Capítulo 36 🚗

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Narra K

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Narra K.

Espero desesperadamente que el avión por fin termine de aterrizar, dando pequeños golpes al asiento de enfrente, porque realmente estoy desesperada de que Megan baje y pueda, al fin, poder ver a alguien conocido durante este mes y medio en el que, con el único que puedo sentirme a gusto es con Oleg, él es, por supuesto, el ruso uno que no tenía nombre. Su hermano, el ruso dos, se llama Alek.

Oleg, pues, ¿qué decir de él?

No tengo que pensar en mi respuesta porque el avión desciende por fin la escalera y se abre la puerta al mismo tiempo que abro la de mi lado en el auto. Sin tener que girar mi rostro, escucho cuando los siete hombres de Oleg que me acompañan hasta para el jardín de la mansión, se posan a mi lado.

Apenas Megan se asoma, arruga el rostro, y no sé si lo hace por el sol que le da de frente o por la cantidad de hombres a mi lado que me hacen ver aún más pequeña de lo que ya soy.

—Solo dos —ordeno a los hombres junto a mí y comienzo a acercarme a la escalera. Espero que Megan llegue abajo y enseguida se lanza sobre mí, guindando sus brazos en mi cuello. Le correspondo el abrazo con la misma efusividad, meciéndonos de lado a lado.

—Te extrañé mucho —musita, separándonos para coger mi rostro con ambas manos. Sonrío.

—Y yo a ti —confieso. Sonríe y mira a los lados—. Ya te contaré —propongo. Asiente y le ofrezco mi brazo para caminar de regreso al auto mientras uno de los que pedí que me acompañaran a la escalera, se encarga de su equipaje y lo guarda en uno de los autos, ni sé en cual.

Subimos al auto y coge de inmediato mis manos, quedando de lado, pero Mikhail, el chofer personal de Oleg y mi vigilante número uno, se gira en su puesto para vernos y habla:

—Señorita, por favor, siéntese derecha y abroche su cinturón —le pide a Megan que pone los ojos en blanco, me suelta las manos y obedece.

—¿En qué momento dejas de tener a estos gorilas sobre ti? —cuestiona, sin importarle que Mikhail la escuche. Río bajo.

—Pues, siempre hay dos fuera de la puerta de la habitación mientras esté ahí. Y si voy a tomar una ducha, debo avisarle a uno para que entre y espere fuera de la puerta del baño, por si llega a sucederme algo en el baño —explico lo que es mi rutina diaria.

Los ojos de Megan casi se salen de sus orbitas y su grito nos sorprende tanto a Mikhail como a mí, lo sé:

—¡¿Qué?! ¡¿No puedes ni lavarte el culo sin que te estén esperando afuera?! —chilla y suena realmente indignada—. ¿Y si te quieres echar un polvo en la ducha? —pregunta ahora. Veo el mismo horror en los ojos de Mikhail que sé que deben reflejar en los míos por semejante pregunta de Megan.

Parpadeo sin control.

—No me molesta, Megan. Te acostumbras, además, cuando has pasado toda la vida siendo ignorada y pasas a tener personas que te cuidan en todo momento, pues, mal no se siente —confieso y bajo la mirada. Megan suspira con fuerza.

CONDUCTOR DESIGNADO 🚗 [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora