo en Creel, con pánico giro su cabeza hacia atrás, y miro un cuerpo bajo las cobijas.  Era Omh, tenía que salir de ahí, así que se levantó, caminando hacia la salida. No sabía cómo había llegado de nuevo al Pent house. Escapar sería más difícil, todo estaba rodeado de vampiros, eso era obvio sabiendo la posición que tenía Ohm, pero tenía que intentarlo.
Después de que se refugió en el viejo granero con el que se topó, debía de haberse desmayado. Se acercó a la puerta, y tecleo la contraseña. Después de escuchar los dos pitidos, abrió la puerta, pero antes de que diera un paso, esta se cerró de golpe.
Fluke se giró con los ojos bien abiertos.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó el mayor.
-Déjame ir- pidió el menor sin soltar la perilla.
-Sabes que no lo hare- dijo el mayor.
-No me puedes tener retenido.
-No te retengo.
-Si lo haces- le recrimino.
-No, no lo hago- dijo Ohm, - solo trato de que tu comprendas lo que pasa.
-Se lo que pasa- dijo mirándolo a los ojos- me has secuestrado, y lo peor, me has mentido.
-Sé que todo te desborda. -trato de calmar al menor- pero tienes que entenderme.
-Tu entiéndeme-le grito el más pequeño.
-Te amo Fluke Natouch, te amo, tanto que me asusta- dijo desesperado.
-Si me amas, ¿Por qué hiciste todo esto? - pregunto sin dejar de mirarlo.
-Nunca en mi vida había amado como ahora lo hago. Hice lo que creí que era lo mejor- confeso- te sentía tan lejos, que hice lo que creí que era correcto.
-Pero me has lastimado- dijo el menor con lágrimas en los ojos.
-Lo sé, y lo lamento- le tomo de los hombros. - no creí que esto fuera a pasar.
-Te amo, y me lastima lo que está pasando. - se rindió el menor, agachando su cara.
-Lo se Polcino, yo también te amo- lo apretó contra su cuerpo- pero, por favor compréndeme.
-Quiero hacerlo- empezó- pero me duele- engarruño la camisa del mas grande con su pequeños puños - me siento traicionado.
-De ahora en adelante, no mas secretos- acaricio la pequeña espalda, sintiéndose aliviado- te lo prometo. Eres mi todo, casi me volví loco cuando vi que me habías abandonado. - lo apretó más hacia sí.
-Lo siento, no sabía que más hacer-le rodeo la cintura con sus delgados brazos.
-Promete que pase lo que pase nunca más te iras- le acaricio la pequeña espalda- Las parejas tienen problemas de vez en cuando, y no quiero que cada vez que tengamos una diferencia tú te vayas de mi lado.
-Lo prometo- dijo sin levantar el rostro- pero tú también jamás, de los jamases me mentiras o me ocultaras cosas- se separó para mirarlo.
-Lo prometo- contesto solemnemente.
-¿Por la garrita?- pregunto con mirada tierna, y mostrándole en dedo meñique de su mano derecha.
-Por la garrita- le dijo sonriendo, enlazando su dedo con el del menor, y lo volvió a abrazar. –Eres un niño precioso mi amor- lo apretó sin dejar de reír feliz.
-No soy un niño- se quejó con puchero, dejándose apachurrar contra el mayor. Lo que causo una carcajada de felicidad del mas grande.

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