⠀⠀⠀⠀✺✺✺ | CHAPTER THIRTEEN

834 102 2
                                    

—Pensé que ya estabas en Nueva York.

Jason levantó la mirada y estuvo a punto de atragantarse.

Dick llevaba un traje de baño diminuto que dejaba al descubierto sus fabulosas piernas y ni hablar de su trasero, el pecho descubierto y en la cabeza unas gafas de sol oscuras que le atrapaban sus cabellos más largos.

Incluso a esa distancia le llegaba su olor a omega.

Le molestó que aún pudiera ponerlo tan nervioso, pero la noche anterior había dejado claro cómo estaban las cosas entre ellos.

Por supuesto, el sexo nunca había sido un problema: el problema había sido que Dick no quería creer que era lo más importante en su vida.

Lo que más le dolía era que no le hubiera dado una oportunidad de solucionarlo. En cuanto los medios de comunicación supieron que habían terminado su relación empezaron a publicar cosas que no eran ciertas y que habían dificultado aún más una posible reconciliación... Pero mirándolo ahora le costaba recordar los problemas tenían.

Dick era el omega más hermoso y más deseable que había visto en toda su vida.

Pero siguió desayunando como si no pasara nada. Era eso o hacer alguna estupidez como levantarse para tomarlo entre sus brazos y besarlo hasta que los dos se quedarán sin aliento.

—Pensé que ya estarías en Manhattan —insistió Dick.

Suspirando, Jason levantó su taza.

—Siento decepcionarte, pero pienso hacer gran parte del trabajo aquí.

—Ah —murmuró Dick, sirviéndose una taza de café.

—¿Vas a la playa?

¿Por qué tenía que estar tan sexy por la mañana?, se preguntó.

Pero Dick siempre había sido así, le gustaba estar guapo y presentable a todas horas. Y a él le gustaba despertarlo, borrar las sombras del sueño de sus ojos mientras le hacía el amor...

—Sí, eso pensaba hacer. Pero antes voy a nadar un poco en la piscina —contestó Dick, tomando un sorbo de café—. Sigues haciendo un café estupendo.

Jason sonrió mientras se levantaba de la silla.

—Y no es lo único que hago bien.

Dick tragó saliva, con el corazón acelerado cuando Jason se acercó, un alfa determinado y peligroso. Y pensó lo mismo que había pensado el día que lo conoció: el alfa Jason Todd sería capaz de excitar a cualquiera.

«Concéntrate, Dick, concéntrate. Tienes que recuperar el control».

—¿Te ha llamado ya Isabel Jurwich?

—¿Por qué debería llamarme?

Dick se encogió de hombros.

—Ha salido una fotografía nuestra en la portada de la revista People.

Jason se giro para mirarlo después de dejar su taza en el fregadero.

—Si, supongo que eso podría ser un problema.

—¿Entonces por qué me besaste en la carpa?

—Porque quería hacerlo.

Sus palabras no contenían la menor disculpa y Dick sintió que se le encogía el estómago. Estaba como hipnotizado por sus ojos, esos extraordinarios ojos verdes que podían dejar a cualquier omega sin aliento.

—Hacer las cosas sin pensar puede causarte muchos problemas.

—¿Y quién ha dicho que no lo había pensado?

Dick se quedó callado.

¿Estaba insinuando que lo había besado sabiendo lo que hacía? ¿Qué lo habría besado aunque él no le hubiera dado un beso en la mejilla? ¿Aquello era un juego para él?

Jason estaba mirándolo en ese momento con descarada admiración y eso hizo que sus pezones se levantasen por voluntad propia. Pero eso era lo que quería, que lo mirara y lo deseara, ¿no? Si estaba jugando, Dick le demostraría que también podía jugar.

De modo que se acercó a la mesa, moviendo intencionadamente las caderas.

—Hay waffles y cupcakes en la alacena, por si quieres comer algo —dijo Jason.

—Gracias, no me apetece nada.

—Mañana hay otro partido de polo. ¿Piensas ir?

—Sí, creo que sí.

Sabía por qué lo preguntaba. Al día siguiente mucha gente habría leído el artículo de la revista y habría todo tipo de especulaciones. La cuestión era cómo iban a manejarlas.

—¿Y Roy? —le preguntó Jason entonces—. ¿No se enfadará cuando vea ese artículo?

—No, porque sabe que no tiene nada de qué preocuparse.

Sabía que el comentario iba a molestarle.

Jason y Roy habían rivalizado como dos de los más famosos rompecorazones de Hollywood cuando Jason era actor y nunca habían sido amigos. Incluso ahora apenas se toleraban el uno al otro.

—No te preocupes por mí —Dick se levantó, sin dejar de sonreír—. Me voy a la piscina.

—Me alegro —dijo él, sin embargo—. No me gustaría ser causa de fricción entre ustedes.

Jason lo vio salir de la cocina, irritado por lo que había dicho sobre Roy. La idea de que tuvieran una relación seria lo sacaba de quicio. Y al imaginarlo entre sus brazos tuvo que apretar los puños para contener su ira.

Respirando profundamente, se preguntó qué diría Roy si supiera lo que había pasado por la noche, en el balcón. Aunque no habían tenido relaciones, Jason lo conocía lo suficiente como para saber que el orgasmo había sido real y muy potente. De hecho, casi diría que era el primero que tenía en mucho tiempo, de modo que Roy no parecía cuidar de Dick como debería.

Pero la idea de que otro alfa incluso beta, como era el caso de Roy, hiciera lo que debería hacer él y sólo él lo sacaba de quicio y, decidiendo que era hora de poner en marcha su plan de seducción, salió de la cocina para ir a cambiarse.

***

Dick levantó la mirada al oír pasos, pero cuando vio a Jason deseó no haberlo hecho porque llevaba un traje que seguramente sería ilegal llevar en público.

Sin darse cuenta, sus ojos se deslizaron por los pectorales y los marcados abdominales del alfa, el bañador delineando claramente los contornos de un hombre muy... Masculino. Todo un alfa frente a él.

Carraspeó al notar un cosquilleo entre sus piernas y se movió en la tumbona, deseando no encontrarlo tan atractivo.

Dick se obligó a sí mismo a sonreír. Deseando no amarlo como sabía que lo amaba.

Pensar eso hizo que se levantara de un salto, casi tirando la mesita que había a su lado con las prisas.

—¿Qué haces aquí, Jason?

—¿Por qué siempre me preguntas eso, como si no tuviera derecho a estar aquí?

—Probablemente porque creo que no deberías estar aquí. Además, no estoy acostumbrado a verte a todas horas.

Jason no dijo nada, tal vez porque le había sorprendido el dolor que notaba en su voz. Además, tenía razón, llevaban un año sin verse. Y seguramente en los últimos años nunca habían estado juntos más de veinticuatro horas seguidas.

STILL MINE ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora