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Fueron tres días de sexo intenso, donde conoció a Jungkook posesivo, y dominante. Jalaron de su cabello, penetraron tanto como su entrada como su boca, marcaron su piel y besar cada centímetro de su cuerpo. El rubio amó cada día, cada pose, cada sesión. El amaba el sexo, y más si era con alguien que adora. Apenas se podía mover, o caminar con normalidad. El alfa era insaciable, pero aprovechaba cuando dormía para ducharse, antes de que aparezca detrás suyo pidiéndole que suelte sus feromonas para luego tener una sesión larga de sexo. Una tarde de esos días, pidió servicio a la habitación, en donde en menos de veinte minutos, apareció un chico alto y sonriente, quien lo miraba de pies a cabeza. Jimin recordó de su cuello con chupones y lo cubrió con una bufanda. Fue tonto, pero no tenía nada más a mano. Abrió la puerta y le agradeció al tomar la comida.

— Espero que la disfrutes... Por cierto y perdón si te causa molestia, pero ¿me darías tu número? No suelo hacer esto, pero vaya... Me llamaste la atención.

Antes de que Jimin pudiera contestar, y rechazar de forma respetuosa, pudo escuchar como un gruñido lo calló por completo. Un gruñido que venía desde la habitación principal. El rubio se giró con lentitud, y observó cómo Jungkook miraba desde su cama hacia la puerta. Sus ojos rojos y llenos de celos.

— Lo lamento, pero...

— ¿Amor? —preguntó Jeon, sin dejarse mostrar—. Ya estoy listo. Ven, hagamos el amor. —dijo como si nada, mientras el omega sentía sus mejillas arder.

— Será mejor que me vaya. Disfrute su comida.

Al cerrar la puerta, Jimin caminó hacia la cama con la comida en su mano y negó con su cabeza. Le causaba risa ver a Jungkook diciendo tales estupideces.

— ¿No te dio vergüenza?

— No, porque eso haremos, si quieres, obvio.

Y así fue.

Hicieron el amor, llenándose de besos, caricias y risas de por medio. Poco a poco, el cantante volvía a su estado normal, mientras que Jimin dejó su aroma a Lirios y miel para oler a café intenso.

Pero era feliz.

Y era lo que importaba.

Eran las nueve de la mañana cuando el omega despertó ante una melodía serena y lenta. Jungkook estaba tocando la guitarra a los pies de la cama, mientras miraba hacia la ciudad. Jimin estaba vistiendo un camisón de noche, mientras que Jeon solo llevaba unos pantalones de descanso grises. El sonido de las cuerdas deslizándose entre sus dedos era mil veces mejor que la alarma que programaba un teléfono.

— Buen día... —musitó, luego de abrazarlo por detrás.

— Mhm... Hola, bebé. ¿Te despertó mi guitarra?

— No, tranquilo —respondió, dejando su mentón sobre el hombro del contrario—. Déjame atarte el cabello.

— Bueno —sonrió, dándole una de las ligas que tenía alrededor de su muñeca.

El omega tomó la liga para afirmarla con sus labios, mientras que con sus manos tomaba el cabello de Jungkook y lo afirmaba en un puño. Apretó la liga alrededor, y lo soltó, dejando un pequeño peinado.

— ¿Mejor? —preguntó Jungkook, y a pesar de no verlo, Jimin sabía que lo preguntó con una sonrisa en el rostro.

— Mejor.

Y es que todo era mejor ahora, los momentos así eran los que más atesoraba.

Y es que todo era mejor ahora, los momentos así eran los que más atesoraba

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Rush - km au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora