7. ¿Te arriesgarías?

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Poché

Una semana, una puta semana y Daniela nada que me dirige la palabra, simplemente me ignora y solo se limita a hablar de trabajo.

¿Me afecta? Como nunca lo imaginé, toda esa confianza que tenía con respecto a las mujeres ella está haciendo que desaparezca.

Por otro lado Natalia cada día está más coqueta que por un momento he pensado en despedirla, pero me aguanto porque es buena en su trabajo.

—¿Qué le hiciste a la pequeña Calle?—me preguntaba Alba con los brazos cruzados.

—No sé de qué hablas—no apartaba mi vista del computador.

—Hablo que desde hace una semana la pequeña Calle a penas y te dirige la palabra y tu te mueres porque al menos  te voltee a ver, así que dime ¿qué le hiciste?—me paré molesta y vi por la ventana.

—Déjame sola por favor—me serví un trago de whisky.

—Cada vez que haces eso es porque te pasa de todo, deja de ser así y si te gusta la pequeña Calle solo díselo, no tiene nada de malo, además estoy completamente segura que con que aceptes tus sentimientos ella llega a ti—no dije nada y solo oí como cerró la puerta.

Soy una cobarde, eso es lo que soy.

Seguí revisando unos documentos cuando tocaron la puerta.

—Adelante—la puerta se abrió y era ella, seria como siempre ha estado estos últimos días.

—Aquí está el reporte de este mes—dijo y solo asentí—¿Vas...vas a ir mañana a los viñedos? Mi papá dijo que quería hablar contigo—

—Sí me lo comentó pero no puedo, tengo que viajar mañana—dije y me vio con curiosidad.

—No tenía idea ¿entonces el lunes?—preguntó y negué.

—Regreso hasta el miércoles—me limité a decir y ella se sorprendió.

—¿Días libres? O ¿con alguna de sus amantes?—dijo molesta y me paré para acercarme a ella y susurrarle al oído desde atrás.

—¿Tanto le molesta que alguien más esté en mi cama?—sentí como su cuerpo tembló.

—Eres una idiota—intentó irse pero la tomé con fuerza de su cintura pegándola a mi cuerpo—suéltame—yo lo único que podía hacer es mirar sus labios.

No lo pensé más y solo me dejé llevar, al principio se resistió pero luego me lo siguió, fui aflojando mi agarre y solo me dediqué a disfrutar de su boca, esos labios tan suaves, delicados y dulces que cualquiera se haría adicto.

Acariciaba su espalda de arriba a bajo y ella enredaba sus dedos en mi cabello, era la sensación más bonita que haya sentido.

Poco a poco fui avanzando haciendo que ella chocara contra mi escritorio, la tomé de su trasero y la levanté sentándola sobre el.

—Mmm no es...pere—intentaba alejarme pero mi cuerpo pedía otra cosa, me ubiqué entre sus piernas yo quería hacerla mía ahí mismo, mi boca no se apartaba de la suya, quería que este momento durara para siempre—no detente—lamentablemente el aire nos hizo falta y tuve que soltarla.

—No puedo, no sé qué mi hiciste Daniela pero quiero estar contigo—intenté besarla nuevamente pero ella no me lo permitió.

—No se equivoque Garzón, a mi no me tendrá en su cama como a cualquier otra—se estaba haciendo la difícil y eso me gustaba.

—Esta bien, pero entonces déjame al menos seguir disfrutando de tus deliciosos labios—me acerqué a besarla y esta ves me volvió a corresponder.

—Poché, Poché detente—dijo al sentir como mis manos acariciaban sus piernas.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora