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Jungkook no entiende en qué momento pasó todo volando a través de sus ojos. En un instante, estaba concentrado en hacer a su omega feliz, mientras le contaba acerca de los planes de su nuevo hogar, y al otro segundo se encontraba dando declaraciones en contra de su padre y todo lo que vivió bajo sus reglas y condiciones. En esos momentos se preguntaba si era verdaderamente libre, ya que su padre seguía controlando de cierta manera su vida, con la diferencia que ahora sabe que no lo volverá a ver, y si es que lo ve, espera que sea en las rejas para que pague por todo lo que hizo. Al llegar a su casa, soltó un suspiro agotador, viendo como las cajas estaban acumulándose una arriba de otra. Necesitaba que la casa estuviera lista lo más pronto posible para largarse de lo que poco a poco se fue convirtiendo en un hogar gracias a la presencia del señor Kim y Jimin.

— Buenas tardes, muchacho —saludó el señor Kim, dándole vuelo a sus ruedas para quedarse a su lado—. ¿Todo bien?

— Acabo de justificar en contra de mi padre. Me duele mucho la cabeza. No ha sido un buen día. —suspiró, leyendo los emails que le llegaban a su laptop. Todos eran de sus abogados, diciéndole que decir y qué debería guardarse para que no fuera a perjudicar su vida como artista.

— Lamento eso, joven Sinatra. Hay padres que solo llevan el título, pero verdaderamente no lo son —dijo con honestidad, jugando con su pulgar—.  Ser padre es un regalo, y es triste ver como algunos lo desaprovechan. Yo disfruté mucho darles a mis hijos la vida que merecían, y sé que merecían mucho más de lo que yo alcancé a darles.

El alfa dejó de hacer lo que estaba haciendo y dedicó unos segundos de silencio, devorando todo lo que le acababa de decir. Él conocía gran parte de la vida del señor Kim. Él mismo se la había contado cuando estaban solos, pero luego pedía perdón porque al ser alguien de edad, de seguro era aburrido; sin embargo, Jungkook muchas veces le dijo que no se preocupara de eso, que le gustaba saber más de él. Que aunque le haya contado la misma historia diez veces, no le molestaría escucharla veinte más.

— Lamento mucho por lo que pasó, señor Kim. De verdad.

— Yo debería decir que lo lamenta. Mereces a un mejor padre.

— Usted es lo más cercano a un padre que tengo —No se fijó en lo fuerte que fueron sus declaraciones, hasta ver el rostro del contrario cambiar por completo—. S-Señor Kim, no q-quise... Y-yo...

— Oye, tranquilo —sonrió, acercándose con su silla de ruedas—. Para mí eres como un hijo. No te arrepientas de lo que dijiste... Por favor. No lo hagas... Tu y Jimin son mi familia.

— Listo, aquí tienes. —dijo la doctora Jung, entregando los papeles que tanto esperó el omega.

– mientras tanto...

Por trabajo y acompañar a Jungkook a tribunales, no pudo recoger sus hojas antes. Ahora, ya los tiene en mano y no entiende por qué hay tanta tabla y números por doquier. Necesitaba una explicación básica que no requiera de palabras que no entienda.

— N-no entiendo —rió con nerviosismo rascando la parte posterior de su cuello. Observó las hojas y subió su vista hacia la doctora—. ¿Me explica?

— Esos papeles dicen que sí estás apto para ser padre —sonrió—. Felicidades, Jimin.

— ¿D-de verdad? —preguntó sin creer lo que acababa de escuchar. Puede ser padre. Puede esperar un hijo y cumplir uno de sus sueños.

¿Querrá Jungkook ese sueño? ¿Querrá acompañarlo y ser el padre de sus cachorros?

Aquellas preguntas necesitaban una respuesta si es que Jungkook formará parte de su futuro. Él ya tiene una imagen de su futuro, y le gustaría saber si el alfa quiere participar en ellos, como tener una familia y cuidar de cachorros mientras tienen un trabajo estable, y una hermosa casa.
Gracias a un Uber, el omega llegó hacia la casa de Jeon. Se bajó, dió las gracias y caminó felizmente con los papeles en su bolsillo trasero. Él pensaba que quizás esa noticia le podía regalar un poco de felicidad después de tantos días grises; no obstante, no estaba seguro si Jungkook querría ser padre. Nunca se lo dijo directamente.

Rush - km au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora