Miré mi reflejo en el espejo y sonreí satisfecha, mi vestido color crema y mi media trenza dejando unos rubios cabellos rebeldes, mis mejillas estaban rosadas por los pétalos de rosa molidos que usaba de maquillaje y mis labios rojos por las cerezas que había comido hace poco.
El día de hoy la Madre Sultana me había mandado a llamar a sus aposentos para recibir a su hijo el sultán, como era costumbre cuando el gran sultán llegaba a su palacio, el debía saludar a solas a su madre y hermanas primero, después más tarde se reunían las madres de sus hijos.
Camine a pasos apresurados y Fatma venía tras de mí, podía escuchar sus reclamos que una señorita no debía correr pero decidía ignorarla, estaba ansiosa por conocer al Sultán y ver que opinaba de mi.
Los aghas abrieron las puertas apenas yo me puse frente a ellos regalando una sonrisa, la madre Sultana tenía dicho que yo podía ingresar a sus aposentos siempre cuando lo quisiera y ella estuviera presente.
Entre y ella estaba junto a Hatice sentada, el sultán aún no estaba presente, eso me alivio de cierta manera ya que odiaba llegar tarde y no cumplir las espectativas de la Valide. Me acerqué a ellas con Fatma tras de mí les hice una reverencia a ambas sultanas, ellas sonrieron y la Valide estiró su mano para que yo la besara, eso hice, la bese y la puse en mi frente en señal de respeto y admiración.
- Madre, es un agrado verla esta mañana, usted junto a Hatice son capaces de iluminar cada rincón de estos aposentos.- Ellas sonrieron y me senté al lado de Hatice.
- Mi león llegará en unos momentos, está preciosa el día de hoy, cajtivaras la vista de nuestro sultán.- La valide me elogio y yo sonreí en grande.
- Eso es verdad, estás hermosa Catherina, el día de hoy bailaras para su majestad, madre enviara concubinas a sus aposentos para que le Bailén, sin embargo, serás tú la que captará su atención.- Hatice tomo mis manos y asentí dichosa por la oportunidad que me daban.
- Espero que así sea Hatice.- Respire profundo, calmando mis nervios.
- Así será querida.- La valide finalizó su oración al momento que un agha entro y anunció al Sultán.
Era alto, demasiado alto, yo debía llegarle unos cuantos centímetros debajo de sus hombros, sus músculos, oh Allah, esos músculos se notaban debajo de aquel impecable traje hecho a su medida, su piel bronceada por el sol pero sin perder esa tez blanquecina, aquellos ojos tan celestes como el mismo cielo, inspeccionando todo a su alrededor, asegurando que nada estuviera mal, esa mandíbula tan marcada que le hacía ver más varonil, trague saliva cuando su sonrisa se asomó y se acercó a paso lento, el me observó, me recorrió con su mirada y yo no podía contener mi corazón, ¿Era posible ver a tan perfecto hombre y no caer rendida a sus pies? Mis piernas temblaban, y como no si su mirada no me abandonaba.
- Madre querida, es bueno volver a verte después de tanto tiempo, tu hijo a llegado a salvo y conquistador de nuevas tierras.-
Maldita sea, ese tono de voz tan grave y varonil me hacían querer otras cosas, cosas que había visto en los libros que Hatice escondía de su madre, aquellos dibujos donde ilustraban la intimidad de un hombre y una mujer, me hacía querer eso con Suleiman.
- Gracias a Allah que estás de regreso hijo mío, mis rezos ayudaron en tu heroico regreso a casa.- El sultán beso las manos de su madre y se acercó para abrazar a Hatice, ella lo abrazo con alegría cesando su llanto de felicidad y me miró nuevamente, esa mirada de extrañeza pero adoración a la vez, aquella mirada que desde ahora solo quería que me diera a mí y nadie más.
- ¿Quien es esta joven que te acompaña madre? Por su vestimenta estoy seguro que no es una simple criada tuya.- El sonrió y se posicionó frente a nosotras, la madre Sultana me miró y asintió.
Era hora del show, y tal como se me enseñó yo me puse de pie y camine lentamente con la mirada en el suelo hasta quedar frente Suleiman. Me arrodille y bese sus manos para levantar la mirada de forma seductora y mirarlo a los ojos, el quedó pasmado, no se esperaba eso y lo sabía. Me levanté y sonreí.
- Permítame saludarlo su majestad, mi nombre es Catherina Lisowska, soy de Rohatyn, fui educada por la madre Sultana por años, y soy su regalo.-
- Lisowska...- El arrugó su entrecejo y yo sonreí, el ya sabía, ya sabía que era hermana de Hürrem.
- Así es querido, yo la salve de un destino cruel, casi es enviada a un burdel, y mantenemos su identidad en privado hasta que tú decidas exponerla, ya sabes cómo son tus favoritas, y ella es como una hija más para mi.- La madre Sultana lo miro de forma fija y sería y el asintió.
- ¿Que edad tiene señorita?.- Su mirada me escaneo por completo y yo sonreí satisfecha cuando una sonrisa se escapó de sus tentadores labios.
- Tengo 14 años mi sultán.- El dejo de sonreír y sus ojos dejaron de brillar.
- Sabes que aún no puedo tenerla madre.-
- Mi edad no es importante cuando estoy dispuesta a entregarle mi corazón en bandeja de oro si así usted me lo pidiera.-
Lo mire directamente a los ojos y le regale mi sonrisa más sincera, mentira no era, si el amor a primera vista no existía, yo lo acaba de inventar, pues me había enamorado del sultán con solo verlo, con solo escucharlo ya me tenía a sus pies.
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Gözde Sultan -Sultán Suleyman
RomanceLa Sultana Madre había encontrado a la candidata perfecta para derrotar a Hürrem, y no era nada más y nada menos que su hermana, la cual Hürrem creía muerta.