[Capítulo II]

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Las notas del piano me traen de vuelta a la vida, hace dos horas que me encuentro tocando, absorto en una fuerte inspiración, hace meses, había empezado a planificar mi próxima composición, está siendo compuesta por bellos toques de melancolía y amor, solo falta poco para darle su debido desenlace, pronto sería lanzada y tocaría en el teatro Levbre III para todos los mortales, que disfrutan de la poesía que se esconde en cada armonía del piano e historia que cuentan cada una de mis creaciones.

La composición se basa principalmente, en un matrimonio fallido, pues, el hombre, ama en secreto a otra mujer, de la que ha estado enamorado por varios años, le reveló lo que ella causa en él, cuando la mira a lo lejos o cuando entrelazan sus dedos, pero, ella ya está próxima a casarse con otro hombre, uno que no ama, pero que sus padres han escogido para el bien de ella, ambos se comprometen, pero no son absolutamente nada, sin uno al otro a su lado.

Refleja lo que en estas épocas se vive.

Si bien, tengo varios dotes en el arte, desde que era pequeño se ha quedado intacto en mí, nada, ni nadie ha podido borrarlo, porque es algo que amo, es una forma de liberación del mundo, en el caso de la poesía, la escribo porque de mi boca no se atreve a salir todo aquello que guarda lo más recóndito de mi alma, las letras me escuchan y yo las libero a ellas mediante mis versos, las estrofas son el escudo que protege los sentimientos que guardo y que si los digo son en vano.

Como quisiera dedicar cada una de sus composiciones al ser que envolvería su amor, pero ese momento aun no llegaba, estaba muy lejos de su alcance.

Hoy tengo trabajo por hacer, iría al centro de Rumania, había sido llamado por una princesa, quería un retrato de ella, entonces, me encuentro empacando mis instrumentos de pintura, listo para irme, estoy siendo llevado por la carroza, en el transcurso del camino, miro los árboles, tan grandes y bellos, la lluvia me brinda un concierto, únicamente para mí goce, con sus sonidos que chocan contra el camino, mis ojos se enfocan en las casas que se cruzan, falta bastante para llegar a mi destino.

Me puse a pensar en mi padre, en las decisiones que quiere tomar para mí, de las cuales yo no estoy para nada de acuerdo, ser conde, no lo quiero, a mis treinta años, tengo una vida como me gusta, vivo cómodamente, con la constante inquietud que me hace falta algo, para estar completo, como si hubiera perdido una pieza importante de mis huesos y estuviera buscándola por todos lados, aun así, todo está completamente bien, tengo a mis presas allí afuera, cazo, me llena la sangre y me siento poderoso con cada toque que deja en mi cuerpo.

Me hace sentir vivo, sino consumo de esta por un día entero, siento que me arrebatan la vida, de la peor forma, duele demasiado.

Los mortales, no saben que mi familia, incluido yo, somos vampiros, ese secreto ha perdurado desde hace años, solo creen que hay un asesino en serie suelto, por las constantes desapariciones de hombres y mujeres, esto se debe al acto de nuestra caza, solo bastaba días para que sus nombres fueran olvidados de la faz de la tierra.

Annelie II, la princesa, me espera encantada, con una sonrisa, como quisiera que de su boca brotara la sangre, por mi increíble acto de la inmortalidad que poseo.

—Hola, buenas tardes, señorita Annelie, es un gusto estar aquí. — dije, mientas llevaba sus nudillos hacia mis labios, para que sean besados.

—Me conmueve mucho que me haya llamado, le prometo que encontró a la persona indicada para esto, no la decepcionare. —dije.

—Oh, es un gusto señor Lecter, sé que es uno de los pintores más controversiales de Rumania y de todo el mundo prácticamente, solo iba a dejar que usted mismo me pintara, nadie más, espero logre captar mi esencia y lo que quiero que refleje en el lienzo. — dijo, para caminar y perderse en la sala.

Luna Roja- Fabiana Jalil MuñozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora