Capítulo 29 🚗

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Como soy una cobarde, le pedí al padre de Megan el favor de adelantar mi viaje para hoy mismo, así que, aprovecho que Megan se está dando una ducha antes de dormir y dejo una carta sobre su cama en la que le agradezco todo y le prometo contactarme...

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Como soy una cobarde, le pedí al padre de Megan el favor de adelantar mi viaje para hoy mismo, así que, aprovecho que Megan se está dando una ducha antes de dormir y dejo una carta sobre su cama en la que le agradezco todo y le prometo contactarme con ella apenas me instale bien en Minnesota para invitarla a salir con mi primer cobro. Dejo otra carta también con el nombre de Connor para que se la entregue y salgo, luchando con no hacer ruido con la puerta.

Bajo las escaleras sin dejar de ver hacia atrás, sintiendo cómo si fuesen a descubrirme en cualquier momento. Cuando llego a la parte de abajo, respiro hondo porque siguen sin verme nadie. Encuentro al padre de Connor y de las chicas junto a un auto.

—Muchas gracias por lo que han hecho por mí —musito, deseando acelerar esto para irme rápido.

—La vida de mi hijo no tiene precio y tú cumpliste en traerlo con bien —dice el padre de Connor—. Esto es para que puedas estar bien mientras consigues algo para empezar de cero —añade, extendiendo un sobre en mi dirección.

—No es necesario, señor. Conseguiré trabajo —prometo, no queriendo llevarme más de la ropa que tengo en la mochila que Megan compró para guardar todo.

—Y mientras eso pasa, podrás estar bien con esto —insiste, moviendo el sobre. Cojo aire y lo acepto.

—Cuando llegues a Minnesota, pide que te lleven a esta dirección. Tiene ya dos meses pagos y, tranquila, no es nada grande —asegura el padre de las chicas cuando abro la boca para replicar. Cojo aire y tomo también la tarjeta que me tiende.

—Bien, muchas gracias por todo, de verdad —prometo, viéndolos a cada uno. Ambos se hacen a un lado y el padre de las chicas abre la puerta del auto para que suba. Lo hago y suspiro.

Apenas el auto se pone en movimiento, cierro los ojos para no ver la enorme mansión y no llorar.

Lo siento, Connor, lamento no ser tan valiente como tú para poner esto por encima del destino.

Lo siento, colibrí, por no poder dejarte volar con quien te regaló alas para hacerlo.

El recorrido de la casa de Megan al aeropuerto es un poco largo y se convierte en el doble de largo por el tráfico, así que me dedico todo el rato a simplemente ver por la ventana la lluvia caer y a las personas que corren para cubrirse de ella y otras más relajadas que se cubren con lo que llevan de abrigo y ya. También están los preparados que han abierto sus sombrillas.

Al llegar al aeropuerto el chofer intenta ayudarme con mi mochila, pero me niego y la cargo por mi cuenta, caminando bajo la lluvia hasta el avión privado que me espera.

—¿Señorita Brown? —pregunta un hombre junto a la escalera del avión. Asiento—. Mucho gusto, soy el piloto del avión, Robert —se presenta.

—Gracias, igualmente —respondo porque él ya sabe mi nombre, así que no sé qué más puedo decir, además, quiero dejar de mojarme. El hombre señala la escalera para que suba y lo hago.

Adentro lo blanco de la tapicería con esos detalles que tiene bordado con lo que supongo son las iniciales de su apellido, lo hace más elegante aún. Me siento en el primer asiento que encuentro y dejo la mochila en el otro. No pasa nada y una chica se me acerca, presentándose como Paulina y diciendo que está para servirme.

Me quedo perpleja en un rato porque, de paso que es la primera vez que subo en un avión, el que sea uno privado y tenga a esta chica a mi servicio... ¿Todos son así? ¿Qué se le puede pedir?

—Muchas gracias, pero acabo de cenar. Una agua mineral estaría bien —aseguro. La chica asiente y regresa con lo que le pedí. Le vuelvo a agradecer y se retira.

Cojo aire y sigo las instrucciones dadas por un altavoz sobre ajustar mi cinturón y apagar mi celular para el despegue.

Ni celular tengo, o sea.

Lo que dura el viaje me la paso imaginando diferentes vidas distintas a está. En una me caso con Connor frente al mar, en otra lo hacemos en un globo aerostático, sobrevolando la ciudad. Y ni siquiera sé por qué ahí. Es decir, sé que no tengo conocidos ahora, pero ¿por qué en esa realidad alterna, tampoco? No tengo idea.

Pero en mi favorita, sonreí durante todo el tiempo que duré imaginándola. En esa vida, nos casábamos sentados en la parte de atrás de un miniván. Y la sonrisa estúpida que tenía Connor, lo valía todo, lo juro.

En esa vida al casarnos no dijimos querernos, no, porque en esa vida no nos queríamos, nos amábamos. Y juro por Dios que no creo que exista un sonido mejor que escuchar de la boca de Connor un: te amo, colibrí.

No existe.

Si todo fuese cierto y esa fantasía se convirtiera en realidad, podría jurar que viviría cada día, prometiendo amor eterno porque, definitivamente, sería un amor eterno.

Un amor eterno, precioso y envidiable, pero nuestro, solo nuestro.

Suspiro y bajo del avión, viendo de una vez el auto negro que me espera. Ni siquiera me preocupo en arrugar el rostro, son cerca de la una de la mañana, solo quiero llegar a dónde sea que me vaya a llevar el conductor y dormir hasta las diez, mínimo.

Ni siquiera puedo recordar la última vez que me levanté tan tarde de la cama. Es más, ¿ha habido alguna vez de eso? Lo dudo.

Subo de una vez al auto, viendo al hombre para entregarle la tarjeta que me dio el padre de las chicas.

—Buenas noches —digo cuando lo acepta.

—Buenas noches, señorita —responde el hombre con una voz ronca. Asiento y cierro los ojos para ver si puedo volver a dormir hasta que lleguemos a nuestro destino.

No tardo nada en quedarme dormida por completo, pero antes de que caiga en un profundo sueño, lo último que veo son los ojos de Connor estirados mientras sonríe y promete mil veces, quererme.

Me encuentro a mí misma respondiendo lo mismo...:

—También te quiero, Connor. 

Aquí empieza el desastre del libro, jajajaja

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Aquí empieza el desastre del libro, jajajaja. 

CONDUCTOR DESIGNADO 🚗 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora