Miraba el mar y sus olas, me encontraba en un barco con los tártaros, aún sentía los gritos de los pueblerinos, el llanto de mi madrastra y los gritos desconsolados de mi padre, aún tenía en mi recuerdo como una espada atravesaba el pecho de mi padre y como la cabeza de mi madrastra rodaba por el suelo al ser degollada, no odiaba mi destino, no odiaba Turquía pero si su esclavitud, mi hermana, Alexandra había sufrido el mismo destino hace unos años y por ende nos cambiamos de ciudad escapando de los tártaros, nuestra madre había muerto impidiendo el destino de mi hermana y mi padre no demoró en encontrar una nueva esposa, sin embargo no pudimos escapar de sus manos por mucho más, pues aquí estaba, siendo esclava, quizás vendida a un hombre adinerado, a una casa de placer o quizás con suerte al palacio del sultán y siendo sincera, esto último era lo queas deseaba, ya que según los libros de historiadores, ser parte del palacio te aseguraba una buena vida.
A mis 10 años de edad no conocía la felicidad, aquella había sido borrada al ver morir a mi madre, mi vida siempre fue de sacrificios, y esperaba que un poco de suerte llegará a mi al ser vendida, esperaba a un hombre adinerado, o al mismo sultán, sabía que las mujeres que llegaban al harén podían ser sultanas si les dabas un hijo al sultán del mundo.
Mi nombre es Catherina Lisowska, nacida en Rohatyn Ucrania, en el año 1510, única hija de Havrylo Lisowska. Aprendí a ser fuerte en este imperio, aprendí a derrotar a mi única familia que quedaba con vida, mi hermana, la que antes me cuidaba para después querer eliminarme, soy Catherina la luz, la luz del sultán, el lucero que alumbra su camino, soy Catherina, y seré recordada por ser la mujer que derrocó de su puesto a Hürrem y ser la única esposa del Sultán Suleiman.
Año 1520 Viejo palacio.
Miraba a la sultana madre en su caminar de un lado a otro, su hija la Sultana Hatice estaba a mi lado tomando mi mano, hace 3 años había sido comprada por la Sultana madre, ella me había salvado, siempre le estaría agradecía, pues estos 3 años me había hecho sentir como su propia hija, me rodeaba de regalos y costosas sedas y joyas, era una igual para la sultana Hatice, la cual se había convertido en mi amiga y confidente.
La sultana madre estaba estresada, pues hace una semana había llegado al viejo palacio donde yo me mantenía escondida para en cualquier momento salir a tomar el lugar por el cual me estaba preparando, conquistar a su hijo, el sultán del mundo, el sultán Suleiman el magnífico. Sabía que mi hermana Alexandra estaba con el sultán, había llegado hace 5 años al imperio convirtiéndose al instante en la favorita de Suleiman, y ahora estaba embarazada de su primer hijo después de las constantes hiervas infértiles que la sultana madre le daba.
- Esa maldita víbora está embarazada de mi segundo nieto Hatice, no puede seguir procreando más, sabes que el poder que tendrá al convertirse en sultana será un dolor de cabeza, esperaremos a que mi hijo regrese de la conquista para que Catherina ingresé en sus aposentos cómo regalo.-
La madre sultana habló firme y me miró con una sonrisa, yo le sonreí también, sabía el odio que la sultana madre le tenía a Alexandra, o Hürrem, cómo ahora era llamada, lo poco que recordaba de mi hermana era casi nada, Alexandra era una chica que vivía enamorada de Leo, el hijo de un pintor poco reconocido en Rohatyn, ellos se iban a casar, soñaban con una familia, 3 hijos y una casa pequeña y pintoresca, no odiaba a Alexandra, ella nunca me hizo un mal, siempre me protegía, pero por alguna razón ella siempre era la favorita, sin embargo estaba segura por lo que me hablaba Hatice y la sultana madre, que si yo entraba a los aposentos de su majestad ella sería capaz de matarme sin importar lo lindos momentos que pasamos juntas, tenía algo a mi favor, la historia de ella y Leo, cómo estuvo a punto de entregarse a él pero fue descubierta por mi madre, las pinturas que leo nos retrato a ella y a mí, como su padre nos retrato a Leo, Aleksandra y yo, en un hermoso prado, mientras ella se besaba con Leo y yo estaba sonrojada por qué jamás había visto algo así, pues solo tenía 8 y Aleksandra 13.
Le había pedido a la madre sultana que no mostrará esas pruebas que había conseguido de los tártaros, pues ellos me las habían confiscado, pensando en venderlas, eran solo pliegos de pinturas pequeñas, le había importado por el miedo de lo que sería capaz mi prima de hacerme, que cuando fuera el momento mostrariamos todo, y traeriamos a Leo a Turquía, pero que aguardará con paciencia.
No quería mostrar esas pruebas, por lo que las había escondido muy bien en un lugar que nadie encontraría jamás, solo yo, aún le tenía cariño a Alexandra, no estaba orgullosa de lo que haría, si Alexandra enserio amaba a su majestad yo estaría siendo como mi madrastra, quitándole su amor a una mujer que daba todo por su amado, sin embargo estos tres años había aprendido una cosa, el harén, el harén estaba compuesto por varias mujeres, las más hermosas y vírgenes eran seleccionadas para ser la entretención del sultán o los príncipes, otras eran escogidas para ser criadas de sultanas, y las demás que algunas eran de edad o ya no eran vírgenes estaban para hacer el aseo del palacio o servir a los mismos sirvientes. El sultán podía escoger a las mujeres que el quisiera, no había una ley que solo tenía que estar con una mujer para toda la vida, la labor de las que pasaban las noches con el sultán era darle herederos, mientras más herederos podías darle a su majestad, más poder tenías tú como concubina, podías pasar a ser una sultana poderosa, podías tener al mismo sultán comiendo de tu propia mano, pero para eso debías ser inteligente, astuta, sumisa y seductora, las criadas de este palacio me enseñaron que lo que más le gustaba al hijo de la sultana madre eran las mujeres seguras de si misma, que fueran sumisas pero también dominantes, que no se dejarán llevar por lo que decían los demás. Y yo ya había practicado 4 años en mi, en ser la mujer perfecta para el sultán. Un hombre poderoso y apuesto a sus tan solo 27 años.
No odiaba a mi hermana, pero si había llegado a su camino, para estar con el Sultán del mundo, era por qué esta historia me pertenecia a mi. Y no podían haber dos reinas en un reino.
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Gözde Sultan -Sultán Suleyman
RomanceLa Sultana Madre había encontrado a la candidata perfecta para derrotar a Hürrem, y no era nada más y nada menos que su hermana, la cual Hürrem creía muerta.