Capítulo 25

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Maratón 2/4

Todo a nuestro alrededor se queda en silencio

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Todo a nuestro alrededor se queda en silencio. Es como si hasta el tiempo se hubiera detenido, transformando los segundos en interminables horas que parecen no tener final, “horas” en las que mi malestar no hace más que empeorar. Siento que todo mi cuerpo está a punto de colapsar, incluyendo mi corazón, el cual bombea tan rápido que temo sufrir un infarto, pero lo peor no son las molestias físicas, sino saber que sólo son un cruel recordatorio de que las cosas están a punto de agravarse…

Oh, sí, esto aún puede ponerse mucho peor…

—¿Sabes qué? Al diablo todo.

Un fuerte grito se escapa de mi garganta en el instante en que cambia de posición de forma abrupta, tomándome por el cuello con demasiada brusquedad. A punto estoy de golpearlo para que me deje ir, sin embargo, me detengo al percibir la presión que su brazo ejerce sobre mi garganta, impidiendo que el aire llegue a mis pulmones con normalidad.

Casi por inercia, me sostengo de él al sentir que me asfixio, detalle que pasa a segundo plano en el momento en que un objeto se posiciona justo a un lado de mi cabeza. Puedo sentir lo frío del material sobre mi cabello y el pánico se apodera de mí cuando me doy cuenta de que seguro es el arma que, hasta hace un momento, se encontraba en mi cintura. Las lágrimas inundan mi visión y por mi propio bien, elijo ya no luchar y quedarme tan quieta como pueda.

O por lo menos, tanto como el temblor de mi cuerpo me lo permita.

En un intento desesperado por tranquilizarme, volteo a ver a Jessie en busca de consuelo, sin embargo, es lo que menos encuentro al observar su rostro, el cuál sólo muestra una extraña mezcla entre asombro, duda, incredulidad y, la peor de todas, miedo… un miedo tan profundo e intenso que la mantiene petrificada, incapaz de moverse o reaccionar a lo que, frente a sus ojos, acaba de pasar.

—¿Cómo te enteraste? —pregunta, aunque no obtiene una respuesta. Sin dudar, presiona el arma con más fuerza en mi cabeza, lastimándome y haciendo que suelte un espeluznante chillido de dolor, el cual le sirve a ella para despertar un poco y salir del asombro— Hermanita, por favor, no quiero lastimarte. Sólo dime lo que quiero saber y así, nadie saldrá herido, ¿de acuerdo?

Y así, sin más, los brillantes ojos de Jessie se llenan de lágrimas, mientras intenta procesar lo que acaba de descubrir.

—Dios mío… fuiste tú… —susurra, a punto de llorar, cubriéndose la boca con ambas manos para ocultar su sorpresa— entonces… él… ¡él tenía razón! Y yo… yo… yo no… yo no quise creerle… no le creí, ¡porque confiaba en ti!

—¿De quién hablas? ¡¿Qué mierda te dijeron?! —exclama Connor, con fuerza, sobresaltándonos a ambas, haciendo que yo me aferre con más fuerza a su brazo, mientras Jess traga saliva con gran dificultad. Está asustada y tiene motivos de sobra para eso.

El Asesino Arcoíris © || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora