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1521 - Viejo palacio (3 semanas antes del nacimiento del principe de Hürrem)

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1521 - Viejo palacio (3 semanas antes del nacimiento del principe de Hürrem)

Las criadas ordenaban mis ropas en los baúles, para partir al palacio de Topkapi, había recibido una carta de la madre sultana ordenando que partiera lo más pronto posible, ya que su majestad llegaría en dos días al palacio, victorioso de su conquista, y yo era un regalo de lo más valioso, suspiré mirando mis aposentos, y sonreí dichosa, mi historia estaba a punto de comenzar, mi conquista estaba a la vuelta de la esquina y estaba orgullosa en la mujer que me había convertido. A mis 14 años portaba elegancia, inteligencia en varios idiomas y asuntos del estado, la misma Hatice me lo había dicho, podía dejar en vergüenza a Mahidevran y Hürrem, si de inteligencia tratase, ya que ambas mujeres eran hermosas, pero sus constantes peleas y poco razonamiento dejaba mucho que desear.

Me había preparado tres años para ser digna del sultán, para ser siempre su única favorita, para ser la mujer que un sultán cómo el necesita, no una cría que llora por unos aposentos más grandes, o por qué ya no la llama a pasar la noche con el, no, yo era esa mujer que a pesar de ser 14 años menor sabría cómo ganarme su corazón, sabía que sería difícil al principio, pues el sultán tenía sus principios, Hatice me había comentado, que el siempre se negaba a pasar las noches con concubinas de 14 años hasta los 16, pues aún las veía menores, razón por la cual solo tocó a Hürrem cuando ella cumplió los 17, pero confiaba en mí, lograría que el sultán no me viera como una menor, lograría tener al sultán en mi mano y yo entrar en su corazón. Sería la primera que con 14 años pasaba una noche y muchas más con el, sería la primera concubina en darle un hijo a esta edad.

La madre sultana me había instruido bien, sabía que en este imperio solo importaba darle hijos al sultán para que fueran herederos al trono, sabía todo el sufrimiento que tendría que pasar si mi primer bebé salía hombre, pero también sabía que el hijo con la madre más fuerte y poderosa subía al trono, no sería débil, no me dejaría intimidar por aquellas mujeres, tenía el apoyo de la madre sultana, la hermana favorita de Suleiman, y de las criadas de confianza de ellas, tenía a Ibrahim, el mejor amigo y mano derecha del sultán, el había jurado protegerme y brindarme su apoyo frente a la madre sultana, sabía que amaba a Hatice, y viciversa, por lo que sola no estaba. Era capaz de mucho, y lo lograría, claro que lo haría.

Me puse mi velo tapando mi cabello y subí al carruaje en compañía de Fátma y Aysë, mis criadas de máxima confianza y mis amigas y Gül Agha, el eunco que me enseñó idiomas y modales, mi fiel seguidor, mi amigo y confidente. Ellos tres me acompañarían en mi travesía y aconsejarian cuando se los pidiera. Sabía que sin ellos estaría perdida, sin ellos, sin Hatice y sin la madre sultana, pues eran una luz para mí.

Tras un día de viaje en el incómodo carruaje llegué al tan esperado palacio de Topkapi, mis amigos me ayudaron a bajarme, había un charco de lodo y mire a Bülbül el entendió de forma rápida mirando mis zapatos, unos preciosos zapatos que la madre sultana había mandado a hacer para mí, los únicos en Turquía con este diseño, Gül Agha le quitó de forma rápida el abrigo a un guardia y lo puso en el charco de lodo, sonreí satisfecha y pase por encima de el, tomando la mano de Gül, en la entrada estaba la Madre sultana, Hatice, una mujer con un pequeño, suponía que era Mahidevran, ella me miraba recelosa, no la tome en cuenta, y por último Alexandra, yo cubría mi rostro, por petición de la madre sultana, pues no revelaría mi identidad hasta pasar una noche con el sultán, y quizás varias más hasta poder quedar embarazada. Sabía que tanto Mahidevran y Alexandra tenían curiosidad, pues mi entrada no fue como la de una criada normal, y la felicidad de Hatice y la Valide era algo novedoso para ellas, quizás hasta creían que era una hermana del sultán. Ingenuas.

