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— Bueno, supongo que sí estaba oxidado —Jimin se paró del asiento y carraspeó, ignorando por completo el silencio incómodo que se había ubicado en la habitación—

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— Bueno, supongo que sí estaba oxidado —Jimin se paró del asiento y carraspeó, ignorando por completo el silencio incómodo que se había ubicado en la habitación—. Bajaré... Si es que encuentro las escaleras.

— D-Déjame llevarte... —musitó—. Yo te llevo hacia ellas.

— ¿No bajarás?

— Ah, sí —dijo, rascando la parte posterior de su cuello, mientras desviaba su vista hacia el piano—. Solo debo hacer algo, y bajo.

El omega no se había dado cuenta antes, pero las feromonas de Jungkook eran fuertes para su olfato. Eran cálidas, y predominaban dominancia. Café. Era como cuando entras a una cafetería y lo primero que llega a tus fosas nasales es el aroma a café. Era agradable, y Jimin lo admitía, pero no lo haría en voz alta. Jungkook fue el primero en salir del salón, llevando al rubio hasta el inicio de las escaleras, encontrándose con caras conocidas.

Por un momento ambos olvidaron que estaban en una fiesta repleta de gente. Estuvieron en su pequeña burbuja por un par de minutos.

— Es aquí.

— Gracias, Jungkook. —sonrió, y sin agregar otra palabra bajó las escaleras.

Por otro lado, Jeon le miraba la espalda y vió su cuerpo desaparecer entre toda la multitud que estaba en el primer piso. En ese mismo instante, algo extraño se apoderó de él y corrió hacia el baño. Sostuvo el lavamanos con las palmas en él, mientras se miraba al espejo.

— Cálmate, ¿qué te pasa? —se preguntaba, para luego lavarse la cara y respirar hondo, sintiendo su corazón latir como si estuviera a punto de salir de su pecho—. Dios... ¿Qué fue eso?

Las horas habían transcurrido, y Jungkook bailaba con su amigo Jin, llamando la atención de todos los que estaban ahí. Le aplaudían, le gritaban e incluso algunos le lanzaban besos en forma de broma. Jungkook estaba en su mundo, estaba feliz. No había bebido más de la cuenta, y es allí cuando se dio cuenta que para ser feliz no hace falta emborracharse como solía hacerlo. Seokjin le dio la espalda y el idol le nalguea su trasero, logrando que su amigo suelte una risa que podía oírse en toda la cuadra. Al girar su cabeza hacia la derecha, pudo notar como Yoongi sonreía hacia un extremo y por mera curiosidad decidió seguir hacia donde estaba sonriendo y ahí estaba.

Era Jimin y Taehyung.

Jimin danzaba con ambos brazos sobre su cabeza, meneaba las caderas con lentitud de lado a lado y sus ojos cerrados. Se estaba dejando llevar. Sus mejillas se tornaron rosa por el alcohol, y Jungkook podría jurar que nunca vió ese color en su rostro. No pudo evitar sonreír, y era como si el mundo se hubiese detenido por un instante.

— No puedes dejarme solo, vamos a bailar —dijo Seokjin dando un leve empujón en su hombro—. Ay no me digas que estás esperando el striptease de Yongobongo.

— ¿Qué? —preguntó, saliendo de ese transe—. Ah, no —rió—. Solo... Solo me llamó algo la atención.

— ¿Alguien?

Rush - km au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora