La noche llegó y yo ya estaba preparada en mis aposentos, no fui a la celebración en el harém de su majestad, pues aún no era hora de que Hürrem y Mahidevran vieran mi rostro, por lo que solo me presentaría a bailar en los aposentos de Suleiman, hoy era miércoles, mañana sería jueves y como era costumbre, los jueves pertenecían a Hürrem, antiguamente eran de Mahidevran, pero tal como Hürrem se los arrebato yo lo haría también.Pretendía pasar 5 noches con Suleiman, nunca nadie pasó tantas noches con el, y quería ser la primera en todo, quería quedar en su mente y corazón como ninguna lo logró, sabía que sería difícil, mi hermana estaba impregnada en su alma y corazón, pero por algo éramos hermanas, teníamos el mismo encanto, una más que otra y esa era yo. No por nada los hombres de mi pueblo pedían mi mano en matrimonio a tan corta edad y a Hürrem solo la miraban.
El sultán del mundo sería mío.
Sus pensamientos, su corazón, su alma y deseos me pertenecerían, yo sere la mujer que hará historia en este imperio otomano, y todos me recordarán por ello.
- Catherina, mi hermano ya está en sus aposentos.- Hatice entró a mis aposentos y me tomo las manos sonriendo.
- Debo confesar que estoy nerviosa Hatice, espero que el me escoja.- Sonreí apenada, el me escogería pero debía mostrarme apenada con la hermana, si bien éramos amigas, debía mostrar sumisión ante ella.
- Su majestad pregunto por ti a madre, por qué no estabas en la celebración, Hürrem y Mahidevran se enojaron, lo pude ver.-
- Entonces la suerte y Allah están de mi lado Hatice, prometo que hoy será una noche magnífica para nuestro sultán y quizás en unas semanas se anuncie un nuevo heredero a la dinastía.-
Hatice asintió feliz para luego abrazarme, con un pequeño suerte ella se retiró de mis aposentos y yo me miré en el espejo, mi traje color púrpura, era hermoso sin dudas, la misma madre Sultana mando a traer estas telas de la india, eran las más caras sus accesorios y piedras sin dudas eran hermosas, se adherían a mi cuerpo como si hubieran sido hechas para mi. Suspiré profundo y salí de mis aposentos junto a Fatma y Aysë, camine por el camino dorado y en la puerta me esperaba Gül Agha con una sonrisa de oreja a oreja.
- Mi adorable y hermosa señorita, se ve radiante el día de hoy, la más hermosa entre todas las concubinas y sultanas de este feo palacio.- Solté una risa por lo dicho y negué divertida.
- Que nadie te oiga decir eso Gül, ya sabes, las paredes de este imperio tienen oídos.- El puso una cara divertida de espanto y se tapó la boca.
- Déjala pasar luego Gül Agha, la estás haciendo perder el tiempo, el baile por lo que escucho debe estar terminando y Catherina necesita hacer su entrada final.- Aysë regaña a mi amigo y el asiente rápido abriendo la puerta en ayuda de los guardias.
Cuando ingresé con la vista en alto pude ver los ojos de Suleiman brillar y una pequeña sonrisa asomarse, su rostro paso de estar aburrido con una mano sujetando su barbilla y el codo en su trono a estar alegre y alumbrado al verme entrar, las concubinas que estaban en el suelo me miraron con sorpresa y yo sonreí arrogante, la mitad de mi cara tapada con un velo morado solo dejaba ver mis ojos maquillados de un negro intenso, haciendo que el color tan llamativo de mis ojos se viera incluso más intenso con el maquillaje.
Comencé a mover mis caderas al ritmo de la música y mis mis viajaban por mi cara u cuerpo, mis piernas quedaban al descubierto danzando para mi sultán, me puse de rodillas y mi espalda la apoye en el suelo para levantarla de forma lenta, gateé como una gata donde el sultán y me puse entre sus piernas el lamió sus labios y mi cabeza se posicionó en sus muslos, su mano viajo a mis mejillas y yo sonreí, estaba hipnotizado, lo sabía, el saco mi velo que tapaba mi cara y de su bolsillo saco el pañuelo morado.
Había ganado, había ganado una noche con el sultán, el ordenó que todas salieran para que no pudieran ver mi rostro y así fue, ellas se retiraron y el tomo mi rostro con sus grandes manos, nuestras miradas se encontraron y yo le di una cálida sonrisa.
- A tan corta edad sabes muy bien como meterte en mi mente y hacerme extrañarte Catherina.- Sonreí gustosa por su cumplido y lo acompañe a sentarnos en los almohadones que estaban en el suelo esparcidos.
- Y usted no sabe cuánto extrañe su mirada, con solo ver el celeste de sus ojos quedó hipnotizada ante tanta belleza su majestad.- El me miró y sus ojos brillaron.
- Si se trata de belleza tú eres la más bella de este palacio, tu belleza logra opacar a los demás y tus ojos, oh Allah,tus ojos son tan atrapantes, tan peculiares, que desearía mirarlos toda mi vida.-
Sentí mi rostro enrojecer y el soltó una risa divertido por como yo reaccione, su mano paso a mi mentor y luego a mi mejilla, yo lo miraba fijamente, deseaba besarlo, deseaba juntar mis labios con los de el y ser solamente suya.
- Si te toco esta noche está rompiendo mi más sagrada regla, hay una lucha constante en mi mente desde que te vi, querer que seas solamente mía y dejar que seas libre.-
- Créame que si usted me deja libre y no puedo probar sus labios podría morir de la tristeza Suleiman.- Mi mano viajo a su barbilla y mis dedos tocaron sus labios, ahogue un gemido cuando mi mano bajo a sus pectorales y mordí más labios.
Suleiman me tomo de las caderas y me sentó en su regazo, podía sentir lo duro de su miembro, sus ojos desprendían deseo y sus pupilas estaban dilatadas. Se acercó a mi rostro y unió nuestros labios en un profundo he intenso beso el cual correspondi con entusiasmo.
- Sin dudas eres una luz que alumbra mi camino Catherina.-
- Deseo ser esa luz que lo guíe siempre Suleiman.-
Búsquedas: Catherina Lisowska.
Favorita del Sultán Suleyman el magnífico, hermana de Haseki Hürrem Sultan, los historiadores relatan que su belleza era tan grande que a su corta edad logró enamorar al Sultán. Era una niña tranquila, alegre y ayudaba al Sultán en asuntos del estado.
Hijos: 0
Vestido de Catherina.
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Gözde Sultan -Sultán Suleyman
RomanceLa Sultana Madre había encontrado a la candidata perfecta para derrotar a Hürrem, y no era nada más y nada menos que su hermana, la cual Hürrem creía muerta.