- Mi querida niña, estás aquí porfin.- La Valide abrió sus brazos y yo me acerque de forma rápida para abrazarla con cariño, está mujer era lo más cercano a una madre que tenía.

- Madre, mis ojos son dichosos de verla nuevamente estas semanas sin usted han sido largas, pero doy gracias a Allah que ya estoy aquí junto a usted y a Hatice.- Mire sus ojos a través de mi velo color gris y sonreí.

- Amiga querida, ya no estaremos más separadas, tengo tantas cosas que contarte.- Me acerque a Hatice le hice una pequeña reverencia y ella solo me estrecho entre sus brazos.

- Vamos a mis aposentos, los guardias llevarán tus pertencias a tus nuevos aposentos, Sümbül, lleva a los guardias a los aposentos que están cerca de los de nuestro sultán, y a dos cuartos del mío, los que antes pertenecían a Hatice.-

Cuando la Valide termino de decir aquello tanto Alexandra y Mahidevran miraron con sorpresa a a la sultana Madre, pude observar como Alexandra apretaba sus manos en puño con enojo, su cara estaba contraída por la furia y celos, sabía que ella junto a Mahidevran peleaban por aquellos aposentos, pues estaban demasiado cerca de su majestad, y no en el harén, como el de la mayoría de las concubinas, por lo que me había comentado Hatice, tenían un balcón que daba vista al hermoso mar turco, podías ver a su majestad mirar las estrellas y como disfrutaba de Ibrahim, quien tocaba el violín para el. Esos aposentos eran los más deseados, pues si amabas al sultán y querías saber quién estaba con el o solo verlo, podías hacerlo desde esos aposentos o de los de la sultana madre, aposentos que ahora me pertenecían.

Me senté junto a la Valide y Hatice, ella comía de las delicias turcas mientras Alexandra y Mahidevran estaban en silencio, yo las observaba a ambas, se notaba la rivalidad entre las mujeres, Alexandra estaba ya en sus últimas semanas de embarazo,...

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Me senté junto a la Valide y Hatice, ella comía de las delicias turcas mientras Alexandra y Mahidevran estaban en silencio, yo las observaba a ambas, se notaba la rivalidad entre las mujeres, Alexandra estaba ya en sus últimas semanas de embarazo, su adorable vientre la hacía ver inocente, estaba más grande, pues hace 5 años no la veía, me preguntó si se acordaría de mi, de Leo, de todo lo que vivió en Rohatyn, si hablaba no reconocería mi voz, mi rostro se veía muy poco gracias al velo, lo único que se notaba era mi largo cabello con rizos rubios, estaba segura que cuando ella me viera al principio dudaría, pero los recuerdos la harían volver en si, pues en algún lejano tiempo fuimos cercanas, era lamentable que ahora no podría seguir siendo así, pues Alexandra ya no tenía esa mirada de bondad y pureza, ahora en sus ojos turquesa abundaba la codicia y maldad, ella ya no era mi hermana, mi hermana la tan hermosa Alexandra la rosa, la bondadosa, piadosa, y tierna que dejó Rohatyn murió al llegar aquí, consumida por el poder, por los celos, por ser la mujer más poderosa sin importar el quemar el rostro de su propia amiga por visitar los aposentos del sultán.

- Señorita, ¿cuál es su nombre?.- El pequeño Mustafá, el adorable niño que era el heredero al trono pero lamentablemente hijo de una madre tan altanera, me habló tirando de mi vestido.

- Mi nombre es Catherina, mi pequeño príncipe, es un gusto conocerte.- Acaricie su rostro y el sonrió encantado estirando sus pequeñas manos para que lo tomara, y así lo hice, con cuidado de no remover mi velo lo tome y senté en mis piernas mientras le regalaba una delicia turca para que comiera.

Gözde Sultan -Sultán SuleymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora