Capítulo 20

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Maratón 3/6

Tic… tac… tic… tac…

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Tic… tac… tic… tac…

Casi puedo escuchar un reloj imaginario sonando dentro de mi cabeza, recordándome que el tiempo no se detiene por nada ni por nadie, ni siquiera porque yo esté aquí, encerrada y sin escapatoria.

Una vez más, subo mis rodillas hasta mi pecho, buscando una mejor posición o, por lo menos, una que me ayude a estar más cómoda, pues el dolor en mi espalda se vuelve cada vez más intenso y difícil de soportar.

No puedo evitar que mi vista sea atraída por esa ventana con barrotes que me impiden observar algo más allá del cielo, cuyos tonos claros y naranjas, continúan oscureciéndose y mutando en violetas, morados, azules y, por último, negros, dando paso a una nueva noche de pesadillas e incertidumbre, la cual sólo me recuerda que no sé si viviré para ver la luz del sol una vez más.

Y así termina otro día de mi vida en éste espantoso infierno.

De nuevo, un sinfín de preguntas comienzan a aparecer en mi cabeza, torturándome y atormentándome al no encontrarles una respuesta. ¿Cuántas horas han pasado? O, mejor dicho, ¿cuántos días llevo aquí? Intento contarlos, no obstante, se me hace casi imposible, sobretodo al no saber con exactitud cuánto tiempo he estado sola… cuánto tiempo estuvo Connor aquí… y ni hablar de cuánto tiempo estuve inconsciente; mi mente podría decir que sólo han pasado dos días y bien podría haber transcurrido un mes entero, ¿cómo puedo confiar en mis propios cálculos, si yo misma me encuentro tan confundida que apenas puedo pensar?

Casi siento mis ojos picar al darme cuenta de que los siguientes días pintan a ser igual… o incluso peor que los anteriores, sin ninguna esperanza de que las cosas mejoren…

¿Será que mi infierno aún está muy lejos de terminar?

Connor no regresó luego de nuestra “acalorada discusión”. Creo que, lo que menos quiere en estos momentos, es verme, así como yo tampoco quisiera tener que volver a verlo nunca más, ¿el problema? Me aterra pensar en lo que podría estar haciendo ahora mismo. ¿Dónde estará? ¿Estará muy lejos de aquí? ¿Será que está llevando a cabo la siguiente fase de su malévolo plan?

Eso es lo que menos deseo, porque aún no sé cómo va a reaccionar a mi repentina confesión. ¿Y si se “encarga” del problema, justo como lo hizo con Britanny y los demás?

Dios, no, no quiero pensar eso.

Por milésima vez, volteo a ver hacia la ventana y una sonrisa triste se dibuja en mi boca al visualizar la luna llena en todo su esplendor. Qué curioso… podría jurar que hace apenas unos minutos, aún era de día, ¿cómo es que el tiempo se está pasando tan rápido? ¿O es que mi percepción de la vida se vio alterada por el uso constante del sedante?

Ni idea, pero algo es seguro: mi tiempo en ésta tierra, parece estarse acabando…

Apenas me muevo un poco y el sonido de las cadenas me recuerda por qué no pude escapar. Por más que me esforcé y luché con todas mis fuerzas, al final, éstas no cedieron, de la misma manera en que tampoco lo hicieron los barrotes de la ventana. Lo intenté todo: jalar, empujar, incluso gritar y pedir ayuda, pero nada dio resultado; al final, nadie vino a rescatarme. Además, ¿cómo podría romper unas cadenas de acero, estando tan débil y sin nada de energía?

El Asesino Arcoíris © || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora