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Todos siempre dicen que volvemos a las personas que nos hicieron felices. Que volvemos a los brazos de nuestra alma gemela, ya sea en vida o en alma.
Todos siempre estamos unidos a una persona, ya sea que no la amemos, o sintamos un poco de cariño a su persona, pero siempre, terminamos perdiendo esa parte de nuestra vida que nos hizo sentir libres y amados.
Amelia no fue curada. Sus heridas físicas siempre dejaban cicatrices. Pero sus heridas internas, esas siempre estarían ahí, para recordarle una y otra vez todo lo que sufrió, arriesgo, la felicidad que tuvo por momentos.
Es cierto que no puedes cambiar el pasado, y Amelia, había deseado cambiarlo más veces de las que podría contar. Muchas de las decisiones que habia tomado no tenían vuelta atrás y ella simplemente no tenía el poder para borrar las experiencias que ya había vivido. Sin embargo, pudo cambiar la visión que tenia de esos hechos, pudo lograr que dejaran de causarle daño.
Pero no todo era para siempre. Con cada suceso, cada perdida, esos hechos volvían, esos escenarios volvían a su cabeza y la torturaban casa día. Mientras ella intentaba dar lo mejor de si y poner una sonrisa para cada persona.
En muchas ocasiones, cuando se vivía una experiencia particularmente dolorosa, las emociones siempre tomaban el mando y le dificultaban el pensar con claridad. Debes en cuando, tenía bloqueos emocionales, le impedía analizar la situación con objetividad, era como si borrase todos los posibles aspectos positivos haciendo que se centrará solo en los negativos, lo cual desencadena sentimientos de impotencia, rabia y tristeza. Pero siempre estaba ahí. Con una sonrisa en el rostro, cuando por dentro pedía ayuda.
En algunos casos, cuando sentía que la situación le sobrepasaba, simplemente era incapaz de aceptarla y ese recuerdo continuaba generando emociones negativas que condicionaban las relaciones con los demás o incluso con ella misma.
De hecho, cuando no lograba interiorizar las consecuencias de determinadas decisiones o de ciertas situaciones, el pasado volvia una y otra vez, pero no siempre lo hacía a través de recuerdos, sino que adoptaba la forma de miedos, inseguridades y recriminaciones, en sí misma, con las heridas emocionales que su cerebro todavía no habia cicatrizado.
Cuando había dejado el mundo, el cual estaba libre de peligros. Solo pudo sentir una cosa. Paz.
Ninguno de los dos había logrado soltarse. Regulus siempre la espero, sabía que aún no era su tiempo. Amelia no había logrado soltarlo.
Amelia sabía que su hermano estaría bien, después de todo, tenía a sus mejores amigos con el. Ahora que todo habia acabado, seguirían la generación que ella no pudo conseguir, pero uno de sus más grandes deseos es y era estar con ellos, sabía que ahora los cuidaría.
—Amelia...—una voz tan conocida para ella sonó a sus espaldas, dejándola estática en su lugar.
Lentamente se giro para mirarlo. Cubrió su boca con ambas manos como si no pudiera creerlo.
—Ay Merlin, ¿Eres tu, en verdad?—pregunto sollozando.
—Si...—hizo una pausa para sonreir—Soy yo Lia. —la castaña no pudo evitar soltar lágrimas mientras sonreía feliz.
—Te extrañe Black. —y sin más, se lanzo hacia el, dando un pequeño brinco para enrollar sus piernas en el torso de Regulus, mientras abrazaba su cuello.
Había extrañado sus ojos, su mirada, cada faccion.
Estaban juntos de nuevo. Tal vez no pudieron estar la vida entera pero si toda una eternidad.
Ellos eran almas gemelas.
[...]
ACTUALIDAD, GRIMMAULD PLACE
Los recuerdos se apagaron cuando la mirada de Amelia se fue de su cuerpo. Nadie había evitado llorar. La sala se había llenado de sollozos durante todo el relato y proyección. Ellos lo veían como acontecimientos de dos días, solo observando.
Pero los adolescentes ahí sabían, que todos los adultos ahí, habían perdido una parte de su vida con ella.
Remus sintió como alguien se aferraba a su brazo. Giro su mirada topandose con la de su ahijada. Alisson Potter. El castaña sonrió débilmente mientras abrazaba a la joven por los hombros, cuando noto sus lágrimas.
Aveces, la misma Alisson, le recordaba tanto a su hermana. Su misma actitud, su personalidad. Era como si su hermana hubiera encarnado en su ahijada.
Lily miraba un punto ciego de la habitación. Su hijo y esposo se habían acercado a abrazarla, pero ni así reaccionaba, aún podía recordar ese día con claridad.
Cuando supo de la muere de Amelia, sintió una gran pérdida y el dolor profundos. Se sentía triste cuando lo supo, enojada o perdida sin la presencia de Amelia ahí, cuando todos volvieron, todos excepto Remus, Peter y Amelia. Y un día después lo supo.
Sin duda, le llevo tiempo adaptarse a lo que habia ocurrido. Muchos tuvieron paciencia contigo ella en su perdida, al igual que ella lo tuvo consigo misma, tenía el apoyo y consuelo de las personas en las que confía.
La culpa a menudo la consumía con lo que había sucedido entre ellas y sus peleas.
El duelo era la tristeza profunda que sentimos cuando se muere un ser querido.
La muerte de Amelia y el nacimiento de sus hijos al mismo tiempo había llegado a un gran cambio en su vida. Le llevo un tiempo afrontar esa pérdida y encontrar maneras de adaptarse a esa ausencia. El apoyo y el consuelo procedente de sus amigos, y la presencia de sus hijos, la habían ayudado a atravesar y a sobrellevar el duelo.
La puerta de la entrada llamo su atención. Y el de toda la casa en realidad.
Por ella, entraron Peter y Marlene, quienes al ver a sus sobrina y ahijado, sus miradas se iluminaron.
—¡Tío Peter!—dijo Alisson.
—¡Madrina!—dijo Harry.
Ambos al mismo tiempo, mientras corrían hacia ellos, ambos siendo recibidos en un gran abrazo.
Lily sonrió observando la vista frente a sus ojos.
—Te perdonó Amelia.
Ambas eran el amor de la vida de la otra.
Y la iba a amar, hasta su muerte.
FIN
Lune_black
Finalmente esta historia ha acabado, después de tanto tiempo.
La verdad, el epílogo no me convence tanto, pero lo corregiré en algún futuro.
