Rush - km au.

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Había pasado exactamente una semana desde que Jungkook le dió la idea al omega de salir del país, y disfrutar de su relación en un país siendo quizás completos desconocidos. Era una idea loca, pero no imposible de lograr, mucho menos cuando el azabache ya tenía los pasajes comprados, la estadía en el hotel cinco estrellas lista y el tour que le daría. Estaba ansioso, sin embargo, obviamente no era el único. Ambos se enviaban mensajes hablando de qué harán, dónde irán, qué comerán, hasta en qué posición dormirán.

Jimin será la cuchara pequeña.

Mientras tanto en la mansión, la relación del señor Kim y Jeon crecía como nunca antes. Compartían las comidas principales del día junto con una charla y consejos mutuos. Incluso jugaban ajedrez al lado del pequeño limonero que plantó el jardinero de Jungkook hace unos días. Él decía que era casi un hijo para él, y lo único que le pedía a Dios era tranquilidad y plenitud en todo sentido. El alfa le habló acerca del viaje, y el señor Kim no dudó en aplaudir y decirle que finalmente todo está sucediendo como siempre lo soñó. Él siempre vió el potencial que ambos tenían para emparejar, solo que debían esperar el tiempo adecuado para ser felices, aunque la vida se complique de vez en cuando.

Jungkook estaba feliz.

Sí que lo estaba.
Y Jimin lo hacía feliz también.

El alfa siempre pensó que tenerlo todo era tener todo el dinero del mundo, los mayores lujos, junto con fiestas interminables y omegas por doquier. Cuando realmente conoció la felicidad en el momento que sus ojos se encontraron con unos marrones.

Los ojos de su omega.