27. Llegó el momento

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Poché

Desperté con una enorme sonrisa en el rostro, estaba en mi cama con mi mujer, con mi amor. Ella aún dormía y es que anoche fue una de las mejores, llevaba meses sin tocar a Daniela que me tenía que conformar con unas pajas pensando en ella. La amo demasiado y ella me ama lo sé.

Empecé a dejar besos en su espalda desnuda, pasé mi mano por su vientre y toqué su pecho pero inmediatamente se sobresaltó.

—No ¿qué haces?—me reí porque se asustó.

—Soy yo amor tranquila ¿te asusté?—se sentó en la orilla de la cama y jaló la sábana para taparse.

—¿Te...puedes ir por favor?—fruncí mi ceño al escucharla decir eso.

—¿Qué? No entiendo—

—Vete Poché, antes que todos despierten y te vean aquí—dijo de forma fría que mi corazón empezó a dolor.

—Pero...yo pensé que...¿no me has perdonado? Daniela pasamos la noche mas increíble de nuestras vidas—

—Solo fue sexo Poché—en ese momento mi alma dolió, mis lágrimas bajaron y bajé la mirada—necesitaba un buen polvo y tu me lo diste, en ningún momento dije lo contrario ¿me escuchaste perdonarte?—negué—fue solo sexo para quitarnos las ganas, así que por favor vístete y vete—me levanté rápido, busqué mi ropa y me la puse, ella seguía en la misma posición, sin moverse. Mis lágrimas no dejaban de salir, lo que pensé era el mejor despertar en muchos meses se convirtió en el peor, en una pesadilla.

Abrí la puerta para irme pero me detuve.

—Yo te hice el amor Daniela, para mi nunca fue solo sexo, que tengas un buen día—salí y bajé rápido las escaleras.

Llegué a mi auto y acelere lo mas que pude. Pero no aguante más y me aorille para llorar, mi llanto era profundo, mi dolor era profundo.

—Mierda—golpee el volante—mierda, mierdaaaa—no podía dejar de llorar, sentía una daga atravesar mi pecho—te amo Daniela, te amooo—subí mis piernas al sillón y las abracé para hundir mi cara y seguir llorando.







Daniela

Se fue y me sentí la peor mierda del mundo, mi estúpido orgullo me hizo reaccionar así, porque mi corazón y mi alma pedían a gritos decirlo lo mucho que la amo y que nos demos otra oportunidad.

Me tiré a la cama y mis lágrimas salieron.

—Perdóname, soy una idiota—decía en voz baja. 

Después de un tiempo me duché y fui a la habitación de mi pequeña, dormía plácidamente con el pequeño Ramón. Le dejé un beso en la frente y salí.

Me fui directo al jardín, necesitaba aire puro.

—¿De verdad le hiciste eso a Poché?—escuché que mi nana me habló.

—¿De qué hablas?—respondí con vergüenza.

—Después de anoche, pensé que hoy por primera vez en todos estos meses desayunaríamos felices, celebrando su reconciliación, hasta me estaba preparando para tener que regañar a Poché por no quitarte las manos de encima—mis lágrimas se acumularon—pero parece que estás decidida a dejarla ir y terminar con tu matrimonio, me da tristeza porque te conozco y sé que aún la amas o tal vez simplemente te dejé de conocer, solo te voy a dar un consejo, que tu orgullo no sea más grande que tus sentimientos—

Se fue, no fui capaz de detenerla y solo me quedé ahí viendo y pensando en nada y en todo a la vez. Mi cabeza era un lío.

Había pensando en no ir a la empresa pero después de todo decidí hacerlo.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora