Capítulo 3

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Tiene que ser una broma

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Tiene que ser una broma.

—No puedes estar hablando en serio, Jess. —Su silencio sólo me confirma lo que más temía: sí, habla muy en serio—. ¿Acaso te volviste loca?

—Mira, Alissa, no lo voy a negar, odiaba mucho a Marlenne. Ha sido así desde la secundaria —asegura, como si no lo supiera ya—, pero… ¿sabes? Yo no… no soporto ver a mi hermano sufrir de esa forma, ¿viste cómo estaba?

Asiento. Como ya dije, Connor estaba inconsolable y no era para menos, así como tampoco es para menos que Jessie sufra junto a él, después de todo, son muy unidos y es normal que uno sufra por lo que le sucede al otro. Supongo que de eso se trata tener un hermano. Nunca lo sabré, pues soy hija única, no obstante, verlos a ellos me ha dejado muy claro que así debe ser.

—Créeme, Ali. —Escuchar mi nombre hace que regrese a la realidad, así que le presto toda mi atención y dejo que continúe— Si la oportunidad se presenta ante mí, haré lo que sea, con tal de atrapar al culpable.

Siento algo extraño en el estómago cuando la oigo hablar así, con tanta seguridad. Es como un mal presentimiento que se instala en mi pecho y sube hasta mi garganta, obligándome a tragar saliva con algo de miedo. Quisiera que Jess comprendiera mi punto, no obstante, la conozco hace muchos años y sé que no importa lo que le diga o las razones que le dé, nada logrará sacar esa idea de su cabeza, al menos por unos días.

Sólo espero que esos días se pasen volando.

Los largos paseos y las interminables caminatas, siempre logran alegrarme un poco, más cuando Jessie está conmigo, sin embargo, hoy es diferente y es que tanto el lugar como la ocasión, hacen la combinación perfecta para apagar por completo cualqu...

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Los largos paseos y las interminables caminatas, siempre logran alegrarme un poco, más cuando Jessie está conmigo, sin embargo, hoy es diferente y es que tanto el lugar como la ocasión, hacen la combinación perfecta para apagar por completo cualquier rastro de felicidad que pueda haber en mí.

Miro hacia todos lados y mi estómago se revuelve al darme cuenta de que, encima de ese verde césped, no hay más que lápidas, lápidas que marcan el lugar exacto donde reposa el cuerpo de las personas que han fallecido y —Según las creencias religiosas de mi mamá— que están a la espera del juicio final, con la firme esperanza de que haya una eternidad en un mundo donde la muerte y la maldad ni siquiera existen. Y donde cada día puede ser mejor que el anterior.

El Asesino Arcoíris © || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora