La Valide me comentaba alegre sobre lo emocionada que estaba por qué su hijo llegará, pues hace meses se había ido a una conquista y lo extrañaba, Mahidevran y Hürrem apoyaron eso diciendo que ellas también lo extrañaban, logrando por una vez estar de acuerdo en algo, yo solo sonreía esperando conocer porfin al gran Suleiman, pues de tantas cosas que me hablaban la sultana Hatice y la Valide sentía que lo conocía como si de mi se tratase.Me dediqué a observar con cautela cada rincón de la habitación cayendo mis hijos en Hürrem, ella estaba más bella, sin duda la belleza que compartíamos opacaria a cada concubina de este palacio. Sin embargo Mahidevran le hacía honor a lo que la gente del pueblo dice sobre la madre del heredero. Hermosa, sin dudas hermosa en todo su esplendor, Mahidevran, la que cuya belleza nunca se desvanece. Se notaba una mujer de unos 20 años, la tristeza en sus ojos no pasaba desapercibida, ella se dió cuenta que la miraba y arrugó su ceño, yo le di una reverencia con mi cabeza y ella correspondió eso con una pequeña sonrisa.
¿Por que ella no era Sultana si ya tenía un heredero? Sabía que a Hürrem se le llamaba Sultana en los pasillos y el sultán no decía nada al respecto, pero... ¿Acaso no debería ser Mahidevran portadora de aquel título si ella tenía un heredero? Tenía muchas cosas por aprender y poco tiempo a mi favor. Aún me faltaba conocer a las otras concubinas.
Según la Valide, solo habían dos mujeres en el palacio que eran dignas de respeto; Isabella Fortuna, la cual antes era una princesa pero abandonó su título para ser concubina de Suleiman, ella le dio una hija hace apenas unos meses atrás a la edad de tan solo 18 años, nombrada por la madre Sultana como Raziye Sultán, la primera princesa del sultán, una niña de cabellos negros y ojos tan azules idénticos a los de su padre, su madre, la señorita Isabella, ahora llamada Dilay, la luna hermosa de su majestad, por sus atrapantes cabellos y ojos tan oscuros, era una Kadin de belleza envidiable y una tranquilidad incomparable, se llevaba bien con todas las concubinas, menos con Hürrem, la cual en varias ocasiones la intento asesinar.
También estaba Mükerrem Kadin, una mujer de 25 años, la cual había tenido gemelos, los primeros de la dinastía, pero tras la viruela que atacó el palacio de manisa murió el niño junto a su hermano, a sus 9 años. Ella conoció al Sultán cuando el solo apenas era un príncipe gobernando su provincia, fue su primera mujer, pero dejó de serlo cuando llegó Mahidevran, Mükerrem de forma extraña nunca más pudo concebir hijos del sultán, y este dejo de llamarla, sin embargo le sigue dando lujos y un sueldo, sin perder el título de Kadin. Era una mujer hermosa, largos cabellos negros, tan pálida como la nieve y atrapantes ojos celestes, se había convertido en amiga de Suleiman, su mayor confidente. Era una mujer tranquila, pero nadie se atrevía siquiera a mirarla de mal modo, pues una sola palabra de ella y el Sultán ejecutaba a esa persona. La madre Sultana decía que no entendia su relación, Suleiman ya no la amaba, sin embargo se negaba a casarla con otra persona.
- Querida Madre, con su permiso si me lo permite, ¿Podría retirarme a mis aposentos? Deseo tomar un baño y luego descansar para recibir con energía a nuestro sultán el día de mañana.-
Mire a la Valide y ella acarició mi brazo asintiendo, me levanté de mi lugar le hice una reverencia a ella y Hatice, pide sentir la potente mirada de mi hermana tras mi espalda y sonreí, había llamado su atención, y no dudaba que quería ir a mis aposentos a armar un escándalo y amenazarme, conocía el cárter de ella cuando algo no salía como lo planeaba, pero era una lástima que por el día de hoy me ducharia en los baños de la madre Sultana para prevenir mi identidad y mis aposentos estaban custodiados por guardias, los cuales tenían indicaciones de solo dejar entrar al Sultán, Hatice y la Valide.
No me preocupaba mi seguridad, pues sabía que estaba bien custodiada, por lo que camine con seguridad a los baños con ayuda de mis criadas y amigas, y ellas me comenzaron a lavar y perfumar.
- Nos han dicho que el sultán podría llegar hoy por la madrugada, por lo que mañana a primera hora usted debe estar en los aposentos de la madre Sultana para captar su atención mi señorita.- Aysë me seco el cuerpo para luego envolverlo en una toalla.
- Entonces debes preparar un hermoso vestido y una tiara de las que la Sultana Hatice me regalo, tengo que estar perfecta, asegúrate de ponerme el perfume de Gardenias, recuerda que la flor favorita de su majestad.-
Ambas chicas asintieron sonriendo y salimos del baño para entrar a mi aposento, era grande, digno de una Sultana, ya veía por qué se peleaban esta habitación Mahidevran y Hürrem, su balcón era enorme, y su cama fácilmente tenía capacidad para tres personas. Sonreí y corrí para lanzarme a ella, era tan cómodo.
- ¡Señorita! No puede hacer eso, si tan solo la Valide la viera, oh Allah, recuerde que ya dejó de ser una niña.-
Fatma me regaño y yo solo reí, sabía e ya no era una niña, pero a mis 14 años recién cumplidos no podía dejar ese lado infantil, uno que tenía escondido y solo lo soltaba cuando estaba a solas, pues en este palacio si ya entrabas sangrando, estabas lista para dale hijos al Sultán, ya eras una mujer. Se nos era arrebatada nuestra infancia en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo la Valide no está presente en estos momentos y yo, era libre de ser como quisiera ser.
- Relájate Fatma, ella no está, ahora por favor cierren las persianas para dormir, quiero estar fresca como una flor en primavera para ver a nuestro Sultán del mundo en unas horas más -
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Gözde Sultan -Sultán Suleyman
RomanceLa Sultana Madre había encontrado a la candidata perfecta para derrotar a Hürrem, y no era nada más y nada menos que su hermana, la cual Hürrem creía muerta.