Sonreí con gusto cuando escuché las palabras de mi fiel amigo Gül Agha; Hürrem y Mahidevran estaban como unas verdaderas locas tratando de encontrar a la esclava que había cautivado al Sultán para permanecer con el 5 noches, yo aún no salía de mis aposentos, habían pasado ya tres semanas de aquello y solo esperaba la confirmación de la madre Sultana para poder salir, hoy me sentía un poco mareada a causa del encierro por lo que solicité que Fatma fuera en busca del sultán para pedir permiso de este en su balcón, ya que este era bastante grande incluso más que el mío y podía disfrutar de una vista diferente.
Estas tres semanas habían sido excelentes, pues Suleiman me había consentido con las mejores tela para mis vestidos hermosas joyas, entre ellas un bello collar de tulipán, una reliquia valiosa, puesto que pertenecía a la flor de la dinastía otomana, el símbolo que representaba ser parte de esta poderosa dinastía. Cuando la madre Sultana y Hatice lo vieron pegaron el grito al cielo, ya que ahora significaba que estaba en el corazón y mente del sultán, nadie me podría borrar, no sería como mi hermana y Mahidevran, no quedaría en el olvido, de eso me encargaría yo misma.
No sabía con certeza cuando partiría su majestad a una nueva conquista, pero nuestra cercanía no se vería afectada por eso, todos los días nos veíamos, no siempre terminaba entre sus sedosas sábanas, sin embargo sabía que en cualquier momento la doctora me diría que estaba embarazada, era algo obvio, habíamos consumado nuestro amor más de una vez uniendo nuestros cuerpos, en ya no pedía por sus otras concubinas, se encargaba de visitar a Hürrem solo para saber cómo iba su embarazo que en cualquier momento ella daría a luz, su parto se había atrasado bastante y yo estaba ansiosa por eso, mi sobrino o sobrina debía nacer con bien, estaba segura que trataría de proteger a ese ser, pero sin lugar a dudas sacaría a su madre del mapa, los niños no cargaban la culpa, pero en este castillo y en esta dinastía, lo primordial era cuidar con tu vida a tus hijos, y hacer que uno tomara el trono cuando su majestad el sultán partiera al reino de Allah.
Unos golpes interrumpieron mis pensamientos y asentí a Aysë para que abriera la puerta, sonreí con gusto cuando vi a Suleiman.
- Sabe que usted puede pasar cuando guste sin necesidad de golpear las puertas Suleiman.- Me acerqué corriendo a el y lo abrace, mi cabeza quedaba justo por debajo de su pecho, logrando escuchar los latidos de su corazón, nuestra diferencia de estatura era grande, el era un hombre muy alto.
- Y tu sabes que eres mi igual Gözde, por lo que seguiré tocando las puertas de tus aposentos para ver tu hermoso rostro mi pequeña amada.-
- Usted me hace extrañar lo cada día su majestad, ¿Que me ha hecho? ¿Me ha hechizado con sus caricias y besos acaso? Mi corazón está dichoso de verlo nuevamente.-
Suleiman acarició mi rostro y me tomo de las caderas para poder así enredaron mis piernas en su cintura y unirnos en un suave beso, si tan solo alguien nos viera nos tacharia de locos, pues una dama no hacía eso y menos el sultán, pero no nos importaba, el sacaba toda mis ganas de besarlo y estar apegada a él siempre. Una pose comprometedora para cualquiera, algo extraña quizás, pero me encantaba.
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Gözde Sultan -Sultán Suleyman
RomanceLa Sultana Madre había encontrado a la candidata perfecta para derrotar a Hürrem, y no era nada más y nada menos que su hermana, la cual Hürrem creía muerta.