Llegó, por fin, el esperado momento, LA SALIDA. El timbre me supo a gloria. Salí y esperé en la puerta a mi "grupo". Ryan me agarró de la mano y me miró sonriente. Sus ojos verdes se iluminaron al mirarme. Lyra se puso a mi lado.
—Tu momento, Dian. ¡Buena suerte! —Dice ella, y de repente susurra: —¡Acuérdate de decir todo por el grupo!
Asiento con la cabeza y abrazo el brazo de Ryan. Llegamos a su casa.
—Toma, te he preparado ropa. Póntela. Te verías muy se... muy bien con ella puesta. —Dice vergonzoso.
—Vaya, ¡gracias! —Le agradezco.
—¿Quieres que me vaya? Para que puedas cambiarte. —Me ofrece.
—Ah, pues como quieras. A mí no me importaría que te quedaras, estamos en confianza, pero como quieras.
Él asintió y se sentó en la cama a esperar que me cambiara. Tengo que admitir que sí que me dio vergüenza. Era el primer hombre que veía mi cuerpo sin prendas de ropa. Es que ni mi padre. Me fui quitando lentamente la camiseta beige que llevaba puesta, mientras él observaba sorprendido. Podía ver sus perfectos dientes. Cuando terminé de cambiarme, dejé mi ropa en un rincón.
—Terminé. —Aviso.
—¿Eh? —Lo hago aterrizar. Ah, te queda genial.
—Muchas gracias. —Me sonrojo. ¿Qué haremos?
—Pues, lo que quieras. ¿Tienes hambre?
—Mm, un poco sí. —Admito.
—Genial. Pediré pizza de barbacoa. —Afirma él.
—¿Barbacoa? ¿Cómo sabes que me gusta? —Intento hacerme la difícil, pero me ha pillado.
—Intentando hacerte la difícil, ¿Eh? Lo sé porque digamos que te he visto en la cafetería comiendo un trozo de pizza barbacoa. —Añade.
Me sonrojo y suelto una carcajada. Él coge el teléfono y llama a la pizzería mientras yo me quedo sentada en su cama mirándolo. Parezco acosadora, pero es tan lindo...
—¿Dian? Hagamos como que no has dicho eso en alto. —Añade él.
Dios mío. ¿Había dicho en alto que es lindo?
—Eh... sí. —Digo avergonzada.
—¿De verdad te parezco lindo? —Dice mientras se rasca la nuca. Ese gesto me pone de los nervios. Sobre todo viniendo de él. Podía ver que en sus manos se le marcaban exageradamente las venas. Algo que me ponía tan... nerviosa.
—Sí. Lo eres. —Digo convencida.
Él se levantó y me levantó a mi también. Me agarró de las caderas, y me empujó contra él. Tenía miedo de que notara mi corazón tan acelerado.
—Ryan... —Digo.
—Shhh...
Y antes de que pudiera decir algo, sin más me besó. DIOS, MÍO. ¡¿RYAN SMITH ME ESTABA BESANDO?! ¡Es una locura!
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Una Relación Romántica Pero Odiosa
Novela JuvenilDianelys Cortés, una universitaria de 18 años, muy fría y seca, solamente se centra en sus estudios y nada más. De pronto, el chico que ha perjudicado todo su pasado, Ryan, intenta enamorarla. Dianelys no se ha enamorado nunca y tampoco estaba en su...